Porque su tutor era una gran persona.

Y eso tal vez significaba que ella no era una persona egoísta como esa otra persona le decía.

Movió la cabeza de lado a lado y alejó el pensamiento, no era hora de tener eso en mente, esa había sido una buena mañana llena de lindos recuerdos y no la arruinaría con sus pesares tontos, al contrario, debía de estar alegre y prepararse para su clase del día que por ser sábado iniciaría desde más temprano, debía levantarse, bañarse y bordar los delantales del día antes de qué...

―¿Erza? ―la voz de su amiga la hizo salir de su refugio de calidez entre las sabanas― ¿Te sientes bien?

―¿Mira? ―parpadeó confundida al verla― ¿No te quedaste con Laxus?

―Sí ―sonrió con dulzura―, pero te dije que vendría en la tarde a buscar unas cosas ¿sabes qué hora es, Er Chan?

―¿Hora? ―volvió a parpadear confundida y dirigió su mirada al reloj de doce pasteles al frente de su cama― ¡Son más de las doce! ―se levantó de un brincó al ver como la cuchara grande que señalaba las horas marcaba tal número imposible― ¿De verdad son las doce?

―Claro que sí, Er Chan ―sonrió divertida al ver a su amiga confundida― ¿de verdad estás bien?

―Sí, sí... ―se levantó apurada a buscar ropa a su armario―, solo dormí de más...

―Eso es raro en ti.

―Lo sé, es solo que... ―se detuvo en su búsqueda de ropa y la miró con un aire de ternura que a Mirajane se le hizo muy inusual en la pelirroja―, yo... soñé con mi mamá...

Esta vez fue el turno de la albina para pestañear asombrada.

Era extraño que Erza hablará de su mamá, y menos aún con esa facilidad.

Aunque llevaba muchos años conociendo a la pelirroja aún para ella eran desconocidas muchas partes de la vida de la actriz, de hecho no sabía mucho de ella antes de que fuese a vivir con el Abuelo Makarov; la verdad fuese dicha, cuando conoció a Erza de entrada no se llevaron bien. Erza era muy ensimismada y siempre los evadía encerrándose en su habitación o estudiando en la biblioteca mientras ellos iban a la escuela ―ya que se empeñaba en estar sola―, y tuvo que pasar un año hasta que por fin la ingresaron junto con ella y Laxus a una institución de aprendizaje, y Mirajane Strauss estaba segura de que si no fuese porque en esa época ella era una descarada provocadora de peleas nunca hubiese logrado la amistad de Erza.

Entre peleas se fraguó su relación.

Y aunque a veces le avergonzaba su pasado rebelde, agradecía que esas maneras que había adoptado para llamar la atención de sus padres le permitiesen ganar a una amiga como la pelirroja.

Aunque la pelirroja no lo viese de ese modo.

―¿Fu-fue... un lindo sueño? ―preguntó tratando de no sonar muy intrusiva y evitar que su amiga se cerrara.

―Umm... ―la joven continuó con su búsqueda de prendas y sonrió emocionada sorprendiendo de nuevo a la albina―, sabes Mira, creo que fue un recuerdo... bueno... ―se sonrojó mientras tomaba uno de sus varios vestidos―, eso creo...

―Yo también lo creo ―le aseguró la albina y su amiga le agradeció con la mirada―, y espero que se repita...

―Yo también ―asintió entusiasmada y cambió de tema―. Espero que me dé tiempo de alistarme antes de que venga él, por suerte viniste a verme sino...

DULCE DESTINOWhere stories live. Discover now