Capítulo 29: ¿Qué decías acerca de la etapa de negación?

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Siempre estás vos que venís y vas

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Siempre estás vos que venís y vas.

Siempre estás vos que me hacés volver si voy.

Que apagas el calendario y te vuelves explosión.

Vos, quiera o lo niegue, vos.

Sí, vos y la historia con sus puntos seguidos y finales; 

con capítulos repetidos y esa sinopsis faltante.

Vos, siempre alucinante.

"Corazones desbordados", fragmento de Cielo Rojas.

No despego la vista del techo de mi habitación

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No despego la vista del techo de mi habitación. La luz del día va menguando minuto a minuto y el lugar se oscurece cada vez más y no tengo intenciones de prenderla. Abajo se escucha el bullicio y las risas de las personas que solían ser mis amigos. Ninguno me saludó, nadie me dirigió la palabra. Soy completamente insignificante para aquellas personas que parlotean sin parar. Alicia y Baudin son los únicos que están interesados en saber algo de mí y no puedo evitar sentirme mal. Sé que el culpable solo fui yo y nadie más que yo. Si hoy estoy solo, fue por mis decisiones. Ahora las ganas de regresar al tempo son inconmensurables. Nunca me fue fácil hacer amigos; mi personalidad no es la más simpática de todas y terminaba aburriendo a quienes estaban en mi entorno. Incluso recuerdo las palabras de uno de ellos: "Eres demasiado tranquilo y bueno", y no podían estar más equivocados, ya que nunca se molestaron en conocerme de verdad. Sin embargo, no me importaba más de la cuenta, porque sabía que algún día encontraría a personas con quien compartir gustos, música y el día a día; y ya los había encontrado. Extraño hablar y reír con Austin, él se transformó en un hermano para mí, al cual decepcioné. Extraño el sarcasmo de Agnus, el mal humor de Gisela y la mente intelectual de Priscila. Incluso extraño cuando me sentaba a leer y ellas tres hablaban sin parar o revoloteaban a mí alrededor, porque me sentía acompañado, y a pesar de que no les prestaba atención, ellas seguían ahí conmigo, persiguiéndome y exigiendo mi opinión acerca de sus temas de conversación. Pero por sobre todas las personas, por sobre cualquiera de los momentos, extraño a Cielo; su mismo nombre define lo que ella es y siempre será. Añoro su torpeza, su mente, su simpleza tan tierna, los ojos más hermosos del mundo y cada risa que me obsequiaba. Necesito tanto de esas tardes escuchando música en la cabina de mi automóvil y desayunar cada domingo con ella. La confianza que ella tenía en mí y nuestras horas y horas de palabras. Ahora todo había cambiado; esa confianza era depositada en Matías. Sus risas, sus palabras y la dulzura que poseía, era compartida con él. Hora tras hora, día tras días, ella iba dejándome en el olvido.

Los versos de CieloWhere stories live. Discover now