18. El bosque oscuro.

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Mérida.

Una semana después los cuatro se encontraban frente a la cabaña del guardabosque, Ralph, según les había indicado la profesora Blue, esta tarde iban a cumplir su castigo. Mérida se preguntaba cuál sería su castigo y porque tendrían que hacerlo con Ralph, observo al resto del grupo Jack y Rapunzel parecían estar felices que estar ahí, Hiccup parecía pensativo, aunque en realidad él siempre estaba así.

—Bueno es hora—Ralph llego de la parte de atrás de la cabaña —, su castigo consiste principalmente en ayudarme con algunas cosas aquí. No tardaremos mucho—añadió viendo el cielo.

A continuación Ralph les dio tareas a cada uno, que empezaron a hacer rápidamente, el castigo al menos no sería difícil, cortar el césped, abonar unas plantas, regarlas. Hiccup se encargó de ayudar a Ralph con un animal herido, Rapunzel, Jack y ella se encargaron de las tareas de jardinería, Mérida se aburría enormemente con ellas, a Rapunzel le gustaron y Jack empezó a jugar con las herramientas, al cabo de una hora Rapunzel e Hiccup eran los únicos que hacían sus partes del castigo, mientras Jack y Mérida vagaban por los terrenos de la cabaña, por separado, por supuesto.

—Hey, pelirroja—la saludo Jack cuando se encontraron

—Albino. —respondió Mérida

—Quería...—Jack callo y se detuvo a pensar durante un momento—quería agradecerte, por lo de Halloween.

—De nada—dijo Mérida con una sonrisa de suficiencia.

Ninguno hablo y los dos se quedaron viendo al castillo, entonces oyeron el grito de Rapunzel ambos corrieron hacia donde la rubia se encontraba, atrás de la cabaña. Cuando llegaron, Hiccup y Ralph ya se encontraban ahí, estaban observando un pedazo de hierba.

—¿Qué paso? —pregunto Jack confundido.

Mérida observo alrededor, nada parecía diferente y luego vio lo que estaba viendo sus amigos, la hierba se había vuelto de un gris, como si estuviera cubierta de ceniza, mas allá, en el bosque prohibido, algunos árboles estaban igual de grises.

Ninguno hablo durante los siguiente minutos, Mérida no podía dejar de observar el bosque prohibido, algo en él le decía que dentro estaba el problema, o quizás la solución.

—Es hora que se vayan—dijo finalmente Ralph—díganle a la profesora Blue que el castigo ha terminado—empezó a desplazarse hacia el interior de la cabaña.

—¡Espera! —grito Mérida— no podemos dejar esto así.

—Ustedes claro que pueden —se volvió para mirarlos— y lo harán. Les estoy diciendo que se marchen

—Mérida tiene razón, podemos ayudar. —dijo Jack.

—No, no pueden. —dijo mientras seguía caminando.

—Ralph—Hiccup aún estaba cerca de la hierba gris—vimos lo que le paso a ese pájaro, el bosque es inmenso, necesitas ayuda...

—No de niños

—Ralph derrotamos un troll de montaña—Rapunzel aún estaba pálida —, y al final encontraremos una manera de entrar en ese bosque, porque al menos yo no pienso correr como si no hubiera visto a ese pájaro convertirse en ceniza frente a mis ojos, sería mejor ir contigo, pero si no es hora que nos vayamos y hagamos esto por nuestra cuenta.

Los cuatro se quedaron impactados por la seriedad y fuerza con los que hablo la rubia, Mérida sonrió orgullosa de su amiga y espero a que Ralph hablara, el parecía como si intentara encontrar una respuesta adecuada a esa petición.

—Bien, pero deben prometerme que harán lo que les diga—abrió la puerta de su cabaña—, en el bosque hay reglar muy diferentes a cualquier otro lugar y ahí solo estaremos nosotros para ayudarnos.

Al llegar al primer claro pararon, Ralph les ordeno usar el hechizo lumos y examino otro árbol gris, los cuatro chicos obedecieron y se apresuraron a seguir a Ralph quien empezaba a avanzar de nuevo, caminaron durante lo que pareció una eternidad, entre más se adentraban en el bosque el exterior les parecía más lejano, la luz apenas llegaba a través de la hojas de los árboles que en algunos ocasiones estaban tan cerca entre ellos que tenía que buscar otra ruta por la que pasar. Y a pesar de todo esto, del frio, de los aruñazos de las ramas, de los sonidos distantes de criaturas desconocidas, Mérida se sentía como en casa.

—alto—dijo de pronto Ralph—aguarden aquí, no se muevan y cualquier cosa lancen algunas chispas rojas.

Ralph siguió avanzando, dejándolos a ellos en el pequeño claro, Mérida se fijó que ya había oscurecido por completo, en el silencio del bosque no pudo evitar pensar en la conversación que había tenido con Gothel.

"...sé que esto nunca ha sido lo que ha querido, señorita DunBroch, pero ya no hay remedio. Así que por respeto a sus compañero quisiera por un momento dejar de pensar en usted y dejar de quitarnos puntos..."

Mérida reconoció que Gothel tenía razón, ella odiaba esa casa pero no por eso estaba perdiendo puntos, no al menos a propósito. No era su culpa que Jack, cada vez que se metía en problemas la arrastrara a ella.

—¿Qué creen que sea?

—No lo sé, pero sé que esa cosa no puede ser nada bueno—respondió Rapunzel un poco nerviosa.

—Rapunzel tiene razón—la segundo Hiccup mientras tocaba uno de esos árboles grises.

—Pero ninguno tiene alguna idea de lo que eso podría ser—insistió Jack—ya sabes, si una criatura o enfermedad, o algún mago.

—¿Un mago? —pregunto Mérida.

—Si—Jack asintió.

—Ningún mago en Hogwarts haría eso—dijo Rapunzel

—Pero si...

—Y en Hogwarts no puede entrar ningún mago oscuro—respondió Mérida segura, no podía ser un mago.

Los cuatro se volvieron a quedar en silencio, durante ese momento empezaron a oír un ruido, triste y agonizante, Mérida fue la primera en moverse, los demás la siguieron y pronto se internaron más en el bosque.

Mérida había crecido en medio de bosques, no le temía a perderse en uno ni a las criaturas que habían en él, quizás le preocupaban un poco los centauros pero su padre le había asegurado que no se muestran a los humanos y no creía estar tan cerca para encontrarse una tribu de ellos, siguió avanzando intentando esquivar las ramas y arbustos, el sonido había parado pero Mérida estaba muy segura de donde lo había oído. Llegaron otro claro y Mérida deseo haberse equivocado, deseo haberse perdió en el bosque o incluso encontrarse con los centauros, en vez de ver eso.

En el claro había una sombra, era lo único que podía ser, de figura humana sobre el cuerpo de un unicornio, la sombra bebía la plateada sangre del unicornio mientras este los miraba con los ojos más triste que Mérida había visto alguna vez, sintió la mano de Rapunzel que le clavaba a las uñas en su hombro pero no dijo nada, no podía dejar de ver al unicornio.

Dicen que la sangre de unicornio es sagrada, trae vida y vitalidad a cualquiera que la beba, su precio es una vida maldita, todo el mundo lo sabe. Cualquiera que está dispuesta a beber sangre de unicornio, está dispuesta a todo, todo el mundo lo sabe.

Excepto lo muggles y Jack se había criado entre ellos, es lo único que pudo pensar Mérida antes que viera el hechizo de Jack llegar cerca de su objetivo. 

TBF I: El regreso del elegido. (Primera versión).Where stories live. Discover now