Capítulo diecinueve. Maldito cliché.

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—Los deportes nunca han sido ni serán lo mío. —me quejé frotándome la cabeza y sosteniendo una bolsa de hielo en mi rodilla derecha.

—Aún sigo sin conseguir entender cómo pudiste caerte con un simple skate. —comentó Vanesa negando con su cabeza.

—Y que éste le diese en la cabeza. —añadió mi prima.

—Y que después un perro... —comenzó a decir Javier pero le di una colleja interrumpiéndole. —¡Auch! —se quejó mirándome de manera dubitativa.

—Ni se te ocurra recordar el accidente del perro. —le advertí.

—Tengo que añadir que fue gracioso. —intervino Marissa intentando reprimir una carcajada.

—¿Por qué no grabáis momentos así? —preguntó mi amiga enojada. ¿Qué clase de amiga se alegra de las desgracias de sus amistades? ¿Las mejores amigas? Pues entonces ellas también están sobrevaloradas.

—Estábamos en medio de una entrevista. Debemos ser profesionales. —¿Profesionales? Si ambos comenzaron a reírse como si no hubiese mañana... Serán hipócritas.

—Me encanta cómo os preocupáis por mí... —mencioné irónicamente.

—Tenemos derecho a reírnos. Piensa que eres demasiado graciosa querida primita. —no sé qué clase de mente perturbada tienen las personas de las que me rodeo, pero definitivamente están totalmente locos. ¿Cómo se atreven a clasificarme a mí de una persona demente? ¡Ellos son mucho peor!

—¿Apuntaste que me encanta que sea una patosa? —sí, el estúpido de Javier seguía con la maldita lista de pros para el estúpido periódico online de mi prima.

—Deja ya esa idea tan irracional. —suspiré cansada tomando una posición más cómoda sobre el sofá.

—No pienso permitir que de la Rosa me gane. Heriría mi orgullo masculino. —infló su pecho y lo golpeó con su puño. ¿Hemos vuelto a la Edad de Piedra?

—Recuerda que también perderías a la chica de tus sueños. —aludió Vanesa.

—La chica de mis sueños me lo pone demasiado complicado todo. —suspiró posicionando un brazo sobre su cabeza y ocultando ésta.

—A la chica de tus sueños le acaba de orinar un perro encima, obviamente no piensa con claridad. —a pesar de que mi cara pareciese un tomate tanto por el hecho de que estuviesen refiriéndose a mí como la chica de ensueño de Javier como por el hecho de que un perro haya hecho pis en mi cara, le tiré un cojín a mi prima y di de lleno en su barriga. ¿Por qué todos me miraban mal cuando hacía eso? Verdaderamente se lo merecían. No está bien reírse de los males ajenos.

—¿Sabéis? A veces pienso que realmente no me quiere. —Oh Dios mío, no empecemos con el sentimentalismo... Por favor, por favor, por favor.

—¡Claro que te quiere! —exclamó mi amiga haciendo una pedorreta con su boca. —Solo que es demasiado testadura como para admitirlo.

—Conozco a mi prima y sus sentimientos hacia a ti quedan expuestos a través de su mirada. Que lo intente evadir y estar engañándose a sí misma no le está sirviendo de mucho. —¿eran consciente de que estaba presente, no?

—El empujoncito que necesita es la encuesta del periódico. —alentó Vanesa. —Pero me parece un gesto muy feo por su parte estar dándole esperanzas al pobre Marcos...

—¡Exacto! —chasqueó Javier su lengua. —Es obvio que María y yo volveremos a estar juntos. —esto había sido el colmo.

¿Qué descabellada idea es esa? ¡Javier y yo nunca volveremos a tener una relación! ¿Por qué demonios todos se habían empeñado en que sucediese algo así? Era consciente de que cuando estábamos juntos hacíamos una pareja increíble y realmente nos complementábamos y teníamos complicidad, pero eso era algo que había quedado en el pasado y ambos habíamos pactado dejarlo atrás y comenzar desde cero como amigos.

Que el destino decida. (Terminada).Où les histoires vivent. Découvrez maintenant