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Acabo de llegar a casa y como una infiltrada intento entrar en la cama sin que Sam se dé cuenta porque ya son las cuatro de la mañana.

-¿Florcita? - susurra con la voz ronca y estira un brazo para atraerme hacia él - ¿qué hora es?

-No sé. Shh.. Sigamos durmiendo - sueno lo más convincente posible y beso su hombro para después descansar la cabeza ahí.

-Feliz cumpleaños - está tan adormilado que deja un beso torpe en mi frente y acaricia con suavidad mi pelo - en el día lo vamos a festejar, hermosa.

-Está bien - suspiro y me hundo en un sueño profundo.

***

-¡Despertá preciosa! - vislumbro la cara de mi esposo a mi costado derecho. Me contempla con ternura y cariño mientras parpadeo varias veces para acostumbrarme a la claridad del día. Arqueo mi espalda para estirarme y Sam aprovecha para meter su nariz en mi escote.

-¡Amor! - exclamo con la risa atravesada en mis palabras. Lo tomo de sus mejillas y me dirijo directo hacia su boca, con mi lengua exploro cada rincón de su dulce sabor y mis dedos se deslizan por su pecho.

Sus manos se adhieren a mi cadera y en un movimiento fuerte me sienta sobre él. Llevo con un suave tirón de cabello, su cabeza hacia atrás dándome más acceso al húmedo beso.

-Por Dios, bebé. Esperá un poco - dice contra mis labios antes de morder los suyos y me deja sobre la cama para levantarse. Admiro el contoneo de su culo en cada paso que da y prácticamente se me cae la baba. ¡Es tan redondito!

-Cerrá los ojos - exclama cuando se va acercar a mí y hago caso a su orden. Sonrío de manera involuntaria - ¡feliz cumpleaños florcita!

Sam se encuentra delante de mí con una mano estirada donde yace un pequeño sobre de papel madera. Supongo que mi expresión de confusión debe ser muy graciosa porque se carcajea.

-¿Qué es?

-Mirá - me entrega el sobre y cuando lo abro encuentro un pasaporte. Mi mandíbula casi cae por todo el suelo y lo abrazo más que alegre.

-Sam... Esto es genial - observo el interior para cerciorarme que esté en perfecto orden - es más de lo que puedo pedir, amor.

-Te lo merecés y es para cuándo vos más quieras huir unos días acá - lo lleno de besos mientras me alza para enrollar las piernas en su cintura. Me deja sobre la alta mesa de luz y con precisión dos de sus dedos se escabullen en mi interior desgarrándome con un jadeo de placer.

-Amor... - gruño mientras muerdo su tersa piel del pecho. Me deja vacía y un suspiro recorre mis labios cuando ahora se introduce todo él dentro de mí. Sus embestidas van en aumento al igual que mis gemidos mientras el placer se extiende por mi cuerpo y...

¡Agh! ¿Esos son golpes en la puerta? Dios... ¡Quiero disfrutar de esto!

-Dame un beso así voy a ver quién es - murmura Sam contra mis labios y su lengua acaricia con ferocidad la mía. Se coloca un boxer y un pantalón gris y sale hacia la puerta.

Arreglo mi enmarañado pelo. O eso intento y consigo ponerme un conjunto de ropa liviano y acorde a la situación de que recién salgo de la cama.

En el living me encuentro con mis suegros y mi cuñada sosteniendo una torta de chocolate con las velitas encendidas.

***

-Noches de chicas, amor. Me voy - grito desde la puerta de entrada a casa sin esperar respuesta de Sam y me subo a su auto para ir directo a lo de Camila.

Cuando llego, me mando sin titubear al departamento de mi amiga y la encuentro de pie sobre la mesa en corpiño y short.

-Guardá las escenas pornos para Bex - exclamo tapándome los ojos y su risa hace que me de gracia lo que estaba haciendo. Consigue ponerse una remera por encima y brinca de la mesa para abrazarme, o mejor dicho, estrujarme cariñosamente.

-Feliz cumpleaños. Te amo - me mece junto a ella y el dulce aroma de su cabello fucsia se filtra por mi nariz.

-Y yo a vos tonta - sonrío más para mí y la despego de mi cuerpo - gracias.

Enciendo el equipo de música y lo primero que se escucha es una cumbia demasiado ruidosa para mi gusto. Esto debe ser lo que estuvo escuchando Camila hace un rato, no importa, subo el volumen y me acerco a la cocina para ver si hay algo que picar.

Cuando llegan Bex, Rachel y Max nos ponemos a beber, fumar y jugar a las cartas.

-Dejáme la última pitada del porro, Madison - arrulla Max guiñando un ojo desde la otra punta de la mesa. Arqueo las cejas y me reclino en la silla que estoy sentada clavando la mirada en él.

-Convenceme para que te lo dé - suelto una carcajada y Max hace una seña con los dedos para que me arrime a él.

-Acá hermosa - da palmaditas a su regazo para que me siente y como ni siquiera le estoy dando importancia a algo, pongo mi culo sobre él de manera brusca. Nos bamboleamos sobre la silla y nuestras carcajadas explotan a la vez.

-Tomá - susurro cerca de su mejilla y poso el filtro en sus labios. Hace una profunda calada mientras sus ojos están clavados en mi mirada, expulsa todo el humo en mi cara y las hormonas comienzan a alterarse en mi interior.

Le voy a echar la responsabilidad al hecho de que estoy drogada y alcoholizada para lo que estoy a punto de hacer.

Agarro su áspero mentón atrayéndolo más a mí, con delicadeza deslizo la lengua por fuera de mi boca y acaricio sus labios dejando una estela de humedad a su paso.

-¡Te tengo una sorpresa Mad! - aulla Camila estirando los brazos mientras la fulmino con la mirada por cortarme el acto.

Mierda...

Tortuoso engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora