Parte 11, El Relato de Rhonda

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El Relato de Rhonda

El director desde el otro lado de la línea exigía una respuesta, no pude hablar pero tampoco pude cerrar la llamada petrificada por el miedo, solo respire profundamente hasta que escuche el grito de enojo del Director:

¿Podrías decirme para que mierda me despiertas a esta hora?

Su grito me despabilo para no únicamente cerrar la llamada, también le quite la batería evitando que me devolviera la llamada; entonces me quede ahí por varios minutos tratando de calmar mi agitación, apenas lo conseguí, rompí en llanto.

Varios minutos después, cuando finalmente mis ojos drenaron toda tristeza de mi corazón, salí del baño y quedé acurrucada al lado de Luis, quien seguía dormido, estar a su lado me hizo darme cuenta de lo bajo que había caído, me estaba acurrucado junto a él, intentando sentirme protegida pero su brazos no cubrieron mi cuerpo como lo hacían antes; él era igual a cualquier otro cliente, con quien me he acostado y con quienes me acostaría a partir de esa noche, el placer del libido me brindaría felicidad momentánea pero después del éxtasis del orgasmo, el vacío y la oscuridad volverían a llenar el espacio vacío de mi corazón, recordando que no era una mujer, una persona, yo era solo una puta.

El resto de la noche continúo igual, ahogándome en mis propios pensamientos, necesitaba dormir para no pensar, pero me dolía la cabeza de tantas ideas y recuerdos revueltos; acerca de mi pasado y presente, Luis y su relación con el Director, el coyote quien sigue vivo, Rhonda y tu Valeria; una mezcolanza llena de nostalgia y tristeza pero entre tanta negatividad una luz de esperanza surgió algo que realmente valía la pena, pero para llevarlo a cabo, Tenía que hablar con Rhonda.

Rhonda sabía que yo inicié el incendio del Club, ella sabía que yo era la chica quien el Coyote iba a rescatar, sin embargo no le dijo nada al Director, de otro modo, me hubieran enviado a la cárcel, o algo mucho peor. De seguro ella me odiaba eso me hizo temer y desconfiar en ella, por eso no busqué hablarle en el pasado, pero esa noche era distinto; entendí que Rhonda llevaba su propia agenda por separado del Director, al igual que en las grandes corporaciones, cuando un rango medio se guarda información sensitiva, es para usarla a su favor en el futuro, yo era una carta bajo la manga de Rhonda para un plan que no podía comprender entonces. Como sea, debía mandarle un mensaje. Sin embargo tenía miedo de estar equivocada y que comunicarme con ella podría derivar en empeorar mi situación, definitivamente había perdido la confianza en mí misma, fueron los movimientos vespertinos de Luis y la claridad que se colaba por la ventana, indicando que mi tiempo terminaba, lo que me apresuró a tomar la decisión; con cuidado deslice mi cuerpo por sobre las sábanas, tome el celular y le envié un mensaje de texto al contacto de Rhonda con solo la frase:

"Casino Royal"

La sola frase sería suficiente para provocar una visita de Rhonda al lugar, después de todo ella era nuestra Madrona, también me brindaría protección en caso que el Director revisará el teléfono de Rhonda, sea como sea, escribir esas dos palabras representó todo un reto con mis patas temblando de miedo, sumado a ello los suaves maullidos que Luis efectuaba antes de despertar incrementaron mi temor al punto que borre todo el registro de llamadas en vez de solo las llamadas efectuadas esta noche, bastante torpe de mi parte pero mi tiempo se terminó, solo pude dejar el teléfono antes de subir a la cama sin hacer ruido para besar a Luis en su hocico para evitar que se diera cuenta que no estaba sobre la cama.

Pensé que ya no querías saber de mi

Han pasado casi cinco años, honestamente extrañaba tus besos...

Honestamente el Coyote besaba mejor pero tenía que continuar con la farsa. Finalmente Luis se marchó prometiendo volver, antes que los guardias del Casino llegaron por mí, a llevarme al sótano, donde se encontraba el "Harem", es decir el lugar donde descansamos todas las prostitutas del lugar, solo un grupo de catres y gabinetes con nuestras pertenencias, nada parecido a lo que el apodo dado por los empleados del hotel, sugiere por el nombre.

Diez Años de Dolor y PlacerWhere stories live. Discover now