Capítulo 12: ¿Qué hacés acá?

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¿Es ridículo asociar tus palabras con un abrazo?

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¿Es ridículo asociar tus palabras con un abrazo?

Porque es lo que siento;

Siento que me abrazas.

Siento que me calmas con cada palabra.

Día 46. Mensaje de la chica de los post-it rosas.

"Nuestro libro de Jane", fragmento de Cielo Rojas.

El frío de esta noche era el más llevadero de toda la semana

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El frío de esta noche era el más llevadero de toda la semana. Kéven había pescado un gran resfriado y desde el sábado pasado no hacía otra cosa más que estar en cama, a tal punto, que el martes no pudo llevarme a la librería de Baudin. Lo había extrañado un montón. Tuve que ocultar mi emoción al verlo detrás de la puerta de mi habitación y ahora tengo que aguantar a este corazón que palpita a mil por hora de solo estar a su lado. Tonto corazón. Extrañé armar bollitos de papel con Kéven y tirárselos en la cabeza de Austin; aburría hacerlo sola. Extrañé que me hablara de The big bang theory. Y debo confesar que me acostumbré tanto a su compañía, que algo me faltaba durante estos días.

Ahora caminamos hacía el pasillo que conduce a los jardines de la residencia. Un guardia nos ve y trata de ocultar una sonrisa burlona, porque claro, no es normal que dos jóvenes universitarios caminen un viernes en pijama y con pantuflas de tigres y conejitos. Y quiero sentirme como si estuviésemos en una cita, pero no lo estamos. Kéven es solo un amigo al que no le molesta verme en pijamas de Hora de aventura, con la carita de Jake adornando la camiseta y los pantalones de algodón.

El viento nos azota en el momento que abrimos las puertas de vidrio reforzado. Soy una persona que sufre el frío. En Córdoba Argentina, el clima no llega a temperaturas tan bajas, así que fue un martirio acostumbrarme a un París otoñal e invernal, y más si sos una persona re friolenta como yo. Meto mis manos en los bolsillos de mi campera y miro a Kév de reojo. En el silencio no me había dado cuenta que nos desviábamos hacía el aparcamiento.

―¿Por qué nos vamos hacia el aparcamiento, y por qué me sacaste en este clima antártico? ―inquiero sonando casi ofendida. Casi, porque estoy feliz―. ¡Además estás enfermo! ¿Esa campera te abriga bien?

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