Parte 15, Nada como el Hogar

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Hogar es tu refugio, más allá de las cuatro físicas paredes que te brindan protección contra los elementos, el lugar donde te puedes sentir seguro y amado; sin esto dos últimos elementos una casa es solo eso, un lugar para pasar la noche, igual que los dormitorios donde dormía junto a otras chicas, amontonadas como muñecas rotas.

Los recuerdos de ese dia son borrosos desde el momento que abrieron esa puerta, los seres que habitaban dentro de esa casa, ya no eran mi familia.

- ¿como te atreves a presentarte asi, despues de lo que nos has hecho?

- ...

- Debiste quedarte allí, haciendo guarradas

- ...

- Tu no eres la hija que he criado

- ...

Para qué continuar atormentandome con esos recuerdos, suficiente con ese dia cuando mi expuesto corazón, o lo que quedaba de él, fue arrojado al piso y hecho mil pedazos por las personas que alguna vez me llamaron hija. Juro que ví luces, sentí que mi cabeza quería explotar al mismo tiempo que un agujero negro quería consumir mi pecho desde el interior. Sentí náuseas y por poco pierdo el sentido, tuve que salir de ahí corriendo tal presa huye de su depredador.

Recuerdas todas esas morbidas películas que Rhonda me obligó a participar, donde fui violada de todas las formas y por todos los tamaños, pues esas películas llegaron a los ojos de mis padres y de toda la comunidad; era solo cuestión de tiempo, después de todo fueron cinco años. Así que la conservadora susceptibilidad de mis padre fue expuesta a ver a su hija, no solo desnuda, sino haciendo las cosas más asquerosas que jamás se hubieran imaginado, teniendo el más salvaje sexo con, literalmente, fieras sedientas de placer quienes atropellaron este cuerpo con sus pollas y me mojaron totalmente en su lujuria.

Entonces corrí cuanto mis patas no pudieron más hasta quedar detrás de un contenedor de basura cercano a centro comercial donde por más que jadeaba sentía que mis pulmones no podían obtener aire. No importó el tiempo transcurrido desde mi maratónica huida hasta una banca dentro del área social del Centro comercial, quería gritar y llorar pero no podía, como si me hubieran estrangulado desde adentro.

Literalmente me "hice bola" sobre la banca, negando que esas personas fueran mis padres, pensando una y otra vez, "no es posible..., no es posible"

Parecía que yo estaba atrapada en mi propio infierno surrealista; a mi alrededor todo transcurría como si yo no existiera, hasta el hermoso día soleado era gris para mi. Los alegres cánticos navideños sonaron disonantes en mi cabeza, estaba a punto de perder la cordura, a punto de hacerse visible al mundo que me rodeaba con un agónico grito de dolor.

Esa tarde la pase en el cuarto de urgencia, aparentemente después de mi grito, perdí el conocimiento, los médicos me dieron algunas medicinas que me mantenían en vela, hasta llegar a mi refugio temporal por esa noche; otro motel barato. El dinero se me estaba escurriendo de entre las patas y necesitaba ayuda, no tuve más alternativa que recurrir a Luis, una vez mas, asi que lo llame y me desahogue con él. Era un manojo de nervios, durante la larga llamada a veces lloraba en busca de consuelo y en menos de un segundo quería matarle por teléfono; a pesar de mis cambios bruscos de humor Luis no colgó, se mantuvo hasta el final, prometiendo ayudarme.

La mañana siguiente fui despertada por el sonido del teléfono, era luis:

- ¿Como amaneces?

Casi sin ningún ánimo le respondí

 - Como crees

 - Mira, creo que lo mejor es que regreses.

Diez Años de Dolor y PlacerWhere stories live. Discover now