Parte 10, Cosas que quiero Decirte

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PARTE 10: Cosas que Quiero Decirte

Él estaba ahí, esperándome con una sonrisa, con sus brazos en alto como queriendo abrazarme, yo me quede paralizada por unos segundos, observando al Puma que una vez amé mientras me decía:

- Jasmine cariño, que bueno por fin, puedo ver tus ojos.

Se acercó a mí para darme un abrazo, yo deje caer la bandeja con el aceite, preservativo y consolador al suelo. Él me abrazo y me iba a dar un cálido beso, cuando de sus labios salieron un alarido de dolor mientras yo le propiné una rodillazo en medio de sus testículos, posterior a esto le di un zarpazo a pata abierta empujándolo contra la mesita de centro detrás de él, Luis se tropieza y cae sobre la mesa haciéndola añicos. No demore en sentarme sobre su regazo para seguir golpeando su patética cara, hasta ver la sangre brotar de su nariz, fue entonces que él me dio un golpe en la boca del estómago obligando a doblar mi cuerpo por la falta de aire, el aprovechó la oportunidad para tomarme entre sus brazos y arrojarme contra el sofá, donde él se acercó para agarrar mis manos mientras gritaba.

- ¡Cálmate!

No fue suficiente, bajo la guardia, cosa que aproveche para patearle el estómago. La contextura de luis no era diferente a la mía, mis piernas fueron lo suficientemente fuertes para empujarlo contra el aparador del televisor, él se apoyó del mismo pero el televisor cayó al suelo quebrándose al impacto, haciendo un fuerte sonido de vidrios rotos y corto circuito acompañado de un destello de luz que nos asustó a ambos, deteniendo nuestra pelea.

- Estas loca, acabo de salir de prisión y lo primero que haces.... Es tratar de matarme.

No respondí, la verdad había tanto coraje como tristeza en mi corazón, quise decirle lo mal que lo he pasado, pero fueron mis lágrimas y llanto quienes hablaron, él se conmovió de mí y se acercó para abrazarme, pero yo interpuse mi brazo, no quería esos brazos alrededor mío, pero él seguía insistiendo.

- Apenas Salí, te busqué. No pude hallarte sin embargo en la cárcel me entere de la red de prostitución que utiliza a las convictas. Un coyote me lo dijo.

En ese momento mi llanto se detuvo, mi corazón palpito rápido, muy rápido, hasta me sonrojé de alegría. El problema es que Luis lo notó.

- ¿Lo conociste?

Pude haberle dicho la verdad, entre nosotros ya no había relación como tal, sin embargo algo me decía que no debía contarle la verdad. Entonces sequé mis lágrimas y le respondí.

- He estado con muchos hombres, no los puedo recordar a todos, la verdad me sorprendí de verte.

- ¿Te sorprendiste? Me rompiste la nariz.

- Por tu culpa, me metieron a la cárcel.

- No se suponía que debías ir a la cárcel, la verdad, no sabes lo mucho que lamento todo lo ocurrido.

Me levanté del sillón molesta y le dije con la voz quebrada.

- Tú no sabes por lo que he pasado! Me humillaron, me hicieron sentir como basura, hasta llegue a pensar que efectivamente yo no valía la pena.

- Para mí, sigues siendo una reina.

Me dijo, mientras intento acariciar mi cabello, suavemente desvié su pata con la mía.

- No soy ni la sombra de la Jasmine que conociste, he logrado sobreponerme, me recuerdo frente espejo, todos los días, a la puta que vez ante ti, que tiene algo de valor. Ya no tengo la sonrisa de antes.

Diez Años de Dolor y PlacerWhere stories live. Discover now