Capítulo 27: Ya no había manera de negarlo.

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Preciosa, nunca estaremos distanciados

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Preciosa, nunca estaremos distanciados.

Vemos la misma luna; ella nos espera.

No te preocupes, siempre querré tenerte cerca.

El chico de los post-its amarillos. Día 50.

"Nuestro libro de Jane", fragmento de Cielo Rojas.

Golpeaba mi lápiz contra el cuaderno de Literatura Española

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Golpeaba mi lápiz contra el cuaderno de Literatura Española. Nuestro profesor estaba escribiendo y escribiendo en la pizarra un análisis sobre el Poema del Mío Cid, que no me apetecía leer ni copiar. Y a mi lado Carla no dejaba de hablar acerca de una fiesta que hoy viernes tendrá y se supone que debo acompañarla. ¿Una fiesta? ¡Una estúpida fiesta de ex compañeros de la secundaria! Lo que menos quería es que alguien me llevara de aquí para allá del brazo y sonreírles a desconocidos, que tal vez me estén criticando o criticándose entre ellos mismos.

Busqué los mejores zapatos. ¡Ni loca dejaría que Amanda esté mejor vestida! O sea, nunca...

Ya no sabía qué pensar sobre estas últimas semanas. Es increíble como tu vida da un giro de ciento ochenta grados de un día para el otro. Le tenía cariño a Carla... o eso creo, pero a veces poseía actitudes que desencajaban conmigo totalmente. Ella es inteligente; para ingresar a la UHIF debes serlo y si bien estudia literatura, le gusta escribir y demás, mis libros y mis pensamientos no cuadran con los suyos. Le gusta la literatura juvenil, como a toda chica, pero no por el estilo de autor, por su narración o la calidad y originalidad de cada línea, nada de eso. Se compra esos libros que salieron recientemente con escenas bastante subidas de tono que no son mi tipo de literatura. ¡Solo las lee por los chicos! Hasta ama a esos galanes rebeldes y malos de los que solía burlarme. Si le preguntaba sobre algún poeta, solo me respondía que yo era su favorito. En ese entonces comencé a sospechar; si a ella no le gusta la poesía, ¿cómo pudo escribir líneas tan bellísimas? Una vez le aconsejé que leyera la famosa saga de El señor de los anillos y me preguntó si había romanticismo. Al responderle que no mucho, se negó rotundamente porque le aburriría. «Frodo y Gollum básicamente se obsesionan con un anillo, ¿eso cuenta?», pensé en decirle, sin embargo, opté por quedarme callado.

Los versos de CieloWhere stories live. Discover now