Capitulo 21:

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Miguel respira el gélido aire de Escocia, y comienza a caminar hacia la entrada del gran reino. Unos caballeros llevaban sus maletas, siguiéndole el paso como perros abandonados, Miguel dejó de caminar y giró a verlos.

—Llévenlo a mi pieza, y no le digan a mis padres que me encuentro aquí.—espetó molesto, y por un momento los caballeros se sorprendieron de verlo responder de aquella forma. El pelinegro siempre ha sido callado y educado, ¿qué pasó?

—P-pero príncipe, los reyes nos han dado la orden de hacerles saber si su hijo aparece. —se miran entre ellos, y agrega.—¿Dónde está el príncipe Ruben?

Miguel sonríe, y alza los hombros.

—Dijo que quería irse lejos, y también que quería renunciar a su reinado.—baja la cabeza, fingiendo tristeza.

Los soldados hacen una señal de comprendimiento, y uno de ellos abre la puerta principal. Los ojos de Miguel se sorprenden al ver globos, picapica en el suelo y varios regalos en las escaleras. Localizó a la hermana de Ruben, la cual lo observó con el ceño fruncido. Su hermana logra ver la puerta abrirse, y sus ojos se asombran al ver a su hermano.

— ¿Miguel?—Mali pregunta un tanto sorprendida.

El pelinegro avanza un par de pasos, y sonríe a todas las personas que están allí. La música dejó de sonar, y el rey Arthur soltó la cintura de su esposa, y miró al ojinegro como si esperara una respuesta.

— ¿Dónde está Ruben?—preguntó la reina preocupada.

Miguel suelta un largo suspiro, y con cuidado avanza hacia los reyes. Saca de su bolsillo trasero una carta, la había encontrado en una de las valijas de Ruben, la encontró en una de las primeras noches cuando llegaron a Irlanda, y la tomó por pura curiosidad. Al leerla terminó siendo un reclamo sobre la vida que llevaba, que odiaba a sus padres y a su hermana, que odiaba al pueblo y que sólo quería ser libre y vivir como él siempre quiso. Se quedó con ella porque en aquel momento no iba a dejar que el castaño se la diera a sus padres, de ninguna manera. Pero, los reyes de Escocia debían saberlo, y así fue.

La reina Alicia tomo el papel de las manos del pelinegro, y con el ceño fruncido abrió la carta rápidamente. Darly estaba abrazando a su padre algo asustada, presentía que algo malo iba a pasar y Mali-Koa sólo estaba allí, parada, observando a su hermano y aquella chispa en sus ojos que no había visto en mucho tiempo.

— ¿Qué dice, mamá?—la pequeña pregunta inquieta, y los invitados comienzan a salir del reino por orden del duque, el cual estaba tratando de llevar con calma la situación.

La esposa del rey comienza a sollozar mientras abraza a su esposa, y este aún sorprendido y sin creer lo que lee, se queda mirando la caligrafía de su hijo y suspira. Ambos se sentía culpables de aquella situación, Ruben era un buen chico y se le daba todo, aunque últimamente le faltaba que le dieran atención, cariño y amor.

—No es que quiera entrometerme, pero—Mali espeta, y Darly la mira algo preocupada. —¿qué es lo que dice Ruben? ¿Es algo malo, algo con lo que tenga que tomar medidas?

—Nos odia, hija. No lo hemos tratado como se merece, y ha dejado su puesto de rey. —la morena se asombra, y lleva ambas manos a su rostro sorprendida.

Darly mira la escena, y puede ver una sonrisa malvada en los labios de Miguel, el cual al verla la cambia por una de pena.

— ¡Estás mintiendo!—exclama molesta, señalando a Miguel.

—Él mismo me la dio, y al leerla tuve la urgencia de venir hasta acá. —camina hacia la pequeña y se agacha hasta su altura.—Me preocupo por tu hermano, es prometido de mi hermana, ¿entiendes?

Darly lo fulmina con la mirada mientras se endereza y dirige su mirada hacia sus padres.

— ¿Cómo te la dio, Miguel?—pregunta su madre, tomando el brazo de su padre y mirando a su hijo, aún en shock por la carta.

—Estábamos en la casa, conversando, y se levantó, dijo que debía ir por algo de tomar. —pausa por un momento, y suspira, dando a entender que algo malo se aproximaba. —Cuando volvió estaba algo molesto, y lanzo la carta al suelo, la tomé y me dijo que la leyera, que diera mi opinión y que si me gustaba que me la quedara.

— ¡Guardias!—el rey Arthur exclama, con la voz molesta y ronca.

Un grupo de soldados se adentra al palacio, escoltado por el duque. El rey los observa, y se separa de su esposa Alicia, y toma a Miguel del hombro con cuidado.

—¿Sabes dónde se encuentra?

—Sigue en Irlanda, aunque estaba haciendo sus maletas antes de que me fuera.

El duque se acerca, y el rey asiente.

—Manda una tropa a Irlanda, y la otra a Sucia. —gira a ver a su hija e esposa. —Y prepara un juicio, con el dolor de mi corazón tendré que hacerlo. Todos aquí somos el pueblo, y aunque seamos parte de la realeza mereces justicia por igual. —Miguel se queda quieto, escuchando cada palabra salir de la boca del padre de Ruben. —Nadie puede faltarle el respeto a sus padres, herir los sentimientos de su hermana y renunciar a un cargo mediante una carta, Duque, ¿cuál sería el castigo?

—Pena de muerte.

Y es allí cuando Miguel se da cuenta de lo que ha hecho, y mientras los soldados salen del reino junto al rey Arthur y la reina Alicia, Darly y su hermana se quedan impactadas, tristes y desoladas.

— ¡Es imposible que mi hermano haya hecho algo así!—exclama la menor, llorando en el pecho de Mali.

—Miguel, ¿en verdad él te dio la carta?—es el turno de la morena en preguntar.

El pelinegro cierra los ojos, y murmura.

—No le digas a papá y mamá que me fui, trataré de arreglar esto.

—¡Miguel! ¡Miguel!

Y corre hacia la puerta trasera del reino, y la única persona que lo ve irse lejos de Amelia, la cual, anteriormente, había logrado ver a Ruben y Miguel besarse, al igual que Mali-Koa. 




Give Me Love|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora