Capítulo 22: Everything Has Changed.

35.2K 4.5K 2.5K
                                    

Maratón banpyrezko (2/3)

Desaparecería ese 20 de diciembre en el que te vi por primera vez

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Desaparecería ese 20 de diciembre en el que te vi por primera vez.

Huiría de ese instante en el que conocí tu nombre.

"Palabras al viento", fragmento de Cielo Rojas.

¿Vieron ese momento en donde estás a punto de despertar? Es como si todavía estuvieses dormido, pero a su vez sos consciente de que solo te quedan segundos de ese momento sagrado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿Vieron ese momento en donde estás a punto de despertar? Es como si todavía estuvieses dormido, pero a su vez sos consciente de que solo te quedan segundos de ese momento sagrado. Bueno, esto es lo que me pasaba a mí. Me encantaría despertar con los rayos del sol acariciando mi delicado rostro, o que un canario se pose en mi ventana y cante para mí. Ni hablar de mi aspecto, pareciera que en mi pelo estalló la segunda guerra mundial y mi aliento... ¡Por favor! Dios los libre y guarde de olerlo. Así, en mi desastre matutino, me levanto cada día para comenzar mi jornada. Sin embargo, hoy no me pongo de pie por mi endemoniado despertador. Es el sonido de una llamada entrante en el celular lo que me obliga a tocar el frio suelo de mi habitación.

Me fijo por la pantalla de quién se trata y me llevo la agradable sorpresa de ver que es mi mamá.

―¿Mamá?

¡Hola, Cielis! ¿Cómo estás? ―pregunta del otro lado de la línea.

―Digamos que bien, pero mi pregunta es: ¿Por qué me llamás un sábado a las nueve de la madrugada? ―inquiero gruñendo.

―¿De la madrugada? ¡Qué exagerada me saliste! Sos joven, hija, tenés mucha vitalidad así que no quiero quejas.

―Sí, mama... ―Me quejo de igual forma―. ¿A qué debo el honor?

―Lo que quería proponerte es que vengas a almorzar con tus amigos, ¿qué te parece? En casa te extrañamos bastante y queríamos conocer a tus otros amigos.

―¡Me encantaría! ―suelto con entusiasmo―. Mientras no hablés de mí y no muestres fotos mías de mis actos escolares que arruiné, todo bien.

―¿Cómo podría hacerte eso? Me ofendés, corazón ―dice dolida, pero sé que está fingiendo.

―Ah, y escondelo a Franco por ahí para que...

Los versos de CieloWhere stories live. Discover now