Capítulo catorce. El regalo de la lista.

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<<Aclaración del último capítulo: Del hilo rojo que tanto habla Javier al final hay una leyenda que consiste en que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper>>.

<<Aclaración para este capítulo: ¡Escuchad esa canción mientras que leéis la parte final cuando se queda a solas con Javier!>>

Capítulo catorce. El regalo de la lista.

Era un hecho: en esta casa nunca tendrás despertares felices y el día de tu cumpleaños no va a ser una excepción.

Pensaba que hoy, que era mi genial día, me levantarían con el desayuno en la cama, flores frescas y miles de obsequios a mi alrededor. Sí, ya sé que es muy cliché y también soy consciente de que todo eso es demasiado cursi y que no me gusta. ¿Cómo me iba a gustar que me llevasen el desayuno y éste cayese por mis sábanas? Comer en la cama era una incomodidad terrible, y en el caso de que te lo llevasen en una bandeja, no estaría cómoda sentada. Los desayunos se comen sobre una mesa y sentada en una silla (o sofá en su defecto) pero no en la cama; ¿cómo podías soportar los olores de las flores frescas recién levantada? A mí me molesta incluso que me saluden, imposible que me guste oler un olor tan fuerte como el de las flores; y, por último, ¿cómo va a haber regalos esparcidos por mi habitación? Yo tendría miedo de quién demonios había entrado en mi habitación y se había dedicado a colocármelos. Eso sin contar con que después tengo que recoger yo todos los envoltorios y demás.

¿Qué le vamos a hacer? No soy una chica de películas.

Excepto por los osos gigantes de peluche. ¿A quién no le gustan? Incluso a la amiga gótica de Vanesa le agradaban. Me enteré el otro día que tiene uno de color negro con muchos cuchillos clavados en la barriga formando un corazón y un collar con unas pulseras de pinchos.

Bueno, cada uno lo personifica como quiere. Es ingenioso.

Me levanté por unos molestos golpecitos en mis mejillas y notando como de piernas hacia abajo estaba mojada. Lo primero que pensé fue que me había hecho pipí encima, descarté esa idea al abrir los ojos y visualizar un cubo azul a la izquierda de mi cama. Que ingeniosos, se podrían haber desecho de las pruebas. Cutres; sin embargo, aunque no hubiese rastro de la persona responsable de esa absurda y mísera broma, los golpeteos en mi mejilla eran diferentes. Javier me miraba con ilusión mientras me daba pequeños golpes con su dedo índice en mis mejillas. Claro, sería algo normal si no me hubiese echado nata por toda la cara y me hubiese pintado mis ojos y sus alrededores de rímel negro.

Ja- ja, en serio, me parto de la risa.

—No es el día de los inocentes pero si lo fuese, apestaríais como bromistas. —comenté sentándome en la cama y frotándome mis ojos, dejando mis dedos negros debido a la pintura. —¿Por qué tengo los ojos pintados de esta manera? ¿Pretendéis ir a denunciar unos abusos y me habéis usado como cebo? No pienso cometer un delito de estafa.

—Es por los viejos tiempos cuando te declarabas como una chica seguidora de Satán. —se encogió de hombros y sonrió satisfecho. —El día de tu cumpleaños debe ser especial.

—¿Y esta es vuestra mejor forma de demostrarlo? —enarqué una de mis cejas. —¿Por qué nadie ve los dementes amigos que tengo y los encierran en un manicomio? Eso sí que sería un buen regalo de cumpleaños.

—Seguro que el mío te va a gustar más que ninguno porque es el mejor del mundo mundial. —infló su pecho con orgullo y yo le lancé una mirada suspicaz.

—Pues espero que tu regalo no sea nada relacionado con ir a dar una vuelta porque tengo que estudiar. —me dirigí al cuarto de baño para rehacer mi moño desaliñado y quitarme el maquillaje y la nata que tenía por toda mi cara bajo la intensa y desconcertada mirada de Javier.

Que el destino decida. (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora