Capítulo 5: Hija de las Llamas

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  La entrada, cubierta por una puerta de roble pintado con un desgastado rojo, se abrió de par en par iluminando la entrada de una máscara deformada vestida con dorado y escarlata. Entre sus pálidas manos llevaba una criatura ensangrentada, pequeña y débil. Un bebé arrebatado del cuerpo sin vida de su madre. Despacio se acercó al altar donde todas las miradas se dirigían.
Depositó el ser hundido en llanto sobre el altar con una delicadeza de un padre tomando en manos a su recién nacido; la observó con su máscara, con rostro humano deformado en la zona superior de donde se desprendían los látigos incandescentes de un sol; con la boca sellada por un fino hilo y los ojos tapados con dos rubíes esculpidos con la forma perfecta de un ojo humano. El gran campanario se retiró con manos temblorosas.
Los miembros continuaron con su ritual a un ritmo que les era habitual. Los novicios ya se retiraban para no enfadar a su señor, los sacerdotes lavaron en aceite al ser para quitarle el olor nauseabundo y retirarle la sangre y las lágrimas. Realizaron su tarea a gran velocidad para no perder la ofrenda; con su experiencia, usaron una destreza y delicadeza envidiable. Con el trabajo finalizado, se retiraron.
Los sacerdotes mayores se quedaron inertes, inexpresivos. Aquello era algo diario para ellos, pero sentían que algo era diferente.

  Aquella criatura exhausta, odiada; lloraba de inocencia, gritaba de felicidad.
Los sacerdotes mayores sonaron campanillas de agonía, señal de comienzo. El ascendido, que entregó su vida para sentir el llamado de Fuego y renacer entre las cenizas como un campanario, limpiaba sus manos con las llamas de la vergüenza.

  La daga del bendecido surcaba el agrio aire mientras navegaba a través de las débiles manos del joven ascendido. Sus pausados pasos marcaban el compás de la muerte, con la mirada baja y los nervios saltando sobre su piel.

  La pequeñas campanillas en los cinturones de los campanarios tintinaban de desesperación.

  El predicador cerró su libro en un instante, levantando una nube de polvo. Frío y calculador miró al ascendido, erguido y con la cabeza en alto le apuró con un leve giro de la mano.

..........

  Yotuel, nacido en el seno de una familia pobre del este en la aldea de Arboleda del Viajero, creció criando ovejas y cerdos. Odiaba el barro y el estiércol entre sus largas uñas; los castigos y abusos de sus padres; el desprecio de parte de los aldeanos por nacer con pelo rojizo. Odiaba al mundo y el mundo a él.

  Confundido, sin la menor idea del por qué había llegado desgraciado al mundo, se escabulló al barco mercader del gremio de Los Deambulantes en donde emprendió un viaje al rededor del continente con tan solo nueve años. El navío lo llevó a cada punta del continente en donde se adentró en la cultura y se dejó bañar por la belleza de los aromas, los artefactos y el sabor de algún que otro postre robado.

  En una partida desde el puerto de Bahía Cocodrilo en el oeste de Wingless, uno de los mercaderes lo descubrió entre un saco de patatas. El hombre era viejo y velludo, con una mirada decaída y una espalda que sufrió el cargar de cientos de muertes. El Deambulante, veloz y determinado, tomó al chico de un brazo y en un rápido movimiento, lo volteó en el suelo de la cubierta. Lo miró sin verlo.

- Agacha la cabeza joven.- le susurro desde el fondo de la espesa barba plateada.

  Un Deambulante más joven, con un agrio aroma a arrogancia que Yotuel lograba identificar debido a su contacto con varios aromas iguales en los puertos y ciudades, se llevó una de las bolsas de patatas. Al ver al anciano, apartó la mirada con recelo. "No vayas a romperte la espalda, vejestorio", se dijo a sí mismo, a un tono que apenas llegó a percatar el agudo oído del viejo Deambulante.

- El zorro ya corrió a su cueva, y el viejo lobo se queda con la presa.- Decía sin despegar la oreja de los pasos cada vez más lejanos del joven mercader. - Éste es un barco para viejos y tontos que vagan por la tierra que los rechaza. Y tú, joven, no supera la edad de la inocencia...

Linaje del Dragón: NacidosWhere stories live. Discover now