Tercera Parte _ Soldado Cap. 25

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Capítulo 25 _ Clase D

Se despertó y se descubrió en la oscuridad. Encima de la zarzamora se abría un cielo más oscuro que nocturno, un cielo siniestro. Nero no lo consideró un mal augurio, tanto porque no quería como porque, inconscientemente, lo había dejado de lado. Lo que de enserio lo asustó y lo impulsó a levantarse, fue el hecho de que se había quedado dormido hasta muy tarde, y que a esas horas las luces de La Resistencia se apagaban para ahorrar el consumo y para evitar que la ciudad fuera descubierta. En resumen, aquel que anda en la calle a altas horas de la madrugada, tendrá que caminar ciego.

Afortunadamente, Nero tiene cierta luz a la mano. Enciende apenas las puntas de sus dedos y baja del edificio con mucho cuidado, evitando pisar un escalón roto o quemar alguna enredadera.

El fuego ilumina cuanto puede, pero con cada paso que da, más nota que la oscuridad lo sigue muy de cerca, queriendo engullirlo. No se había puesto a pensar, hasta el momento, en lo tétrico que podía ser una ciudad abandonada en medio de una noche nublada, sin siquiera un claro de luna.

Se fue apurando con cada calle que cruzaba. El aliento que soplaba en su espalda al principio resultaba incómodo, pero sin ninguna advertencia se transformó en una llovizna de espinas. Así, Nero no pudo seguir evitando el mal presentimiento. Un mal lo estaba persiguiendo, y cabían las posibilidades de que no pudiera enfrentarlo... ¡¿Qué?! ¡Ni ahí!, se retó así mismo, dando media vuelta improvisadamente.

Vio pasar una sombra, o quizás una silueta. Fue tan fugaz que no alcanzó a verla con claridad.

Prestó más atención a sus sentidos. El vello se le erizó; su cuerpo estaba reaccionando a la amenaza de un peligro inminente.

Oyó un gorgoteo, y al volverse hacia éste, llegó a iluminarle la espalda. Parecía un ser humano, pero reconoció por la forma de los hombros, la espalda jorobada, y el temblor de su carne, que no se comportaba como tal. Pero parece humano; estará deformado, pero sigue pareciéndose a un humano... ¿Es un Contaminado?

La criatura le enseñó la cara, y así se dio cuenta de quién se trataba: era el chico que habían dejado en el hospital camino a La Resistencia. Nero pegó un salto hacia atrás, horrorizado. Los ojos estaban desorbitados, y la piel reventada de tantos granos, granos del tamaño de cráteres. Por sus oídos y su boca secretaba un líquido burbujeante y espeso. Comprendió, al ver las quemaduras que un par de gotas en el suelo dejaban al disolverse, que era alguna clase de ácido... el cual en buena cantidad podría resultar letal.

-... ¿Qué...? ¿Qué te pasó? – trató Nero de comunicarse, con la esperanza de que el chico no estuviera perdido del todo.

Cuando creyó que sus ojos le estaban diciendo algo, reflejando alguna emoción, la garganta emitió un quejido, que en vez de dolor expresaba furia. Lo estaba amenazando.

Antes de que llegara a abalanzarse sobre Nero, una red de metal le cayó encima, y como si ésta estuviera viva, se retorció y se amarró a las extremidades del Contaminado hasta inmovilizarlo. El Contaminado, que en otra vida fue humana, gimió suplicante, mordisqueando el metal que parecía apenas corroerse con su ácido.

-¿Nero? – cayó Ticiano a un par de metros, con una postura animal. Nero notó que sus ojos pasaron de ser completamente negros a castaños humanos. ¡Casi me olvido! Él es un Metamorfo, se acordó –. ¿Qué estás haciendo acá?

-Eh... Es una larga historia.

-Probablemente andaba buscando algún puticlub – los alumbró Marcos con una linterna. La sombra de su sonrisa lo hizo verse más malvado de lo que ya era –. Pero por el lado equivocado de la ciudad.

Contaminados // CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora