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-No vinimos a esto - sentencio con un hilo de voz.

-No. Tenes razón - sus palabras frías me atraviesan como mil puñales. Separa su tacto de mí y se levanta de mi lado para pasar por detrás y estirar los brazos.

Admiro cada músculo impregnado en tatuajes y consigo ver más colores en uno de ellos. Su búho sigue intacto con esa mirada filosa que aterra. Si habré acariciado esa piel... No puedo volver a caer.

-Lo quiero. Y al piano también - exclama con una sonrisa que me deja noqueada. Mi celular comienza a vibrar en el bolsillo, visualizo en el identificador el nombre de Max.

-Atendé tranquila - sisea con dejadez mirando hacia otro lado.

-¿Pasó algo?

-Nah. Estoy aburrido.

-¿Y para eso me llamás? - vocifero y escucho como se parte de la risa desde el otro lado de la línea. Este tipo me saca de mis casillas.

-Claro y quería hablar con mi buena amiga Madison - contiene el aire y lanza una carcajada que me hace alejar el celular a centímetros míos. Los ojos de Kaden están expectantes a la escena que está recreando Max conmigo.

-¿Estás borracho?

-¿Cómo iba a estar borracho yo? Capaz que un poco...

-¿Estás en tu casa? - contesta un vago 'ajá' y prosigue con su ataque de risa - esperáme. En media hora estoy ahí. No tomés más.

Dicho esto último corto la llamada y me dispongo a acordar con el tatuado qué es lo que vamos a hacer de papeleo para que este lugar quede a su nombre.

-Perdón. Eso fue un inconveniente - susurro con un poco de vergüenza. Sus ámbares obtienen un brillo penetrante y desafiante.

-¿Sam?

-No. Pero eso tampoco te tiene que importar - replico tomándome el puente de la nariz y lanzando un suspiro.

-Vos sos mía y de nadie más - arrulla colocando sus manos en mi cintura y arrastrándome para dejarme frente a frente. Empujo de su pecho y lo aparto con delicadeza.

-Yo soy mía y de nadie más, Kaden - gruño aproximándome a la puerta y haciendo ademán para que él también salga. No conforme con mi reacción se queda unos eternos segundos mirando a mí con resignación.

***

Doy tres suaves golpes a la puerta del departamento de Max, acerco un poco la oreja para escuchar y me apoyo levemente.

-¿Me estás espiando? - dice cuando abre de un sopetón y me encuentra semi encorvada con una sonrisa ladeada. Observo que está más que despeinado y con una bermuda a rayas, sus ojos inyectados en sangre y la nariz roja.

Un estado terrible para alguien tan agradable, lamentablemente.

-Puede ser - entro por detrás de él cerrando la puerta y consigo ver el desastre de botellas dispersadas por la mesa y el suelo. Una colilla terminando de consumirse encima del cenicero. El celular con una llamada a la espera de ser atendida sobre el sofá. Y la remera de Max hecha jirones tirada a un costado.

-No doy más... - se tumba en el sofá con el dorso la mano sobre sus ojos y me quedo de pie a la expectativa de que abra la boca para lanzar todo además de vómito, claro está.

-¿Qué pasó? - le levanto con suavidad la cabeza y la apoyo sobre mis piernas para poder sentarme. Su cabello se extiende a lo largo de mi piel provocándome cosquillas ya que ahora llevo un short puesto.

-¿Te lo puedo contar cuando esté sobrio? - suspira como cansado del mundo entero.

-Claro - anuncio después de apretar los labios. Esto no está bien, no hay forma de que se arruine de esta manera tan asquerosa. Una cosa es hacerlo cada tanto y otra es repetirlo siempre que hay oportunidad. Yo no soy quién para juzgarlo pero sí puedo ayudarlo, no sé qué tiene él que hace que mi corazón se ablande en forma de cariño.

Enriedo los dedos en su sedoso pelo acariciándolo desde la raíz hasta las puntas. Está bastante largo y ondulado.

Tiro mi cabeza para atrás sin dejar de hacer lo que estaba haciendo y puedo escuchar el suave ronquido de Max. Me vuelvo para mirar la paz con la que duerme y me da como cierta envidia que le haya sido tan fácil conciliar el sueño.

-Madison - el leve murmullo me despierta además de una sacudida en el hombro. Me quedé dormida y estoy acurrucada con una fina colcha por encima de mi cuerpo - creo que es hora de que te vayas a casa.

-¿Ah? - saco el celular del bolsillo y la estridente luz me cega los ojos por unos segundos - ¡jodéme que es esa hora!

Max levanta las cejas de forma divertida y la sonrisa del gato de Chesire se dibuja en su rostro. Intento salir rápido de mi cómoda posición y caiga de boca al suelo alfombrado.

-¿Max...? - el hilo de voz que produce mi garganta se pierde cuando me encuentro con la mirada del castaño - ¡no podes ser tan asqueroso! ¡Tirá eso a la mierda ya...!

Max se dobla de una sonora risa y agarra el preservativo usado para tirarlo al tacho de basura.

-Tampoco es para ponerse así...

Junto mi bolso y lo que se disperso de dentro. Le planto un beso en la mejilla a modo de despedida y sonrío.

-Sam se va a enojar. Chau. Te quiero tonto.

Tortuoso engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora