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Jungkook se sentía como una niña enamorada con cada segundo que pasaba a lado de Yoongi. No sabía si era bueno ocultándolo, pero esperaba que sí, pues pensar en que Yoongi notara claramente su sonrisa de bobo lo avergonzaba mucho.

No podía creerlo aún, y tampoco podía entender lo bien que se sentía estando bajo su compañía, lo único que entendía, era que por el momento no quería alejarse de él, no ahora que lo tenía. La felicidad que lo abordaba era grande y la forma en la que su sonrisa no decaía y sus ojos brillaban al ver a Yoongi no podían negarlo. Sentía como si todo estuviese bien ahora, ya no tenía que ocultar nada, porque sentía que una nueva historia estaba por contarse, y quería escribirla, quería escribirla con Yoongi y él siendo los protagonistas. Se siente muy bien poder tener lo que deseas, se siente aún mejor cuando esperaste tanto.

En el camino, le contaba a Yoongi acerca de todo lo que la emoción no lo hacía olvidar, e intentaba también no tartamudear ni trabarse, porque parecía que simplemente no podía dejar de hablar. Ya no parecía tímido o nervioso, de repente se habían creado de la nada en sus labios todas las palabras correctas y suficientes para no quedarse callado y aprovechar que Yoongi lo escuchaba con atención y le sonreía de vez en cuando. Como antes, tener su atención le satisfacía, y no quería malgastar ni un segundo de ella; tenerlo así, atento a él, lo complacía, de nuevo se sentía especial.

Le habló un poco acerca de todo: de la escuela que había finalizado unas semanas atrás, de lo que estudiaría al dar el paso universitario, también sobre anécdotas que vivió, en las que se vio obligado a mencionar a Jimin, porque estuvo a su lado en la mayoría, por no decir en realidad, que en toda su vida; hablaba de todo, y Yoongi sentía que al mismo tiempo de nada. Pero no sabía de qué quejarse, no encontraba de qué si Jungkook le sonreía tanto al hablar, además, el también se sentía bien de verlo así, de estar conociendo a esa nueva persona, que miraba tan preparada y completa.

Jungkook mencionó a Jimin y cómo habían terminado viviendo juntos, mencionó a la señora Min y a las ocasiones en las que siempre lo apoyó casi como una madre, mencionó a algunos de sus amigos que con el paso del tiempo se habían convertido también en personas valiosas en su vida, habló de todos, Jungkook se permitió contarle todo a Yoongi, excepto de su familia.

Yoongi, muy a pesar de ese hecho, no negaba la satisfacción que le causaba el hecho de que Jungkook pudiese tomarle tanta confianza en tan sólo un momento, también el cómo se miraba de seguro y divertido, de cómo se había transformado. El niño reservado se había quedado muy lejos, allá en el patio viejo de la escuela, porque quien tenía enfrente era todo lo contrario.

— ¡Oh, hyung! espera, no te conté que Jimin se cayó en medio del escenario el día de la ceremonia de nuestra graduación de secundaria — Jungkook ni si quiera sabía porqué habría de contarle aquello a Yoongi, pero ahora mismo sólo sentía que podía hacerlo con libertad y sería atendido, además le gustaba que Yoongi riera con él y le hiciera preguntas.

—No creo que haya sido tan divertido para él, Jungkook... — quejó Yoongi, sonriendo divertido al escuchar la risa del menor, sin apartar la vista de enfrente, mientras manejaba. Estaban por llegar a casa de su madre, y atender a la misteriosa visita que lo esperaba.

—No lo fue, estaba muy avergonzado y lloró cuando llegamos a casa y... — Jungkook tomó aire, recordando aquellos tiempos. Su sonrisa se congeló por un segundo, acordándose de aquel día en el que Jimin se enojó mucho con él por burlarse sin pausa durante todo el camino y  el resto de la tarde, aunque al final ambos terminaron riéndose juntos de todo, porque así era, al final, todo lo hacían juntos

— ¿Qué?... — Yoongi miró de reojo a Jungkook en el asiento, curioso de la razón por la que de repente se hubiese quedado callado de la nada.

crecer  ❨ kookgi ❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora