Capítulo 06

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Nico caminaba observando con gran asombro, el lugar donde se encontraba. Relojes derretidos por todas partes emulando a "La persistencia de la memoria", sobre ella, estaba otra obra igualmente conocida haciendo la función de cielo; "La noche estrellada". Salvador Dalí y Van Gogh. Surrealismo y postimpresionismo. Aquello provocó que soltara una fuerte carcajada que de alguna manera logró contener, la pelinegra se sentía en la dimensión desconocida e incluso se empezó a reproducir aquella melodía en su versión piano pero, gradualmente la canción comenzó a deformarse al igual que su entorno, el cual poco a poco se convertía en "El jardín de las delicias", o más bien, en uno de los paneles de esa obra, "El infierno musical". La música se volvió insoportable, ya no era sólo piano lo que se escuchaba, era una variedad de instrumentos que Nico no alcanzó a identificar por lo desafinados que estaban, además de las criaturas –de lo más raras, escalofriantes y aterradoras– que la rodeaban y cantaban de forma horrenda entre alaridos y lamentos de personas condenadas a sufrir por toda la eternidad en aquel lugar. Un hombre de cuerpo azul con cabeza de ave, se acercó a la artista y extendió su brazo hacia ella, el cual se alargó y su mano creció tanto que Nico supo que para él era una especie de mosquito, la mano del monstruo descendió tan rápido que el grito de terror de la pelinegra no alcanzó a salir de su garganta.

Todo se volvió negro.

Nico despertó agitada y bañada en sudor, las obras de El Bosco le parecían perturbadoras pero, desde ese momento, eran aterradoras. Cuando se tranquilizó buscó con la mano su celular, quería saber la hora y todo estaba oscuro. No tardó mucho en toparse con un bulto que se encontraba junto a ella, aquello le resultó extrañó y decidió usar su otra mano para examinar a detalle, entonces un quejido la hizo exaltarse y retirar sus manos en seguida.

–Nicochi... –un escalofrío le recorrió la columna vertebral al reconocer la voz– Deja dormir...

–¡N-No-Nozomi! –exclamó asustada. Retrocedió, topándose con el final de su cama e inmediatamente con el piso. Nico se quejó de dolor ante el fuerte golpe que se había llevado. Pasaron unos segundos antes de que la luz se encendiera gracias a una Eli de rostro somnoliento que tenía su mano sobre el apagador, mientras Nozomi se hallaba sobre la cama bostezando. Y fue hasta unos instantes después, que Nico logró recordar la noche anterior. Sus amigas se la habían pasado molestándola y cuando se dieron cuenta ya era tarde. La astrónoma simplemente le avisó que se quedaría esa noche –así es, ella no preguntaba sólo informaba– automáticamente Eli se apuntó en los planes y de alguna manera las tres lograron acomodarse en una cama que era para dos.

–¿Qué ocurre? –preguntó la rubia con cara de pocos amigos.

–Nada, es sólo que tuve un sueño... y cuando desperté, supongo que estaba desorientada.

–Te dije que dejaras dormir Nicochi, cuando Elichi no duerme mucho se despierta de malhumor. –comentó Nozomi.

–¿Qué? –preguntó la pelinegra– ¿Tú cómo puedes saber eso? –y en seguida vió cómo se formó una sonrisa traviesa en los labios de Nozomi– No, no... definitivamente no quiero saber... –Nico se apresuró a corregirse, decidió que hay cosas en este mundo que es mejor no saber.

–L-Lo sabe porque se lo dije. –aclaró la coreógrafa, estaba sonrojada, había comprendido perfectamente lo que pasó en ese momento por la mente de la artista, así que prefirió no escuchar la explicación de Nozomi.

La pelimorada se veía bastante divertida, no importaba la hora que fuera, la astrónoma siempre que veía una oportunidad de molestar a alguien, la tomaba y aprovechaba al máximo. Eli estaba por apagar la luz cuando un teléfono sonó, era de Nozomi.

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