Capítulo 10: Viens, Chucky.

47.1K 4.6K 2.1K
                                    

A veces te encontraba en cada rincón de mi habitación

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

A veces te encontraba en cada rincón de mi habitación.

A veces te encontraba siempre en la misma canción.

A veces te encontraba en la espera.

En el fragmento de un libro cualquiera.

"Palabras al viento", fragmento de Cielo Rojas.

―Perdón, Cielo ―dice Matías realmente acongojado―

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

―Perdón, Cielo ―dice Matías realmente acongojado―. Sé que querías ir a esa librería, incluso yo también, pero no sé cómo se aguijoneó el neumático de mi auto. ¡Y me robaron el neumático de repuesto! Si quieres podemos ir a otro lado...

―No te preocupes, pero le prometí al señor Baudin que iría a visitarlo todos los martes. Es algo en que no puedo fallarle. ¿Querés venir conmigo lo mismo? ―Me encogí apenada al ver su cara repleta de decepción

―Me encantaría, pero hoy tengo que dedicarme a ver cómo resuelvo lo de los neumáticos ―respondió con pesar.

―Qué bajón, pero podés almorzar con mis amigos o conmigo algún día de la semana.

Su rostro pareció adquirir un poco más de entusiasmo.

―Eso es genial, me encantaría conocerlos. Ahora, ¿cómo irás a visitar aquella librería? ―inquiere.

―No tengo la más pálida idea, aunque seguro que se lo pida a Austin ―comenté algo dubitativa. En realidad, es al único que se lo pediría. Kéven tiene su auto, pero no tengo la suficiente confianza como para decirle al chico que lamentablemente me gusta: "Hola, rubio de mi corazón, ven y llévame en tu auto". Sinceramente, no da.

―Todavía no lo puedo creer y tengo mucha impotencia. ¿Quién puede molestarme de tal forma? ¡No conozco a nadie que sea capaz de esas cosas! ―exclamó indignado.

―Seguro que fueron los típicos chicos de las hermandades. No te preocupes Traté de convencerlo.

―Y espero que realmente no lo hagan más. Por cierto, Cielo, estaba pensando... ¿Me darías tu teléfono?

Los versos de CieloWhere stories live. Discover now