El príncipe de las tinieblas; Sekaiichi Hatsukoi {RxT} FINALIZADA.

6. Que se enteren todos

6. Que se enteren todos.

"—La persona que más amas—"

¿Acaso estaba mal de la cabeza? Es decir, si, es obvio que es así pero ¿Por qué parecía tan seguro? La manera en que parecía estar un paso delante de mí, no lo soporto. Toda su presencia no la soporto. El amor solo es una manera de decir que eres débil, si amas a alguien te vuelves una presa fácil y vulnerable, sin duda alguna yo no caeré en esos absurdos juegos. Sin embargo, ¿Qué me ocurre?

—Takano, ¿Me llamaste?—escuché la voz de mi sirviente. Acomodándome correctamente sobre el sofá, haciéndolo pasar. Todo es tan absurdo, tan ridículo. Entró sentándose en el mueble frente a mí —Oye, ¿Te ocurre algo? Has estado muy raro desde que volvimos de las ruinas.—

— ¿Por qué crees que debería ocurrirme algo? Estoy perfectamente bien— declaré. Este nerviosismo de ser descubierto ¿Alguna vez lo había sentido? — ¿Dónde esta?—

—En una de las habitaciones de aquí—Mencionó. —Tú, ¿Realmente te harás cargo de él?—

—De hecho, se perfectamente que hacer con él.—

...

Todo es tan extraño, se perfectamente bien que Onodera no pertenece aquí, que Takano por alguna razón parece estar interesado en él, así como él padre de Takano no lo quiere en este lugar. Ser sirviente hace que te enteres de muchas cosas pero mientras no pongan una mano encima a ese castaño quien solamente tiene mala suerte, todo estará bien. Si ellos no le hacen nada, yo no haré nada contra ellos.

¿Amor? Si, se que la definición de "amor" que tiene mi amigo es una que solo te hace vulnerable ante los demás, una que solo te traerá desgracias a tu persona pero realmente no es así, es un sentimiento algo extraño y puede hacerte parecer un tonto cuando se trata de esa persona. Sin embargo en lugar de volverte débil, logra hacerte fuerte en las peores circunstancias logrando dar todo con tal de asegurar el bienestar de ella.

—¿Yukina?— escuché la angelical voz que es dueña de mis latidos, giré mi vista encontrándome con esos hermosos orbes que me vuelven loco.

—Kisa, ¿Qué haces aquí?—cuestione al ver al pequeño azabache frente a mi.