Revelaciones (I)

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Durante la semana previa a los juegos he estado tratando a Peeta de lo más indiferente con tal de no demostrar que en realidad quiero protegerlo.

En las mañanas, en el desayuno evito su mirada y no hago nada por entablar conversación con él, de hecho con nadie, lo único que me limito a hacer es mantener mi mirada fija en mi comida, cubriendo mi cuerpo con la ropa más holgada que encuentro en mi armario con tal de poder ocultar el hecho porque no me encuentro presente durante la hora de la cena aunque todos los presentes ya saben que es lo que hago.

Pero esta mañana es diferente puesto que no me presento a desayunar gracias a que me encuentro en la azotea desde la noche anterior que, luego de haberme dado el baño para tallar de mi cuerpo para quitar la esencia del hombre con el que tuve que pasar la noche anterior, como pude subí hasta acá puesto que apenas podía ver con mi ojo derecho, soportar el palpitante dolor en mi mejilla, mi labio sangrando, al igual que todos los golpes en mi cuerpo y brazos, apenas y podía dar un pasos sin hacer una mueca de dolor.

Aquel hombre estaba sumamente borracho por lo cual no le importó tener que pagar la excesiva cantidad de dinero que se le cobra por cada golpe y marca que haga en mi cuerpo, todo esto debido a que estas semanas son en las que más apariciones públicas hago y tengo que estar presentable y esto sirve para que ellos se controlen y hagan la menor cantidad de marcas posibles en mi cuerpo, haciéndolas más fáciles de ocultar.

Pero hay hombres que no tienen en que más gastar su dinero y no les importa pagar con tal de demostrar que estuvieron una noche conmigo.

Durante toda la noche no pude dormir, puesto que cada vez que me acostaba en la cama mi cuerpo protestaba de dolor, haciéndome recordar todos y cada uno de los golpes. Me sentía como un ave enjaulada en la habitación por lo cual tomé una sábana y subí a la azotea de donde no he bajado no un segundo, sentada contra la pared, disfrutando la vista, deseando poder quedarme aquí todo el tiempo que duren los juegos.

¿Cómo es posible que todos los que viven en el Capitolio puedan vivir con la conciencia tranquila? Sabiendo que todos en los distritos sufren de hambre, ellos gastando su dinero en estupideces, sin importarles si eso les será de utilidad o no. ¿Cómo es que pueden apoyar lo que nos obligan a hacer a los vencedores? Simple, ellos no saben lo afectados que terminamos.

―Llevan buscándote toda la mañana-. Dice una voz a mi costado.

Volteo al origen de la voz para descubrir que se trata de Peeta, quien poco a poco se aproxima a mí hasta quedar a solo un par de pasos de distancia.

―Algo así me esperaba pero prefiero estar disfrutando de la vista―. Digo abrazando mis brazos.

Sin decir palabra alguna se sienta a mi lado y al igual que yo se pierde viendo el horizonte.

― ¿No se supone que deberías estar entrenando?―. Pregunto pasados unos minutos, dándome cuenta de la hora que es y dónde debería encontrarse.

―No hoy, esta noche son las entrevistas―. Dice restándole importancia.

Tan perdida en mis pensamientos he estado durante la semana que no me percaté de que ya mañana comienzan los juegos.

― ¿Cómo te fue en las sesiones privadas?― pregunto ya que no pude ver ayer las puntuaciones y menos la repetición.

―Bien, me dieron un 10.

―Eso es perfecto, así será más fácil obtener patrocinadores y aumentar tus posibilidades de salir de la arena.

-Supongo, aunque a veces las calificaciones altas no son de mucha ayuda-. Dice encogiéndose de hombros.

-Eso es cierto, a veces es mejor obtener un número bajo y no tener patrocinadores para no salir con vida de la arena-. Digo recorriendo con las yemas de mis dedos los moretones en mis brazos.

-No quiero ser una pieza de sus juegos-. Dice de pronto.

No puedo evitar fruncir el ceño al no comprender el significado de sus palabras.

-No quiero que me conviertan en alguien que no soy-. Termina y sus palabras se sienten como un balde de agua fría.

-Eso es imposible, estar en los juegos te destruye por completo, el tener que asesinar a otros chicos que no hicieron nada malo más que desear sobrevivir, tener que vivir con las pesadillas y en tener que hacer todo lo que se te ordene sin poder hacer nada por evitarlo-. Digo sin verlo a los ojos, con la mirada perdida en el horizonte.

-No me refiero a eso, obviamente que voy a matar una vez que mi vida entre en riesgo, es imposible evitarlo, pero a lo que me refiero es que si muero quiero que sea siendo yo mismo. Además yo no creo que te hayan cambiado, al contrario eres la misma Katniss de siempre, aquella que se sin importarle que se presentó voluntaria por su hermana y seguirá haciendo lo que sea con tal de evitar que le hagan daño-. Dice y ninguno de los dos decimos nada hasta que llega la hora de que tiene que prepararse para las entrevistas y yo tengo que ir con mi equipo de preparación para que vean qué van a hacer para ocultar los golpes en mi rostro.

-Recuerda lo que te dije aquella vez en el doce, Yo no creo que seas una Zorra-. Dice apretándome ligeramente el hombro antes de irse.

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Luego de varias horas de arduo trabajo por parte de mi equipo de preparación por fin pudieron ocultar los golpes de mi rostro, me hacen lucir como si nada hubiera pasado como si estar en el capitolio me sentara bien cuando en realidad es todo lo contrario.

Cinna me pone el vestido más decente que he usado toda la semana, un simple vestido negro, largo con un cinturón plateado, eso es lo único que resalta del vestido, todo lo demás es muy sencillo, o eso creo yo ya que cada vez que me muevo pareciera como si estuviera hecho de muchos trozos de carbón, me gusta.

Peeta tampoco luce nada mal con un traje negro, el cual hace trasaltar su piel blanca al igual que su cabello rubio y sus ojos azules, incluso me atrevo a decir que luce más guapo que el día del desfile de tributos.

Él no aparta su mirada de mí durante todo el trayecto al lugar de las entrevistas, y yo no puedo evitar sonrojarme por ello.

Una vez que llegamos nos separamos para él dirigirse al lugar donde están todos los tributos y yo al de los mentores, pero antes de separamos me abraza fuertemente y yo lo confundida una vez que nos separamos y él se encoge de hombros.

Debido a que este año son menos tributos que un año tradicional las entrevistas duran el doble para que la transmisión dure el tiempo acostumbrado.

Como todos los años los tributos profesionales aprovechan las entrevistas para alardear de sus habilidades y sus posibilidades de ganar.

Aunque también hay otros en los que lo mejor hubiera sido que les asignaran su tiempo tradicional, como por ejemplo el tributo del distrito 6 no para de tartamudear cada vez que Caesar le pregunta algo, haciendo su entrevista de lo más aburrida.

Por fin llega la hora de la entrevista de Peeta.

-Damas y Caballeros, démosle un fuerte aplauso al tributo del distrito 12, Peeta Mellark-. Dice Caesar y todos en el público rompen en aplausos.

La entrevista pasa de lo más fluida posible, hablan de varios temas sin sentido, hacen bromas el uno sobre el otro, etc. Hasta que Caesar decide que ya es hora de hablar de algo relacionado con los juegos.

-Peeta cuéntame, ¿Hay alguien en casa esperando tu regreso?

-Lamentablemente no Caesar, no hay nadie que me interese del distrito, además de mi familia, claro, pero de ahí en más no-. Dice Peeta Riendo.

- ¿Cómo es eso posible?, Tienes que estar mintiendo, anda dímelo, somos amigos al fin y al cabo.

Peeta suelta un suspiro antes de decir.

-Bueno Caesar hay una chica a la cual he estado viendo en las últimas semanas, ella la ha estado pasado muy mal, y yo he sido el único que ha estado a su lado, cosa de la cual no he podido estar más que agradecido.

-Entonces te voy a decir algo, gana los juegos y ve al encuentro de tu chica-. Dice Caesar emocionado.

-Lo siento Caesar pero no tengo necesidad de hacer eso, porque ella está aquí conmigo, ella es mi mentora.



Grandes Sacrificios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora