33. Parque

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Nos dirigimos a un lugar con muchas luces, lo cual hacía ver de aquella noche un lugar claro y alegre. Keith colocó sus gafas oscuras y bajo del auto, se lo veía tan apuesto.

—Un parque de diversiones—miraba a todo mi alrededor, no es que no me gustara solo se me hacía raro que Keith venga aquí.

—No es el parque de diversiones—tomo mi mano guiándome a otro lado, no pude evitar sentirme incómoda por aquella miradas de algunos chicos, es como si quisieran comerme con la mirada, pero no puedo negar que también hubieron varias chicas que miraban a Keith como si fuera un dios griego, las fulmine con la mirada quería mandarlas a volar, ahora entiendo cómo se siente Keith cuando pasa por esta situación.

—No quiero comentarios sobre esto— miraba a la gran reja que tenía al frente, parecía una jaula.

—No puedo aguantarme— mordí mis labios aguantándome la risa—¿Los carros chocones? No estás un poquito grande...

—¡Lydia!—gruño Keith, lo abrace de la cintura en muestra de perdón— Aunque sea grande me gustara siempre, solo por esto sé venir.

—Me encanta— susurré— Nos divertiremos— en realidad no tenía ni idea de cómo manejar esto, solo sabía que los frenos era para detenerse y el otro para avanzar, pero apenas toque el acelerador ya había avanzado como meteoro estrellándome contra la pared.

—Si es así ya gane—dijo Keith burlándose de mí— No es por nada, pero soy el mejor en esto.

—Oh Keith, no sabes que haré—intente acelerar hacia el pero Keith ya a la impactado contra mí, me estaba estresando no podía chocarlo, después de dar vueltas sin sentidos en mi carro ya le había agarrado el golpe, así que fui con todas mis fuerzas y logre chocarlo, grite al hacerlo, era la primera vez que lo estrellaba y merecía un grito de gloria. Me sentía afortunada y mucho, ver a Keith soltando grandes carcajadas, si carcajadas, algo que no se ve todos los días, hacía que me sienta orgullosa de mi misma, verlo sonreír me resultaba de lo mejor, pasaría todo el día mirándolo si pudiera. Los carros chocaban una y otra vez, el señor responsable se acercó para anunciarnos que había acabado nuestro turno pero al regresar se quedó con la boca abierta, ambos fruncimos el ceño sin saber porque. Nos levantamos para ver que ocurría.

—Creo que chocamos de verdad—apreté los labios, los autos estaban con algunas partes hundidas, como si un gran choque en verdad hubiera sucedido.

—Y creo que hay que irnos—Keith tomo mi mano, dejo algunos billetes y salió corriendo dejando a aquel señor con la boca abierta.

Al llegar a una zona alejada comenzamos a reírnos demasiado, tenía una cara demasiado graciosa, pero no solo era por eso de que reíamos, si no, de la adrenalina que había ocurrido.

—Eso fue increíble—dije entrecortadamente, con las manos en las rodillas.

—Nunca me había divertido así—dijo Keith agotado—Vamos a eso—me señalo un opuesto en donde tenía un arma y había que apuntar a unas botellas, me encantaba ver esta nueva faceta Keith parecía un niño pequeño muy ansioso, se lo ve adorable.

—Fácil—dije.

Era la mierda más difícil del mundo, ni Keith ni yo podíamos darle y éramos tan orgullosos que ninguno de los dos se rendía, creo que la mayoría del dinero la gastamos en este juego, aquel señor desgraciado se reía triunfante y contaba sus billetes.

—¡Esto es una mierda!— dijo Keith furioso, se colocó la mano en la frente como si pensara en algo. Tomó el arma y se la apuntó al dueño en la cabeza— Dame ese peluche ya— señaló al peluche de cuervo que estaba alzado en una esquina.

Lydia® [LIBRO 1-2] BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora