Digamos que algún día me atrevo a hablarte.
Sí, y digamos que ese día quieres escucharme.
También supongamos que no todo estaba en mi mente.
Hagamos de cuenta.
Por hoy, por solo unos instantes nada más.
Olvida que somos dos desconocidos sin más.
Olvida como te trato de olvidar.
"Corazones desbordados", fragmento de Cielo Rojas.
―¡A levantarse, a levantarse, a levantarse! ―gritó Agnus mientras saltaba en mi cama. Sí, en mi cama―. ¡Dale, no seas vaga, amiga de mi alma!
―¡Volá de acá, Agnus! ―Me quejo tapándome más.
―¡No, no, no, no! ―siguió saltando.
―¡Dale, salí de acá! ―Trato de patearla.
Nunca, pero nunca intenten despertarme un domingo por la mañana... nunca.
―¡Levántate, te lo suplico! ―Me zamarrea.
―¡Ah, qué hartante que sos, loco! ―Me aferro a la almohada.
―¡Chicas, entren! ―exclama mi amiga y vuelvo a gruñir porque sé qué sucederá...
Gise y Pri ingresan a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja y con varias cosas en sus manos.
―¿No se levantó? ―pregunta Pri.
―No, no me voy a levantar, no me molesten.
―Pondrás ese trasero argentino fuera de la cama para que te comiences a arreglar, ya mismo. No me la pasé haciendo este hermoso vestido verde para nada, ¿me escuchaste? ―soltó Gise.
DU LÄSER
Los versos de Cielo
TonårsromanerHay veces que Cielo Rojas se pregunta por qué no escribió Orgullo y Prejuicio, pero la respuesta es clara: ella no es Jane Austen, no nació en Inglaterra y no considera que tiene un talento de tal magnitud. Sin embargo no puede evitar rodearse de Li...