Capítulo diecisiete. La perplejidad.

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—¿Te han hecho reportera en la página web de la universidad? —le pregunté a Vanesa con sorpresa. Ella asintió con vitalidad y correteo a mi alrededor con sus palmas juntas y un brillo de emoción en sus ojos.

—Adoro a tu prima. —comentó tras soltar un suspiro.

Exacto. La chica que se viste como un militar es mi prima. Por eso siempre me entero de todos los cotilleos antes de que los demás aunque me dan exactamente igual. Mi prima se altera demasiado con todos los chismes y noticias escandalosas que les llega y no puede evitar informarme a mí y parlotear sobre ello, incluso debate algunos temas que le parece injusto como el hecho de que el profesor de matemáticas le haya pedido matrimonio a la de lengua sabiendo que ha estado saliendo por cinco años con el de inglés.

Sí. La vida personal del profesorado tiene mucho más juego que la de los estudiantes. Lamentable.

Cuando yo me canso de escuchar historias que para mí me son indiferentes, mi prima recurre a Vanesa y ambas se sientan en el sofá de nuestro apartamento, se hacen palomitas y comienzan a hablar de todas las noticias las cuales se haya enterado Marissa durante esa semana. Ha habido días que he llegado al apartamento después de las clases o del trabajo e incluso me he encontrado a mi profesor de inglés tomando un café con las chicas. Bastante sorprendente ¿eh?

No sé desde cuándo los profesores pueden entablar una relación más allá de la profesional con los alumnos. Juan podía meterse en algún lío si la directora sospechase de él y de que se reuniese con estudiantes en los apartamentos, y más teniendo en cuenta la cantidad de información sobre el claustro que salía todas las semanas. Perderíamos al topo.

El hecho de que Marissa le haya ofrecido a Vanesa un puesto en esa especie de periódico de la página web de la universidad era una catástrofe mundial. Vanesa era una chica muy activa y muy chismosa, cuando se le metía descubrir algo sobre alguien podía llegar a ser muy insistente e incluso pesada. Acosaría a los estudiantes todo el rato e iría por los pasillos fotografiando cualquier cosa. Nadie sería capaz de quitarle esa cámara del cuello y estaba totalmente segura de que esos dotes de psicópata acosadora la llevarían lejos en esa página web y encontrarían muchas noticias interesantes, pero los daños colaterales serían la salud de los diferentes alumnos ya que se verá afectada por ataques de ansiedad y pánico. No me extrañaría nada que a Vanesa le llegase alguna que otra orden de alejamiento.

Y no exagero desgraciadamente.

—Marissa me supervisará por unos días para que me lo tome todo con calma. —añadió sacando su móvil y comenzando a ver las recientes novedades del ''periódico online''.

—Intentaré no dar ningún escándalo y seguiré con mi monótona vida. —comenté sacando un nuevo libro de mi bandolera.

—Pues tú eres uno de los puntos principales para la semana que viene. —sonrió de forma traviesa. —Las noticias vuelan y ya media universidad es consciente de la rivalidad que se ha creado entre de la Rosa y Blumer. —la miré con espanto. Esto no podía ser real...

—Dime que no has sido la responsable de eso. —exigí achicando mis ojos en su dirección.

—Sigo siendo una buena amiga aunque me vaya a dedicar al periodismo. —contestó encogiéndose de hombros. —Pero Marcos nunca te prometió que no fuese a gritarlo a los cuatro vientos.

—Marcos siempre intenta pasar desapercibido. —negué con mi cabeza. Era imposible que ese chico hubiese ido dando esas declaraciones. Era reconocido por destacar en cosas relacionadas con la ''delincuencia'' o por gastar bromas absurdas y un poco peligrosas. Destacaba por su aspecto de chico malo y problemático pero nunca le había interesado el tema de las habladurías. Incluso llegaba a pensar que detestaba esas cosas así qué era imposible que él fuese el responsable de esto. —Dudo que de repente quiera salir en la prensa rosa.

Que el destino decida. (Terminada).Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz