Capítulo 11: Enrique Iglesias me mata.

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Publiqué algo muy importante en "Lo que sé de tu orgullo", para quienes leerán la historia.

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He intentado dejarte atrás... ¿dejarte?

¿Cómo hacerlo si nunca te tuve realmente?

"Corazones desbordados", fragmento de Cielo Rojas.

Subí al asiento copiloto del auto de Kéven con los nervios de punta

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Subí al asiento copiloto del auto de Kéven con los nervios de punta. Él estaba perfectamente estable, mientras que yo tenía a la tercera guerra mundial en mi estómago. No sabía cómo actuar gracias a mi cita, intencionalmente frustrada, por parte de mis anormales amigos de la universidad. ¿De qué se supone que deberíamos hablar? ¿Se sentirá tan incómodo como yo me siento? Sinceramente no pensé que este día terminaría en una no-cita con mi amor frustrado.

Ya dentro de su auto nos colocamos el cinturón de seguridad y él prosiguió a encender la radio, para luego detenerse y lanzarme una mirada furtiva.

―¿Qué te gusta?

―Vos ―«Ay, no»―. Digo... poné la música que vos quieras, eso.

¡Soy una tonta! No podía comenzar de una mejor manera, claro. Siempre tenía que intervenir mi "sutileza" de palabras.

―No te preocupes, quiero saber de tu música ―Me responde. Todavía no había arrancado el auto y yo quería gritarle para que lo hiciera.

―Las viejas canciones de Paramore, pero las nuevas no. También Switchfoot, Relient K, Echosmith ―Me encojo de hombros―, pero no todo el mundo los conoce.

―Veamos... ―Toma su celular y comienza a teclear en él―. ¿Dare you to move? ―Me mira expectante.

―Sí, me gusta mucho ―Le respondo.

Me sonríe de costado y luego la da play a la canción. Mientras que los acordes de la guitarra comienzan a inundar el pequeño lugar, Kéven arranca el auto y por fin salimos del aparcamiento de la UHIF. Es una preciosa tarde de martes; hay una muy ligera brisa opacada por los rayos del sol. Pero creo que no la veo preciosa solo por el clima, si no por quien me acompaña. Mi tonto corazón se enloquece con su sola mirada celestina. No sé si agradecer o matar mentalmente a mis amigos por planear esto, y me río internamente por haber pensado que son unos asesinos. En mi defensa, la conversación era muy extraña. Creo que mi mente tiene una imaginación que supera la realidad.

Los versos de CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora