Capitulo 42: Mensaje Inesperado

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No entendía muy bien que pasaba, pero era obvio que Dylan me estaba evitando.


A la hora del almuerzo, todo estaba bien hasta que llego Verónica, note que se coloco nervioso y enseguida invento una tonta excusa para sacarnos a los dos de ahí. No sé si es mi mente que al verlo extraño saca a relucir mi jodida imaginación haciéndome ver cosas que no son. Pero puedo jurar que fue cuando ella llegó que se coloco extraño de nuevo.


Entre a mi última clase aun con el lío de pensamientos en mi mente, si no descubría que le sucedía al imbécil de Dylan juro que me volvería loca en el intento. Estaba harta ya, harta de toda la maldita universidad de mierda.


Pues sí, mi humor sigue igual o peor que cuando me levante esta mañana.


Me salí del salón a mitad de clase, no soportaba un minuto más escuchando sobre la perspectiva de las formas, no ahora, no hoy.


Me aleje del edificio sentándome en el banco bajo el árbol en el que varias veces me había sentado a esperar. Solo quería que este horrible día acabara. Irme a mi casa y dormir hasta envejecer.


Para mi muy buenísima suerte —Que se note el jodido sarcasmo— tenía que ir a trabajar hoy. Podría reportarme enferma, pero no podía darme el lujo de perder un día de trabajo.


Cansada de tanta pensadera, saque mis audífonos del bolso y me coloque a escuchar música. Aun faltaba media hora para que Dylan terminara su última clase. Hablaría con apenas lo viera, ya no aguanto seguir con la intriga.





Sentí que pasaron horas y que sonaron miles de canciones cuando lo vi en la salida. Estaba para esperando con su teléfono en la mano. En ese mismo segundo, mi teléfono vibro y supe enseguida que era él.


Sin molestarme en revisar el mensaje, camine en su dirección


—Hola—Dije llegando a su lado.


—Hola—Me dijo sonriendo—Te acabe de escribir.


—Lo sé, estaba sentada allá—Dije señalando el banco haciendo que el mirara en la dirección que apuntaba mi dedo.


—No te vi, nena—Se rasco la nuca—Por cierto, la cafetería estará cerrada hoy. Al parecer se daño la cocina y así no podrá abrir. Mi tía me acaba de llamar.


Sentí un alivio recorrer mi cuerpo al enterarme que estaba libre de trabajo al menos por hoy. Al sentir de nuevo al Dylan de siempre conmigo, decidí olvidarme del tema.


— ¿Quieres ver películas hoy? —Pregunte entusiasmada de que podríamos pasar la tarde juntos y así desaparecería la incomodidad que se estaba formando en ambos.


—Ehm, no. Yo igual debo ir para ayudar allá.


Amor y GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora