Karamatsu-san, al saber eso, lo tomó de los brazos para sacudirlo.

— ¿Es que no te das cuenta? Ellos te detestan, ni siquiera se molestaron por verte ni se preocuparon por ti. ¿Por qué tú no lo ves? Hay gente afuera a la que seguramente le importas, pero prefieres seguir atado a ellos —lo miraba a los ojos, viendo los cristalinos ojos del chico de lentes oscuros—. Ven conmigo, nos iremos tu y yo lejos de ellos y me aseguraré de que seas feliz.

Cuando los hermanos Matsuno llegaron a casa del anciano, éste los recibió de inmediato. El viejo no se veía bien de salud, se veía demasiado cansado. Sin embargo, eso no detuvo a los otros de tomarlo por la fuerza y aventarlo al interior del auto. Cuando volvieron al escondite, lo ataron en una silla y empezaron con el interrogatorio.

—Y bien, Karamatsu fue a tu casa, ¿no es así? —Choromatsu fue quien empezó con el interrogatorio, puesto que él era el más calmado en ese aspecto.

—Sí, así es. El joven Karamatsu fue a mi casa —el viejo contestaba cínico.

—Bien, me alegra escuchar que estás cooperando, anciano. ¿Me podrías decir qué pasó cuando él te visitó?

— ¿Qué iría a pasar? Se esfumó. Puf, rompió el espejo que le entregué la vez anterior y Amatsu-Mikaboshi decidió llevárselo. Jaja, no pensaba que cumpliría con el favor tan pronto.

El nombre del demonio hizo que Choromatsu lo viera incrédulo. Karamatsu y el resto podrían creer en todo ese folclore demoniaco, pero Choromatsu no.

—Amatsu-Mikaboshi, ¿eh? A diferencia de mis hermanos, yo no creo en esos cuentos de dioses y demonios, así que, a menos que quieras acabar como tu queridísima nieta, nos vas a decir lo que le hiciste a nuestro hermano.

— ¿Qué le hice? Te lo diré, lo envié lejos, a una dimensión donde sentirá el mismo dolor que yo sentí cuando me entregó la cabeza de mi querida Nyaa-chan.

Los otros hermanos escuchaban afuera del cuarto, y al escuchar esa última declaración, Ichimatsu apretó los dientes y abrió furioso la puerta.

— ¡Lo asesinaste, maldito viejo! —Ichimatsu se lanzó al anciano empezando a golpearlo, a lo que los demás trataron de detenerlo, sin embargo, fue todo en vano. Para cuando lograron quitarle a Ichimatsu de encima, éste ya había matado al viejo.

—Maldita sea, Ichimatsu, ¿no te das cuenta de lo que hiciste? Ahora no sabemos en dónde lo enterró, si es que de verdad lo mató —Osomatsu estaba furioso con el cuarto hermano, sacudiéndolo con fuerza para terminar por darle una bofetada.

—Pues vamos a revisar su casa. Era un viejo bueno para nada, seguramente lo enterró en su patio trasero o lo tiene en algún baúl. Hasta crees que tenía la fuerza o los contactos para deshacerse del cuerpo —a Ichimatsu no le importaba que Osomatsu lo hubiera golpeado, pero le preocupaba mejor otra cosa.

— ¿Qué le diremos ahora a Todomatsu? —preguntaba Jyushimatsu, preocupado por su hermano menor.

Todos quedaron pensativos por un momento. Iba a ser difícil, pero tenían que decirle a Todomatsu lo que habían averiguado al respecto. Es más, posiblemente debía ser él el primero en ver el cadáver de su querido hermano en el dado caso de que todo fuera cierto, o en el caso de que sólo lo tuviera como rehén, fuera el primero en verlo para darle todo el apoyo moral.

Todomatsu dormía en el cuarto del segundo hermano. Hacía días que no comía apropiadamente, y se le notaba ya en su rostro y su físico. Todos lo observaban desde la puerta, hasta que Osomatsu se acercó al menor para despertarlo.

—Todomatsu, despierta. Creo que ya sabemos qué fue de Karamatsu —le dijo acercándose a él, despertándolo gentilmente.

— ¿Qué? ¿Dónde está? —despertó atontado, frotando sus ojos, y viendo a Osomatsu de forma suplicante a su hermano mayor, a su aniki.

—Tenemos que ir a la casa del viejo, y, entonces sabremos bien todo, ¿sí?

Todomatsu no se veía muy esperanzado con dicha respuesta, pero entre el miedo y la desesperación, fue el primero en tomar su abrigo y, después de vestirse tan pronto como le era posible, salió arreando a los demás para ir en la búsqueda de su novio. Preocupados por la sanidad mental de su hermano, los demás lo siguieron a la camioneta, y subieron en dirección a la casa del viejo. Estando allí, revisaron de principio a fin la casa, de pies a cabeza, sin encontrar nada más.

Pero no fue hasta que llegaron al cuarto de los espejos, que sintieron la misma vibra extraña que Karamatsu percibía desde el día de su maldición. Se preguntaron qué era todo eso, y por qué todo se sentía tan pesado en ese lugar.

— ¿Qué hay con todos los espejos? —Ichimatsu preguntó viendo los mismos. No se notaba nada especial en ellos, pero el hecho de verlos ya causaba un miedo extraño en él.

—Se siente algo raro en ellos —le contestó Osomatsu, viendo cada uno, encontrando su propio reflejo en ellos. Estaban por dejarlos por las buenas, hasta que Ichimatsu, al verse en frente de uno y tocarlo, se desmayó al instante. Estuvo inconsciente por un par de segundos, hasta que abrió los ojos de repente, gritando el nombre del segundo hermano.

—Por dios, lo vi. Vi a Karamatsu-ani.... Karamatsu-niisan.

— ¿Qué? ¿Cómo que lo viste, Ichimatsu? —Choromatsu sostenía al muchacho de morado, mientras los demás lo miraban asustados.

—Él... dios, no entiendo nada. Es como si estuviera en un limbo, en otro lugar...

— ¿Un limbo? ¿Entonces está sufriendo? —Todomatsu le preguntó, asustado por su hermano.

—No, él... se veía muy feliz...

Nadie entendió eso último, por lo cual no dejaron de cuestionar al cuarto hermano al respecto. Ichimatsu, en vez de responderle, se quedó viendo el espejo, donde al parecer podía ver con claridad a Karamatsu, quien en esos momentos se vestía y preparaba para ir al festival.

[BL] Reflejo Desconocido [COMPLETA]Where stories live. Discover now