Cierre.

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La luna había desaparecido y solo las estrellas iluminaban el cielo oscuro, el viento aullaba débilmente y un misterioso frio hacía temblar al joven castaño que se encamina con rapidez hacia la sombría mansión Pitchiner, en el pasado hermosa, ahora envejecida y llena de espíritus.

En los jardines vagaban los fantasmas llamándolo, llenando el aire de suplicas y gemidos, el chico avanzaba intentando frotar sus manos en busca de calor mientras sus pies se movían por el sendero de grava lleno de malas hierbas hasta llegar a la puerta principal, entro y mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad pudo notar que dentro no habían fantasmas, pero la muerte rondaba ese lugar. Empezó a caminar, lento, escuchando entre cada paso, los sonidos de su nerviosa respiración, siguió avanzando y siguiéndolo las sombras, las sombras que espiaban sus movimientos y llenaban los rincones de la vacía mansión.

En el segundo piso no había novedades, ignoro a las sombras que se movían agitada, y avanzo hasta la última puerta del pasillo, las sombra lo dejaron seguir solo, sin dejar de observarlo atentas a cada movimiento, abrió la puerta despacio conteniendo la respiración, era la hora al fin después de tanto tiempo había llegado y lo vería.

Pero en la habitación solo había un hombre, desilusionado se movió por la habitación, nada, absolutamente nada, no había ni siquiera más sombras, espíritus o lo que sea, solo un hombre con sombrero de copa sentado frente a una chimenea de llamas azules.

—Mi señor—dijo el hombre con un particular acento—, ya se ha hecho.

—¿Facilier? —la voz provenía de ningún lugar.

—Si mi señor—dijo el hombre educadamente.

—¿Ya tienes el amuleto?

El hombre rebusco en su chaleco y al final saco un collar con una extraña figura.

—Bien, manda a las sombras—la otra voz resonó ansiosa—, el plan debe de iniciar ahora.

—¿Está seguro de eso mi señor?

—¡Hazlo!

El hombre con sombrero de copa se levantó y saco una varita larga y oscura de su chaleco y empezó a murmurar una tonada en otro idioma, una canción pegadiza y con ritmo alegre, Norman sabia de que hablaba esa canción, de control, de contratos y de muerte.

Cerro los ojos y despertó en un pueblo muy lejano, nerviosos, mientras la sonrisa de su abuela muerta lo animaba a despertarse.

...


Nota de autor: 

Esta es la parte final de este libro, quisiera agradecerle a todos los que leyeron este libro, a todos lo que hayan votado, muchas gracias porque me han animado mucho durante este año y quisiera darle dos avisos: lo primero es que voy a editar esta historia el próximo mes y lo segundo es que la segunda parte de esta historia saldrá en enero y se titulara: 

The Big Four: La caída del heredero.

TBF I: El regreso del elegido. (Primera versión).Where stories live. Discover now