Capítulo veintitrés. Falta un ingrediente.

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Narra Javier.

Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de tal privilegio y, a pesar de que María me haya gritado durante horas por no haber cumplido una orden y venir a este estúpido fin de semana de chicas, no me arrepentía de haberlo hecho. Si me hubiese quedado en el apartamento comiendo pizza y jugando a videojuegos no estaría abrazado a esa morena insoportable, cabezona y orgullosa en estos momentos.

Este juego absurdo la estaba descolocando y comenzaba a tener miedo de perderla y que se fuese con el prepotente y engreído de Marcos. Obviamente eso no lo iba a permitir. Quizás yo no ganase, pero no iba a dejar que María acabase con un tipejo de tal calibre.

La quiero y ese sentimiento es independiente a esa pelea entre los chicos y yo. Siempre he querido a María, desde el primer día que la vi en el instituto hasta el día de hoy, y estoy seguro de que siempre la querré. Fui un capullo con ella y por mucho que intente perdonarme a mí mismo, es imposible; y sé que ella tampoco puede hacerlo. Hemos estado en una relación en varias ocasiones y aún noto en su mirada como duelen los fallos del pasado. Hay algunos que duelen tanto y te quedan tan marcados, que la cicatriz te dura toda una vida y por mucho que intentes borrarla o hacer que mejor, nunca serás capaz de ello.

Eso es exactamente lo que nos ha pasado a nosotros.

Nos propusimos dejar todo el pasado atrás junto a nuestras equivocaciones, pero en muchas ocasiones éstas son demasiado fuertes. El hecho de que las recordemos, no quiere decir que no nos queramos. Claro que lo hacemos, o al menos yo a ella, aún no tengo muy claro si ella sigue sintiendo algo por mí.

Sinceramente, y siendo positivo, si lo hace, ¿por qué no estamos juntos? Lo dejamos por culpa de la distancia e iniciamos una relación de mejores amigos pero si no llega a ser por eso, nuestra vida en pareja funciona bastante bien. Hay complicidad, sinceridad, lealtad, confianza... Nos entendemos perfectamente a pesar de ser tan diferentes. ¿Por qué se me ocurrió la magnífica idea de romper y que intentásemos ser amigos?

A veces me planteo operarme el cerebro porque mi estupidez supera los límites marcados en la actualidad.

Cuando llegamos a ese ''pacto'' ambos nos mentalizamos de que era lo adecuado y que la situación lo requería. Probablemente incluso llegamos a plantearnos la posibilidad de que no nos quisiéramos de la misma manera que antes, o al menos eso me planteaba yo y sé que por la mente de María pasaban preguntas similares simplemente por la forma en la que me miraba. No estoy muy seguro de si eso fue provocado por nuestras mentes para que la ruptura y separación fuese más fácil o es que realmente nuestro cariño hacia la otra persona en forma de amor había disminuido. Estoy seguro que hablo en nombre de los dos cuando digo que solo consideramos la probabilidad de que nos quisiéramos como simples amigos o que nos tuviésemos mutuamente agradecimiento por todo lo que habíamos vivido. Quizás fueran engaños psicológicos que nos hacíamos a nosotros mismos para no afrontar la realidad y con ella el dolor que venía.

Aún sigo dándole vueltas a todo eso y me hace dudar de mis sentimientos hacia ella. Me gustaría tener todo claro como hace unos años en los que estaba convencido en que la amaba con toda mi alma, pero no puedo decir lo mismo ahora. La realidad se me ha mezclado con el engaño y no tengo nada en claro en estos momentos. Sé que la quiero, la duda realmente está en si la quiero como una buena amiga con grandes recuerdos en común o como la futura mujer que quiero tener por el resto de mis días.

Las ganas de besarla, abrazarla, protegerla y tenerla a mi lado, nunca han desaparecido y por eso estoy tan feliz en estos momentos al estar apoyándola; aunque eso no tiene por qué hacerlo necesariamente un novio, sino que los amigos también se encargan de hacer esas funciones. Y más si hablamos de mejores amigos, como en este caso.

Que el destino decida. (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora