Vergüenza.

1K 92 9
                                    

"Me atrevo a decir que olvidé por unos días el hecho de que tarde o temprano tendría que volver al capitolio.

Hasta que el recuerdo llegó una semana después en un sobre color crema solicitando mi presencia en el Capitolio."

Cuando el sobre llega por primera vez, no puedo evitar leer el contenido con manos temblorosas mientras mi vista se ve empañada debido a las lágrimas que luchan insaciablemente por salir. 

―Katniss hija, ¿Qué es lo que ocurre?― pregunta mi madre preocupada ente mi reacción.

Cierro fuertemente los ojos para evitar que las lágrimas sigan haciendo acto de presencia antes de decir.

―No ocurre nada, solo tendré que ir al Capitolio durante el fin de semana― digo tratando de mantener mi voz lo más serena que me es posible.

Está por decir algo más, pero antes de que lo haga subo a encerrarme en mi habitación para evitar sus preguntas, puesto que no me creo capaz de poder ocultarle lo que debo hacer en el Capitolio sin derrumbarme ante ella.

Cuando llego a mi habitación rompo la carta en diminutos pedazos para luego ir al baño y arrojarlos por el retrete.

Observo mi reflejo en el espejo sobre el lavamanos y me doy cuenta de lo mucho que he cambiado en los últimos 6 meses, en mi rostro no se nota que hace tan solo seis meses no tenía tres comidas al día como lo es ahora, con suerte y tenía algo para comer una vez al día, tampoco tenia mi rostro, cabello y cuerpo tan cuidados, de hecho nunca me preocupaba por mi aspecto y nunca lo he hecho, los únicos que se preocupan por mi aspecto son los del capitolio y más ahora que no me ven más que como una muñeca a la cual pueden comprar y hacer lo que les plazca conmigo.

Al llegar ese pensamiento a mi mente, no puedo evitar que el sentimiento de impotencia e ira salgan a la luz haciendo que que termine estrellando el espejo con mi puño con tal de dejar de ver a esa persona extraña en la cual me ha convertido el Capitolio.

―¿Katniss, Qué estás haciendo?, escuché algo estrellarse y vine a ver qué ocurre― dice Prim entrando al baño.

Al ver mi mano ensangrentada no dice nada más, tampoco tarda en tomarme del brazo y obligarme a sentarme en mi cama mientras sale de la habitación y regresa a los pocos minutos con varios ungüentos, vendas y alcohol.

Sin pensárselo dos veces toma mi mano y comienza a aplicar alcohol por todas las cortadas de mi mano, a lo cual aparto inmediatamente mi mano mientras hago una mueca de dolor debido al ardor que provoca el alcohol en cuanto hace contacto con mi piel expuesta. Vuelve a tomar mi mano, ahora de manera más firme para evitar que vuelva a
soltarme de su agarre.

―¿Me vas a decir por qué se te ocurrió la brillante idea de romper el espejo con tu mano?― Pregunta sarcástica mientras aplica un poco de ungüento en mi mano.

―No lo sé, lo hice de manera inconsciente― le digo, lo cual en parte es cierto, ya que no me di cuenta de lo que hice hasta que sentí un dolor punzante en mi mano gracias a los cristales que se habían incrustado en mi mano.

Cuando termina de curar mi mano y está por salir de la habitación dice.

―¿Sabes que puedes contarme lo que te está sucediendo?, no le voy a decir a nadie si es lo que quieres pero mínimo déjame ayudarte, sabes que puedes contar conmigo para lo
que sea.

―Lo sé Patito, no me pasa nada, te lo juro, te prometo decirte todo lo que me pase― le digo sintiéndome culpable por tener que mentirle de esta manera, pero no quiero que se
entere de lo que me están obligando a hacer.

Asiente antes de salir de la habitación, dejándome sola.

\/\/\/\

Cada fin de semana viajo al capitolio para acostarme con los malditos desgraciados que me han comprado para esos días, a pesar de que todo eso ya se ha vuelto una rutina, no

puedo evitar sentirme asqueada e impotente como la primera vez que fui vendida y violada.

Conforme más veces soy violada por diferentes hombres, mis pesadillas aumentan, provocando estragos en mi salud mental y física, puesto que cada vez que estoy el en
capitolio no como nada debido a las continuas nauseas que siento al saber que apenas caiga el sol seré enviada a mi encuentro con el hombre que haya pagado esa noche por mí, cuando estoy en casa apenas pruebo bocado alguno, esperando morir de hambre antes de que llegue el siguiente fin de semana.

Las pesadillas por otro lado han aumentado considerablemente, impidiéndome dormir, solamente puedo hacerlo cuando mi cuerpo ya no lo soporta y solo logro hcerlo por una hora, máximo dos.

Todo esto ha provocado que baje considerablemente de peso, a tal punto como llegué a lucir cuando vivía en la veta, tengo grandes ojeras bajo mis ojos y me encuentro cansada todo el día.

Sé que mi madre y Prim están preocupadas por mi, por eso paso la mayor parte del tiempo encerrada en mi habitación para evitar derrumbarme frente a ellas o para evitar que con tal solo verme a los ojos se enteren de todo.

Una noche, luego de haber vuelto de unos de los peores fines de semana en el Capitolio, llegué directo a encerrarme a mi habitación y no he salido en todo el día por estar llorando incontrolablemente. Gracias a ello no me percato de la presencia de Prim y mi madre hasta que ambas se colocan cada una a mi lado y me abrazan para consolarme.

Pasado un tiempo, lo que al parecer fueron un par de horas, logro tranquilizarme por completo y me limito a apretar la pulsera contra mi muñeca sin decir palabra alguna.

―Katniss, ¿Qué es lo que ocurre, hija?― Pregunta mi madre midiendo sus palabras, temiendo que vuelva a derrumbarme.

―Nada— Respondo en un susurro.

―Katniss, llevo conociéndote 17 años y te puedo asegurar que tú nunca has sido buena para mentir y ocultar cosas― Dice haciendo que deje de hacerme daño con la pulsera y recorre ligeramente la marca roja con la yema de sus dedos al igual que los moretones en mis brazos que dejó el hombre con el que estuve la noche anterior.

―Lo siento...― Digo antes de que las lágrimas hagan nuevamente aparición en mis ojos― Traté de decírselos antes pero no quería decepcionarlas, no quería que me despreciaran por ello, quería que me vieran como la Katniss de siempre no en esta persona que el capitolio me ha convertido, y me da vergüenza y me asquea todo lo que soy obligada a hacer.

No necesito decir nada más puesto que ambas entienden inmediatamente a lo que me refiero,

― ¿Desde cuándo?― Pregunta mi madre con el ceño fruncido

―El día en que terminó la gira de la victoria fue la primera vez que lo hice, creí que solo iba a ser esa vez, pero no fue así, por eso cada fin de semana voy al Capitolio, les mentí sobre los motivos de mis viajes, el único y verdadero propósito era el de cumplir las órdenes del presidente Snow.

Ninguna pregunta nada más del tema, por lo que nos quedamos calladas por unos minutos hasta que el silencio es interrumpido por las palabras de Prim.

―Katniss, no deberías estar pasando por esto, nada hubiera ocurrido si hubieras dejado que fuera a los juegos, sé que mis oportunidades de sobrevivir hubieran sido casi nulas pero por lo menos no tendrías que ir al Capitolio a hacer todo aquello.

―Nunca vuelvas a decir eso Patito, no me arrepiento de haberme ofrecido voluntaria, así no tendrías que pasar por esto que estoy yo, cuando era niña nuestro padre me hizo jurar que siempre te cuidaría y no pienso faltar a su palabra— le digo firme ante su declaración.

―Gracias Katniss― Dice abrazándome.

Esa noche por primera vez las tres nos quedamos en mi habitación, como la familia que somos, hasta que nos quedamos dormidas.


Grandes Sacrificios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora