Capítulo 9. Ghana.

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The Lazy Song. Bruno Mars. Tengo que acordarme de cambiar la maldita canción. Estoy harta de que todos los días suene esa diabólica melodía.Voy a acabar cogiéndole manía. Apago la alarma y miro la hora. A pesar de que son las cinco de la mañana, no me da pereza levantarme. ¡Hoy vuelo a Ghana! Ya qué más da todo. Este viaje no puede ser mejor. Me levanté de un salto de la cama y corrí al baño a lavarme la cara. Me desenrredé el pelo y bajé a desayunar cantando "Move" en mi cabeza. Me preparé un vaso de leche caliente y unas cuantas tostadas de mantequilla y azúcar. Llevaba sin desayunar aquéllo desde que nos mudamos a Londres.

Cogí todas las maletas en las que llevaba ropa para dar y tomar, y bajé al vestíbulo a despedirme. Allí me esperaban Francisco, Sophia, Martha, Helen (las asistentas), mi padre y Tecla. Todavía no sé qué hacía ella en mi casa, pero como no la veía muy a menudo no le daba importancia.

 Esta vez, había quedado con Kay, Rebecca y Kristen para ir en bus. Esa era una excepción (según me contaron). Abracé a Francisco (hablábamos todas las tardes por aburrimiento, y ya éramos amigos). Tecla me dió algo que a decir verdad no me esperaba: un collar con una mariposa de oro; y me abrazó.  Después, abracé fuertemente a mi padre. Él no me hizo ningún regalo especial, pero me dijo algo que un padre no dice más que una vez en la vida.

  - Te quiero - me dijo, a punto de llorar. Vale, para el carro, esto se está volviendo muy emotivo y muy "película dramática". 

  - Sí, yo también. - "Ale, déjame ya tío pesado", pensé, pero obvio que no lo dije.  Me solté de su abrazo de oso. Me sentía extraña, triste,pero a la vez muy feliz. Tenía ganas de subirme al avión, olvidar que en alguna parte tenía una familia, mandarlos a todos a tomar por culo y estar (¡un mes!) con mis amigas.

Por cierto, hoy era nuestro "cumpleaños". Hacía un mes que nos habíamos conocido y ya éramos inseparables. A nuestra profesora de Educación Física le gustaba llamarnos "las inses". Mª Ángeles, cómo la echaría de menos. 

  - ¡Disfruta! - me gritó mi padre cuando me iba a montar en el taxi. "Descuida, lo haré", pensé, pero tampoco lo dije en voz alta; y Tecla me guñó un ojo. ¿Y eso a qué mierdas viene?

Ya en la parada, me esperaban Kay y Kristen, pero Rebecca, como siempre, llegaba tarde. Si es que era una tardona. Nada más acercarnos, un "¡Fecicidades!" salió de nuestra boca. Estuvimos un rato hablando,  hasta que llegó el autobús con Rebecca incluida. Dejamos las maletas en el maletero lateral y subimos al vehículo. Estábamos emocionadísimas por el viaje. No nos podíamos contener; empezamos a hablar casi a voces, y nos reíamos por cualquier cosa. La gente que iba en el bus nos miraba rarito, y a veces me asustaba. Pero no hay que preocuparse coño. ¡Nos vamos a Ghana! No podía sacar mis pensamientos de eso. Era prácticamente imposible.

Llegamos al instituto y (otro) autobús nos esperaba para dejarnos el culo más plano que la madre que me parió. Dos horas de viaje hasta el aeropuerto, luego la facturación o como se llame eso, otras ocho horas en el avión, luego el tren hasta el hotel, y bla, bla, bla. 

  . . . 

  - ¡No me pienso quitar los zapatos! ¿Tiene idea de cuánto me ha costado ponermelos esta mañana? ¡Quince minutos! ¡Cada uno! Asi que no. ¡No y no!

- Pero, señorita Smith, si no se quita los zapatos, no la pdremos revisar y no prodrá subir al avión - le contestó el policía con tono cansado. 

  - ¡Me da igual! ¿Qué se piensa que puedo esconder en un zapato? ¿Una pistola? ¡ Y encima unos zapatos de tacón! ¿Un clip, como mucho?-replicó Kristen.

El guardia hizo un gesto raro con la cabeza y al instante llegaroon dos guardias más. La cogieron por los brazos y la sentaron en la cinta transportadora. Kristen les miró con cara de "Más tontos y no nacen", y el primer guardia pasó el escáner por sus zapatos.

- Limpia - dijo él.

¿La verdad? No me parecía justo para nada. Yo me había tenido que quitar los zapatos y ponerlos en la cinta (y debo resaltar que el suelo estaba c-o-n-g-e-l-a-d-o), y por el melón de Villaconejos que tenía Kristen a modo de cabeza, no se los había quitado. Pero qué más dará, así sería divertido. Es más, Rebecca había hecho un vídeo mientras nosotras nos reíamos a carcajadas por el capricho de no quitarse los zapatos. Sería la broma durante semanas.

Al cabo de un rato, llamaron a nuestro avión, y nos encaminamos hacia la pista. Ya había montado antes en avión, pero un nido de mariposas me recorría volando en el estómago. Subimos y nos sentamos en los asientos que mejor nos venían e hicimos amago de dormir. Oí que estuvieron hablando un rato, y por todo el avión había chicos y chicas de mi edad sin parar de gritar, pero Kay y Kristen estaban perfectamente dormidas.

Pues nada, aquí estamos. Viajando hacia Ghana, en el corazón de África.

PólvoraWhere stories live. Discover now