PARTE 4. El Club

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La misma noche que mi ángel fue arrebatado, fue la misma noche que me  trajeron al club, un lugar lleno de luz, música y por supuesto, carne;  nuestra carne

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La misma noche que mi ángel fue arrebatado, fue la misma noche que me trajeron al club, un lugar lleno de luz, música y por supuesto, carne; nuestra carne. A ese lugar llegaban oficinistas, gente muy similar a mis ex compañeros de trabajo, algunos oficiales del gobierno y por supuesto mafiosos, los mejores clientes según entendí, quienes brindan las mejores propinas, algo muy importante y perseguido por las chicas, puesto que el costo de nuestros servicios va a parar directamente a los bolsillos del Director, lo único que nos queda, son las propinas, es por ello que la competencia entre las chicas, es despiadada, incluso es aun peor que en el edificio de apartamentos.

Aquí se vale todo, con tal de conquistar la lujuria de alguno de los clientes acaudalados.

Sin embargo, todo lo que el director hace, tiene ese toque macabro, si el dinero no te motiva a "mover ese culo" entonces el dolor lo hará, las chicas que no logran obtener suficientes clientes por noche, caen en el escaño conocido como "las putas baratas" aquellas que por un miserable precio, puedes follar en la sala común, solo baja el cierre de tu pantalón y listo. La sala común es el nombre bonito para el lugar utilizado por jornaleros, trabajadores de la construcción en su mayoría, para quienes una chica u otra da igual, y el precio es lo más importante por tener sexo o "meterla" como dicen ellos.

En esta sala común, se tiene sexo donde sea, las chicas llevan una especie de ropa, que no brinda cobertura alguna, es solo decoración en cuerina, dejando expuesto los senos y la entrepierna, para no perder tiempo en quitar y poner. Ese fue el sitio donde me llevaron la primera vez al Club, es donde empiezan todas las nuevas, dijeron; sin embargo no me parecía tan mal lugar, si lo comparas con las brutales orgias con Rhonda, esto parece un sitio tranquilo, pero como ya dije antes, el Director siempre tiene ese toque macabro, y ahora con las ideas de Rhonda, si una chica no logra atender un mínimo número de clientes por noche, es condenada al "potro" que no es otra cosa que ser atada a un banco de madera, o suspendida sobre sogas desde el techo, sin la posibilidad de moverte a voluntad pero expuesta para ser penetrada por un muy bajo precio, y como si eso no fuera suficiente, estas chicas "sin valor" para el club eran las que Rhonda tenía toda libertad para usar en su películas de BDSM; este es el lugar más bajo al que puedes caer, y yo estaba muy cerca de caer en ese sitio.

En el club, la comunicación está prohibida, al menos en la cárcel podía llamara a casa una vez a la semana, pero aquí, ni siquiera eso. Nos advirtieron que robarle el celular a un cliente o tan siquiera usarlo prestado, puede acarrear el castigo de regresar a la prisión a cumplir la condena completa, estaba completamente sola.

Como te dije, me trajeron la misma noche que te separaron de mi, estaba destrozada lo último que quería era tener sexo y mucho menos con groseros machos, al llegar me asignaron una pequeña habitación y de dieron una especie de traje negro con franjas rojas, que dejaba totalmente expuesta mi entrepierna y senos, ridículo pensé, solo lo arroje al piso y me tire sobre mi pequeña cama para quedarme ahí cuando se suponía que debía estar trabajando, Tina estaba preocupada por mí, trato de animarme pero era inútil

Diez Años de Dolor y PlacerWhere stories live. Discover now