27. Un destello, y el infierno comienza.

707 82 6
                                    



27. Un destello, y el infierno comienza.




Esos susurros en el viento, esas miradas que penetraban, las retorcidas ideas y ese anhelo de sangre. No importa si lo desaprueban, el jefe aquí, soy yo.



—Takano Masamune, su Príncipe—. Pronuncie elevando la voz, callando aquellas voces que no deseaban ceder. Se produjo un leve silencio, ante mi todos ellos son simples escarabajos pero, ante la mujer que despertó esa calidez en mi quebrado corazón soy yo la pequeña hormiga que se encuentra a sus pies. —Quizás ahora sea parecido a ustedes sin embargo, en cuanto cumpla su mayoría de edad, tomara el averno. Si algo le ocurre antes de llegar al trono, sabrán la verdadera razón por la que soy el Rey de esta oscuridad—. Balbucee eso ultimo al dejar que ese fugas torbellino en mis ojos cruzara, haciéndolo una orden, grabando esas palabras en cada habitante de esa realidad.



El momento había llegado. No anhelaba envolverlos en lo que realmente era, sin embargo, ese era un deseo muy egoísta. En lo más alto de mi reino, profese al aire los cambios que vendrían con ese peli-negro de 3 años de edad que yacía dormido en mis brazos. Regrese en mis pasos entrando de nuevo a mi habitación, encontrando a la mujer que me desgracio dormida sobre mis sabanas sin ser capaz de despertar aún a lo que le esperaba. No puedo esperar por su reacción, ver su ceño fruncido y ver el mover de sus labios al gritarme algunas cosas, no soy capaz de esperar por ver sus orbes celestes abrirse, y llenarse de cristalinas gotas al notar su alrededor, no sé cómo aguardar más, cuando sé que al darse cuenta de lo que soy, ansiara alejarse de mi lado.



La amo tanto que da miedo.



Un pequeño destello ilumino, y un infierno comenzó, eso describía mi actualidad. Conocí a Sakura y con su manipuladora belleza hizo cosquillar mi interior, quise creer que era simple deseo, y antes de ser yo el que jugara como un sigiloso gato, ella acabo conmigo. Toque lo desconocido, entre en un campo del cual siempre deseaba escapar. Fue estúpido. Cuando vi la oportunidad, trate de huir. Sin embargo una extraña fuerza solo me ataba a esa quebrada figura y al pequeño que robaba mi aliento al verlo parpadear por primera vez.


Sin darme cuenta de cómo sucedió, con un impulso arruine todo lo que con esfuerzo había construido. Mi mente me traiciono, y al ver ese hombre sonreírle al amor de mi vida algo hizo click. No debía suceder, ellos no debían saberlo. Y justo ahora, guiado por retorcidos pensamientos, me equivoque una vez más.



— ¿Masamune?— Su dulce voz se deslizo por mis oídos, gire mi vista un poco, viéndola solo un momento, notando la confusión en su mirada y como en un par de segundos esa confusión se convertía en ira. Extrañaba esto. — ¡¿Por qué demonios tienes a mi hijo?! ¿Dónde estamos? ¡Habla de una vez!— Me grito a la cara, una vez se había apresurado a bajar de la cama, corriendo para quitarme cuanto antes al niño de mis brazos. Una mirada llena de odio, nunca había sido más bella. — ¿Qué acaso no me...?


—También te extrañe— Interrumpí, envolviendo a esos dos frágiles cuerpos entre mis brazos, dejando recargar mi frente sobre su hombro libre, tratando de grabar la calidez que había comenzado a olvidar. Te amo.


—P-pero, ¿De qué hablas? ¡No estoy jugando Masamune! Aléjate— Pronuncio tan pronto la abrace, empujándome, mostrándome la misma expresión que había visto por última vez al tratar de huir de ella. Está furiosa, sin embargo aun puedo ver que se trata del dolor que le cause.



Estaba por hablar, pero aquellos gritos lograron un cometido, despertando al pequeño heredero el cual comenzaba a llorar atrayendo la total atención de su madre. Baje solo un poco la mirada al revolver un poco mis cabellos para comenzar a caminar un poco en la habitación, me siento nervioso, reencontrarme con Sakura después de tanto tiempo no es sencillo. Los llantos del niño era lo único que se escuchaba, solo por un momento quería ver la expresión en ella mientras algo nerviosa trataba de calmarlo. Fueron los segundos más largos que pudieron haber existido, ver esa sonrisa que solo se la dedicaba a él, viendo con amor al infante que temía ante lo desconocido. Era un idiota, y hasta ahora podía verlo.


Camine hasta ella en su total nerviosismo por tranquilizarlo, tomo con un poco de mayor fuerza al peli-negro al verme frente a ella, solo fue un intercambio de miradas, y accedió que interviniera. Los niños siempre me han parecidos molestos, son inocentes, y verlos a los ojos, solo me hace recordar lo quebrado que estoy. Sin embargo, poder alzan en mis brazos a ese pequeño de tres años que con curiosidad callo su lloriqueo para poder verme con sus ojos color miel, lo volvía interesante. Fueron unos segundos, y aunque me sentía un poco amenazado con ese pequeño, verlo tallar sus cristalinos ojos mientras el puchero seguía en sus labios, logro remover mi interior. Takano Masamune, un niño que con una sola mirada, capturaba mi corazón. Sin duda, es igual a su madre.



— ¿Por qué estás aquí?—Esa voz me volvió a la realidad, alejando mi mirada de esos pequeños orbes color miel, para poder notar la mirada celeste detrás de ellos que con seriedad me miraban. —Creí que esto había terminado esa noche, hace algunos años.


—Pensé lo mismo, pero fue imposible— Balbucee al momento de tomar con seguridad al Príncipe, recargándolo sobre mi pecho, cargándolo entre mis brazos. —No puedo dejarlos.


—Masamune, eres un idiota—Dijo entre dientes, golpeando mi mejilla, cuidando que nada le ocurriera a su hijo. Era delicioso, el calor punzante que dejaba la carca en mi mejilla y la forma en que se atrevía a golpearme sin siquiera tocarle un cabello al oji-miel. Esa osada actitud, sin importar el tiempo, seguía enloqueciéndome.



Logre tomar su mano segundos antes de que se alejara de mi mejilla, tomándola por sorpresa, deslizándola hasta mis labios para poder besarla. —Hay cosas que el tiempo no cambia—Reí por lo bajo, para así poder declarar— Te amo— mi propia sentencia.







...






La pequeña historia de Papi Masamune está por acabar.


Aclarando puntos, el Rey abandono a Sakura al enterarse que tendría un hijo, para así tratar de protegerlos de alguna forma. Sin embargo, siempre estuvo pendiente de ellos, y un día, Sakura conoció a alguien, que parecía tener interés por ella y al notar eso el Rey, actuó por impulso y digamos que "noqueo" a Takano y a Sakura para poder llevarlos al averno. Era egoísta, y ver que alguien podría quitarle a la persona que era importante para el, lo hacían ver sus errores.


Ese fue el resumen del capitulo de hoy, espero les haya gustado


Gracias por leer


El príncipe de las tinieblas; Sekaiichi Hatsukoi {RxT} FINALIZADA.Where stories live. Discover now