Tercera Parte _ Soldado Cap. 22/1

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Capítulo 22 _ Los Luchadores (Chispazos)

Era la primera vez que Nahia llegaba un minuto más tarde que Ricardo. Aunque éste no fuera muy considerado, le preguntó a qué se debía la demora. Nahia no le respondió; sencillamente se encogió de hombros. No podía ser honesta, porque la verdad era escandalosa: Me quedé estupefacta a medio camino, viéndolo a Nero Velázquez irse junto a toda esperanza e ilusión. Me quedé medio vacía, mientras veía cómo Nero Velázquez se llevaba mi sueño, cómo se lo apropiaba. ¿Me lo irá a devolver?... ¡La concha de la lora! ¡Tengo que quitarme a este pibe de la cabeza antes de que la pierda!... Y tengo que dejar de ser tan poética. ¡Estoy pensando, no escribiendo!

Los estudiantes fueron llegando. Nahia pudo apenas relajarse para dar su clase, sin necesidad de dejar de pensar en el paradero de Nero, el único ausente. Por desgracia, se le presentó un inconveniente mucho peor: la aparición de Marcos. ¡Cierto que hoy viene a presenciar la clase!, gritó Nahia por dentro.

-¿Qué cuentan, che? – saludó a Ricardo y a Julián –. Hola, preciosa – le dio a Nahia un beso en su mejilla.

Ella hizo el mayor esfuerzo para ser cordial, aún estando fastidiada por la ironía verde de Marcos.

-¿Empezamos? – lo miró Ricardo, reprochándolo.

-¿Qué? ¿Me estaban esperando? – sonrió Marcos, burlescamente –. Dale, empiecen.

-¡Todos, conmigo! – reunió a los alumnos y los guio para que corrieran alrededor de la manzana.

-¡Je! Aquel llega tarde – señaló Julián a un chico que venía corriendo a toda velocidad desde la otra cuadra.

El asombro tiró hacia abajo la mandíbula de Nahia. Nero...

-Es bastante rápido, che – señaló Julián –. ¡Corré, gil, corré! ¡Ja, ja, ja! – le gritó, entusiasmado.

Pasó por delante de ellos, fugaz como un relámpago. Alcanzó a la clase, y estuvo a casi nada de superar a Ricardo, pero calculó que era más conveniente quedarse un par de centímetros por detrás de él. No queremos que alguien vaya a creer que un alumno es mejor que el maestro, comentó sarcásticamente.

-Le tendríamos que dar un poco de mérito a aquel pibe, ¿no? – opinó Julián –. Considerarlo para...

-Tampoco es para tanto, ¡je, je, je, je! – se burló Marcos, destilando cierta cólera por los poros –. Cualquiera puede correr como loco si se lo propone. ¡Ja, ja! No vayas a darle falsas esperanzas a estos pendejos como lo hace la mascota.

-¿Podrías dejar de decirle "mascota" a Ticiano? Es muy ofensivo – lo retó Nahia, con severidad.

-Es un apodo cariñoso.

-Si para vos es cariñoso, para el otro es ofensivo.

-¡Uuuhhhh! ¡Ja, ja, ja! ¡Te la re metió! – se rió Julián.

-Julián, ¿qué te parece si vas a buscar el agua para el mate?

No tuvo la necesidad de mirarlo para que entendiera, para calarle de frío la piel y los huesos. El tono de voz era bastante claro para que lo directo pareciera indirecto, y para que lo indirecto destacara mucho más que lo directo.

Julián huyó despavorido.

-¿Hoy te levantaste con el pie izquierdo? – dijo Marcos.

-Quizás – respondió Nahia, más fría que sarcásticamente.

-No te entiendo. ¿Cuál es el problema ahora?

-No me gusta tu comportamiento, Marcos. Te burlás de cualquiera y por cualquier cosa. Es algo muy tonto.

Contaminados // CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora