¡La injusticia!

―Y apenas se conocen de hace una hora... ―murmuró y apretó con tanta fuerza que unos inocentes tomates cereza terminaron hechos puré.

―¿Cómo vas con la ensalada, Er Chan? ―interrogó la albina al escuchar un murmullo inentendible venir de la mujer pelirroja.

―M-muy bien... ―tartamudeó y echó en el triturador del lavadero los tomates que había arruinado.

―Luego tiene que cortar el pepino, el pimiento verde y la cebolla ―instruyó el azulado―, con el queso feta puedes trocearlo o rallarlo aunque es preferible la primera opción por estética. ¿Alguna duda, señorita Scarlet?

―No, ninguna Profesor Fernandes... ―barbulló sarcástica y el tutor elevó las cejas en sorpresa por el tono, en cambio la albina contuvo al sonrisa que se quería expandir en su rostro.

―¿Se encuentra bien, señorita Scarlet? ―se levantó de la silla del desayunador y se dirigió a la zona que la albina había apodado "Rinconcito del desastre". El único lugar donde Mirajane le permitía a la peli-escarlata cocinar.

―Estoy muy bien ―contestó cortante y echó los tomates sobrevivientes en el tazón de la lechuga recién lavada y cortada―. Muy, muy bien... no se preocupe y siga hablando con Mira, parecen tener mucho en común... ―terminó mientras tomaba el cuchillo y troceaba el pepino con habilidad y rapidez envidiable.

De momento usar cuchillos era su más grande habilidad.

―Er Chan es una mujer muy hábil, Jellal ―la ojiazul se acercó a ellos―, sin duda no quiere que te preocupes. Mejor cuéntame sobre tus hermanas. ¿Es verdad que eres su tutor legal?

―Sí, eso... ―el azulado miró extrañado como la cebolla desaparecía finamente cortada bajó el filo implacable del cuchillo ―arma mortal― que empuñaba la peli-escarlata.

―No se preocupe, profesor ―terminó con la cebolla y tomó el pimiento―, no seré buena para dar sazón pero cortar es mi fuerte... puede seguir hablando.

―Señorita Scarlet, tenga cuidado, por más hábil que sea podría cortarse y...

―Ya le dije que estoy bien...

―Pero lo que digo es que tenga cuidado porque...

―¡Aaay! ―como si de una profecía se tratase la estudiante de cocina soltó el cuchillo cuando éste mordió la carne de su dedo medio― ¡Demonios!

―Je vous l'avais bien dit! ―suspiró el pastelero quien con un rápido movimiento ya había tomado la mano de la mujer en la suya― Tenía aún las manos húmedas por lavar los vegetales, por eso le recordé al inicio de la importancia de las toallas de cocina para secarse las manos ―la regañó con el ceño fruncido en tanto examinaba el dedo―, pero usted es tan terca que no hace caso...

―Er Chan nunca le hace caso a nadie ―secundó divertida la albina al ver como la pelirroja ni chistaba ante la reprimenda del cocinero, algo que era toda una novedad de ver.

Erza Scarlet raramente se quedaba callada ante alguien.

―¿Le duele cuando hago esto? ―preguntó el tutor con evidente preocupación pero con un tono lleno de reproche por no haberle hecho caso.

―N-no... ―respondió la mujer que se sentía tonta por cometer un error tan latoso―, no fue mucho, es solo un rasguño...

―¿Un rasguño? ―dejó de mirarle la herida para enfrentarla cara a cara.

DULCE DESTINOWhere stories live. Discover now