Tercera Parte _ Soldado Cap. 20/2

37 5 0
                                    


Capítulo 20 _ Pasados (y Sentimientos)


-¿Cómo les fue el primer día? – los recibió Dylan con una sonrisa de oreja a oreja, típica de cualquier persona cuya travesura fue un triunfo.

Nero puso el cronograma semanal sobre la mesa, y fulminó a Dylan con la mirada.

-¿En qué momento nos habías dicho que el entrenamiento iba a obligarnos a renunciar a nuestra vida social y a asignarnos turnos para dormir?

-¿Por qué te parece que hay tantos soldados en las fiestas? ¡Je, je, je!

-¿Y por qué no te vemos en las clases tan seguido como marca acá? – lo interrogó Elías, señalando el cronograma.

-... Ésa es una muy buena pregunta.

-¡Sos un vago de mierda! – se rió Nero.

-Uno de los mejores – sonrió Dylan.

-¡Ja, ja, ja!

El horario semanal estaba cargado con unas cuantas horas de entrenamiento, intervalos brevísimos para las comidas, ocho horas de sueño obligatorias, y muy poco tiempo libre, o nada. Por un lado, resultaba fastidioso, aunque por el otro, Nero y los demás entendían perfectamente que tanta formación y tanto esfuerzo era por una buena causa.

-Éstas son las pautas para ser un alumno de diez: asistir a todas las clases, hacer todo el trabajo, y obedecer lo que te sea impuesto – contó Dylan –. Sin embargo, los expertos en el arte de la rateada, como yo, sabemos que nadie te va a decir nada si te ausentás, por ejemplo, a un par de clases de Gimnasia y Acrobacia, o de Educación Física. Yendo dos o tres veces por semana, el profesor se pone contento. Ahora, las clases que de enserio uno necesita para que lo tomen como soldado posta, y no como un simple voluntario, son Combate, Campo de Tiro, y Combate Contaminado.

-Che, Nero. ¿No va a ser un poco incómodo que estés tratando de levantarte a tu propia profesora? – bromeó Elías.

-Tampoco es que vaya a hacerlo delante de toda la clase... Al menos, no de manera poco discreta – sonrió con picardía –. ¿Algún otro consejo?

-Sean serios con sus profesores, casi ninguno se banca las bromas. Ricardo, está hecho de piedra; no es una mole como Héctor, pero si no se lo respeta, cagaste. Mauro está loco, pero es muy astuto; siempre elige a los mejores alumnos basándose en qué tan chupamedias sean.

-Qué lástima que para eso no soy muy bueno – acotó Nero, sarcásticamente.

-Marcela no es una profesora mala, pero es estricta; colmar su paciencia es lo mismo que meter la cabeza dentro de la boca de un león y que éste la cierre, con tu cabeza adentro, ¿se entendió? Julián es el más joven, el compinche, pero ni se les ocurra ofenderlo porque los puede hacer bolsa. Marcos, bueno, Marcos es Marcos. Y Nahia, bueno, decinos, Nero.

-¡Ja, ja, ja, ja, ja! Nahia es como un bombón escocés: una capa gruesa de chocolate, con un montón de crema y dulce de leche por dentro. Es fría alrededor, pero suave en el interior. Y, por supuesto, te la comés con los ojos.

-¡¡Aaaaaawwwwwww!! – hicieron sus amigos gestos tiernos, extremadamente empalagados, y finalmente, se rieron por varios minutos hasta que les urgió respirar.

***

"... Después de hablar con papá, volví a la clase. Ricardo y los estudiantes ya habían vuelto. Marcos se burló de ellos por estar tan agitados, como si no se diera cuenta de que un ser humano promedio se agota ante cualquier esfuerzo físico, especialmente ante aquel al que su cuerpo no está acostumbrado. Marcos es un pelotudo. No me gusta usar esa palabra, ni ninguna otra mala palabra, pero ya no sé cómo más decirle: arrogante, orgulloso, narcisista, hinchapelotas, pelotudo... Pero me siento mal diciendo estas cosas, incluso aunque estén dirigidas a él.

Cuando me vio llegar, se me acercó, y me preguntó si estaba todo bien. Yo le respondí que sí, y traté de no mirarlo. Sus ojos son engañosos. Parece preocupado por mí a veces (y qué cruel es tener que reconocer que de enserio lo hace, que de enserio se preocupa, a su manera y de vez en cuando), pero casi siempre se debe a que todavía sigue pensando que yo soy de él. No creo que le interese mucho lo que me pase a mí, sino lo que le pase a él debido a mí. Si yo estoy mal, él se siente obligado a arreglarme, no por amor, sino por responsabilidad, o quizás por instinto machista. Puede que todos esos conceptos estén ligados, pero no son lo mismo.

Ya no sé cuántas veces habré escrito mis problemas con respecto a él, sobre por qué le corté, pero son cosas que me recuerdo a mí misma a diario y a todo momento. Hace un tiempo, cometí el error de creer que Marcos me amaba de una forma sana. Su amor no era amor realmente. Era una toxina, una enfermedad, un vicio que por poco nos destruye. Él todavía no se da cuenta, pero es así. No me considero una sabelotodo, mucho menos cuando hablamos del amor, y sin embargo, mi conciencia me dice que el amor es gloria y plenitud, un sentimiento que nos relaciona con otra persona de la misma manera, con la misma intensidad.

Después de negarle la vista a Marcos, no sé cómo terminé fijándome en Nero. ¿Qué me guio hacia él? ¿Quiero saberlo realmente? Supongo que fue la intuición. Sé cuando alguien me está mirando. Marcos me estaba mirando, y Nero también, y fue él quien me hizo caer en ese instante, bajar la guardia. Apartó sus ojos cuando lo descubrí, pero siguió pendiente de mí, o eso me pareció. Vi que fruncía la boca, incómodo, molesto, hasta nervioso quizás.

No sé por qué le estoy dando tantas vueltas a esto. Que hable de Marcos, es algo esperable: fue mi primer amor, fallido, pero lo amé, casi con locura, hasta entender que había algo mal en él, en nosotros, y en mí.

Lo que me tiene consternada es... que pienso mucho en Nero, Nero Velázquez, el chico nuevo, el chico de fuego. Él es tan... Me desespera. Quiero salir corriendo como una tonta cada vez que lo veo. ¿Síntomas de enamoramiento? Sería una desgracia de ser así. Enamorada soy un problema, una catástrofe. Pero se siente tan bien, ser yo misma con él, como cuando charlamos en la fiesta. Bailando sí me sentí incómoda, porque no estaba en mi terreno. Cuando nos apartamos del resto, me sentí mejor, incluso estando con él, que apenas lo conozco. Sé que me está chamuyando, y qué bien lo hace. Logra impresionarme, porque es sencillo, y al mismo tiempo, grandioso.

Se me hace difícil explicar qué y quién es Nero Velázquez para mí: antes que nada un estudiante; segundo, un compañero; y tercero... ¿un amor platónico?

Me da miedo admitirlo. Me estoy riendo porque estoy nerviosa, pero a la vez estoy feliz.

Sí, un amor platónico, porque seguramente no es más que eso, una ilusión."

Nahia reflexiona, y finalmente encuentra aquello que necesita expresar desde el alma para no seguir torturándose:

"Desearía que no fuera platónico... Desearía que fuera real.

No sé si lo que pido es mucho, o si es posible, pero es lo que deseo, lo que más quiero. ¿Por qué? Ni idea. Soy humana, y tengo un corazón, y aunque lo niegue, siempre tengo en presente la búsqueda del amor y la fantasía...

Pero si me enamoro de él, no quiero que sea porque mi mente manipula mis fantasías.

Mi cabeza me está levantando la voz: no quiere que me enamore, porque podría ser perjudicial para mi salud y mi cordura. Odia a mi corazón porque es más impulsivo, demasiado soñador, porque me lleva por un laberinto de espinas con las que voy a terminar pinchándome por querer poseer una rosa."

Sonrió.

"¿Y ahora? ¿A quién le hago caso?

Supongo que a los dos."

Contaminados // CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora