Primera Parte _ Experimento Cap. 5

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Capítulo 5 _ El Experimento

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Capítulo 5 _ El Experimento

Recuperó la conciencia en un momento crítico.

Ya no estaba en el mismo cuarto de antes, sino en uno totalmente diferente. No se trataba de una prisión, sino de un pabellón de cirugía, cargado de aparatos e instrumentos médicos, quirúrgicos, y de tortura. De entre todos estos, el doctor, científico, o verdugo, eligió una jeringa de aguja larga y ancha, y la llenó con un líquido rojo espeso.

Nero, sabiendo sus intenciones, trató de huir, pero estaba amarrado a una camilla con cinturones gruesos, desde los hombros hasta los tobillos, ubicados estratégicamente para que no pudiera mover más que la cabeza.

-Se supone que duele menos estándose quieto y tranquilo – le advirtió el médico, sarcásticamente.

-Váyase bien a la concha de su madre – le contestó Nero, colérico.

-Mm... Te agradezco mucho tu tensión e ira. Hiciste que tu vena saliera a flote – le pasó un algodón con alcohol sobre la vena más robusta del brazo izquierdo.

Nero siguió luchando, en vano. A pesar de estar inmovilizado, su espíritu combatiente no se rindió en ningún momento. Quizás éste sea mi fin, ¡pero no me van a someter ni siquiera ahora!

La aguja apuñaló su vena, e inyectó en su sangre la toxina.

-Decime, ¿cómo te sentís? – le preguntó el médico, no por cortesía, sino por una curiosidad demoníaca.

Al principio, su cuerpo entero se endureció, se tornó insensible ante el dolor. Un minuto más tarde, comenzó a temblar, cada célula y fibra de él se sacudió violentamente. La piel se le enrojeció por completo; ardió a una temperatura casi incalculable. Gritó, más por el dolor que por el terror que su mente abolida no podía procesar. Sólo el dolor, no había otra cosa en el que no fuera dolor. De repente, hirvió hasta darle forma de fuego al calor. Se encendieron llamas en sus piernas, en su torso, en sus brazos y en sus manos.

El médico fue anotando cada reacción, extasiado por la idea de que pronto sus descubrimientos lo llevarían a la cima de su carrera y significarían la consumación más gloriosa de toda su pasión.

Lamentablemente, todo su futuro idealizado se convirtió en cenizas cuando el fuego de Nero estalló, expandiéndose ferozmente contra cada rincón de la habitación. El doctor, junto a toda su labor, terminó carbonizado. Nero, en cambio, no sufrió daño exterior alguno. Si bien su ropa se chamuscó, la piel recuperó su color normal, y su cuerpo, una temperatura más gradual, como si se hubiera adaptado al fuego y al calor.

El esfuerzo lo obligó a desvanecerse. Sin embargo, se sintió tan abrigado y a salvo que no le importó mucho.

Contaminados // CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora