—Eso espero. —me abrazó por los hombros. —Hoy iremos al domo a ver jugar a los profesores. —habló con burla. —¿Sabes que ellos metieron un equipo al campeonato ese?

—¿Que? —dije sorprendida.

—Si. —Blake, rió. —Hoy empezarán. Juegan a las 8, ¿vienes?

—Claro. —sonreí.

—Tú también juegas allí, ¿verdad?

—No. — mentí.

—Te he visto con tu uniforme. —entrecerró sus ojos y me miro amenazante. —Eres el número cuatro y eres ala izquierda.

—O sea que aparte de vigilar a mi madre, ¿me vigilas a mi? —reí.

—¿De que hablas, señorita? Claro que no, yo no soy un acosador. —habló con sarcasmo.

—Si, tengo un equipo. —contesté.

—Lo sabía. Jamás me había interesado el soccer femenino, pero iré a verte jugar algún día.

Al escuchar eso sentí cosquillas en mi estomago. Me causaba mucha emoción imaginar a Blake llegando al domo con el plan de ir a verme jugar, me ilusionaba un poco.

—No quiero que vayas. —pedí.

—¿Por qué? —habló ofendido. —Debes dedicarme un gol.

—No anoto goles.

—Iré a verte, punto. —me soltó. —Llegas hoy a las ocho al domo. —me guiño el ojo y se fue.

Me había dado cuenta últimamente que el niño que era Blake no estaba del todo en él, era un completo mujeriego, fumaba y tomaba, no le importaba mucho lo que pensaran las personas y sus notas eran terribles. Era un desastre de persona, pero a pesar de eso, aun me seguía gustando.

***

Mi padre llegó y seguidamente mi madre. Mi padre no se había dignado en irme a saludar y como mi madre acababa de entrar a la casa, decidí ir a saludarlos.

—Hola. —los saludé a los dos y ellos me respondieron. —¿Puedo ir al domo con mis amigos?

Mi madre me vio sorprendida.

—¿Con Sophia?

Hice una mueca.

—No. Con mis nuevos amigos. —expliqué.

—Irá a ver a su novio. - comento Charlotte que estaba cenando.

—Eso no es cierto. —hable rápidamente. —No te metas en mis cosas.

—¿Quieres que te lleve? —preguntó, mi padre.

—No, vendrá Isabella por mi.

—¿Isabella? —preguntó confundido.

—Mi nueva amiga. Te la presentaré cuando venga.

—Está bien, Skyler. Ve con tus amigos. —dijo, mi madre.

Agradecí y a los pocos minutos escuché una bocina de la motocicleta de Isabella. Salí de la casa, la saludé y la hale para adentrarnos a la casa.

—¿Qué haces, Skyler? —preguntó, Isabella mientras caminaba detrás mía.

—Ella es Isabella. —la presenté cuando mis padres estaban a punto de sentarse a cenar.

—Mucho gusto, Isabella. —mi madre sonrió.

—Igual, señora. —Isabella se mostró tímida.

—Cuida de mi hija. —pidió mi padre. —Si se mete en problemas no dudes en decírnoslo. —dijo con burla.

ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora