Capítulo treinta y cinco. El amor se encuentra mediante encuestas.

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—¡Pienso quemar su pelo moreno! —estaba en la cocina tomándome un café antes de irme a la universidad cuando mi amiga salió de su habitación gritando. —Pienso descuartizarlo y dárselo de comer a las vacas.

—Las vacas son herbívoras, inculta. —comenté mientras que bebía un poco de mi líquido favorito caliente.

—Pues haré que sean carnívoras. Cambiaré sus gustos alimenticios. —espetó mi amiga dejando un bote de champú encima de la mesa de la cocina. —Casi me quedo el pelo naranja. ¡Naranja! —apreté mis labios intentando contener una carcajada.

—Ahora tienes extensiones anaranjadas. Estás muy guapa. —mencioné jocosa señalando las puntas de su pelo.

—No tiene gracia. —se cruzó de brazos. —Si no me llego a dar cuentas antes, prácticamente me tiño el pelo.

—Javier ha hecho cosas peores, seguro que compensa tu nuevo color de pelo con toda la comida que te dará para pedir disculpas. —hice un ademán con mi mano y bebí el último sorbo de mi cafeína diaria.

—Más le vale ocultarse bien porque también me ha gastado mi crema de piernas que me había costado veinte euros y soy demasiado pobre para que, el dinero que gasto, lo desperdicie él en sus inútiles intentos de parecer sexy. —cogió el bote y, antes de salir por la puerta de la cocina, se giró hacia mí. —¿Segura que no es gay? —me encogí de hombros.

—Eso deberías preguntárselo a él. —Vanesa soltó una serie de improperios que me sacó una sonrisa.

Me encaminé al salón, cogí mi mochila y archivador y, después de coger las llaves, salí de mi apartamento. ¿Habría alguna noticia en la página web de la facultad? Mi prima era bastante buena con las investigaciones y últimamente no estoy muy al tanto de los cotilleos que circulan, que sí, no me interesan los rumores pero mi prima siempre me pregunta cómo le han quedado las investigaciones, las portadas, si el texto está bien redactado... En definitiva, mi opinión sobre el trabajo que ha realizado y, como buena familia que soy, me leo cada uno de sus reportajes para después poderle ser sincera sobre la noticia notificada.

El trabajo de Juan, nuestro profesor de inglés, también tiene su merito. Independientemente de que sea un buen periodista, lo mejor que se le da es ser un buen infiltrado. El profesorado sigue sin imaginarse quién es el responsable de las filtraciones y van echando y descartando profesores pero del único que ninguno sospecha es de Juan. Pienso que en vez de haberse dedicado a la enseñanza debería haberse especializado en detective, es probable que descifrase todos los casos. Suele pasar desapercibido y eso le da una ventaja abismal, eso sin contar con que siempre está con un semblante serio y neutral, no da signos de miedo, sorpresa o nerviosismo. A veces alguien tiene el privilegio de verle sonreír (como es mi caso) pero, si lo cuentas, morirás.

Llegué al gran edificio y me llevé algunas miradas curiosas de las pocas personas que esperaban en la puerta. Pude observar a mi prima esperándome en la entrada, mordiéndose las uñas y con una sonrisa fingida. De acuerdo, he salido en su web online y eso significa que cometeré un asesinato en tres, dos, uno...

—¿Qué has hecho? —cuestioné cuando llegué a su encuentro.

—No sé de qué me hablas. —contesta haciéndose la desentendida.

—Dime qué has publicado sobre mí y quizás tu muerte sea más rápida. —ofrecí. Creo que era un trato bastante razonable.

—¿Cómo puedes dudar de tu prima querida? —preguntó fingiendo ofensa.

—Vas atizándole a gente con cadenas, creo que de inofensiva tienes poco. —acusé. No iba a dar mi brazo a torcer, odio que se publique mi vida íntima y mi prima y Vanesa estaban constantemente haciéndolo. ¿Por qué demonios le daría ideas a estas dos dementes? Voy a tener que empezar a controlar mi impulsividad y el hablar sin pensar las consecuencias antes.

Que el destino decida. (Terminada).Where stories live. Discover now