Chapter XXXII: Días en Prisión

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-Uzumaki Naruto. Uchiha Sasuke, ¿Cómo se declaran?—Decía un juez, mirando a ambos muchachos desde el estrado donde estaba. Su mirada tan fría y su voz grave, que no hacia otra cosa que indicarles a esos dos lo mucho que los detestaba.

Aquel juez era amigo de Hiashi Hyuga, y Padrino de Hinata. Un hombre que movió sus influencias de manera sucia para tener acceso a ese caso tan importante, mismo que tras algunas sesiones, donde escucharon testimonios de la Familia Hyuga, de otras víctimas que ellos no recordaban haberles hecho daño, de los Oficiales, y de un albino de ojos turquesas, estaba por concluir apenas ellos de declararan...

-Culpables—Dijeron casi al mismo tiempo.

El Juez reprimió su sonrisa al escucharles decir eso. Las cosas pudieron haber ido mejor si aquellos dos tuvieran sus miradas en él y le miraran con repudio, pero Naruto y Sasuke mantenían sus miradas en algún punto. Dando la impresión de estar bastante resignados a lo que les pasaba.

La mirada de ese Juez se centró en la Familia de los Hyuga, mirando a la pequeña Hanabi quien tenía su atención en esos dos, mirándolos con un odio demasiado grande para una niña tan pequeña como ella; Neji les miraba más que con odio, con una sensación de satisfacción absoluta; La esposa de Hiashi solo tenía tristeza en sus ojos. Su mirada siguió hasta llegar con el patriarca Hyuga quien se veía satisfecho por lo que iba a decir su amigo.

-Les condenó a cadena perpetua sin libertad condicional—Fue difícil ocultar la alegría en sus palabras. Tomo el mazo de madera con su mano derecha, lo levanto y después lo dejo caer con fuerza un par de veces.

Dos oficiales pasaron por ellos, colocándoles las esposas en las manos, para acto seguido llevárselos.

La Familia Hyuga había hecho por fin justicia al daño que esos dos monstruos les hicieron, y se pudrirían en la cárcel. Porque si, ellos no quisieron llegar a la pena de muerte, porque aquello sería una muestra de compasión de su parte, y eso era lo que menos querían. Ellos querían que pagaran no solo por lo que hicieron a su querida hija, sino también por haberles involucrado en sus sucios negocios.

Algunos que miraron el caso, los supuestos "dañados", mostraron sin pena y pudor su alegría al verles siendo llevados y esposados, sabiendo que pasarían el resto de sus miserables vidas en la cárcel, donde se pudriría hasta su muerte.

Toneri había estado en la corte ese día, y había mirado la grandiosa escena. Ojala su amigo estuviese vivo para ver eso y ambos disfrutar de lo ocurrido.

Gracias a sus influencias, al dinero, y a la corrupción que existió en ese juicio, hacerles parecer auténticos monstruos a los ojos del juzgado, fue pan comido.

Todo había salido bien después de todo para él... el único problema era que aún no podía encontrar a su amada Hyuga, sin importar cuantas personas contrato para buscarla, nadie había dado con ella.

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Habían pasado casi tres meses desde lo sucedido. Tres meses donde la mayor parte del tiempo estuvieron en un Hospital recuperándose de las heridas, y siendo sometidos a interrogatorios, mismos donde jamás dijeron una sola palabra sobre su organización. Solo habían dicho sus nombres, su edad, lugar de nacimiento y nada más. Aunque les ofrecieron un buen trato por algo de información, ellos se negaron a cooperar.

Y ahora, tras algunas horas después del juicio, iban en un autobús de color negro, con rejas en cada ventana, y una rejilla que les separaba del conductor y de los oficiales que acompañaban el transporte, junto a otros hombres que parecían charlar entre ellos sobre los crimines que cometieron. Vestían esos trajes de overoles en color gris oscuro, con sus nombres y números de reclusos.

Unhealing PersonWhere stories live. Discover now