La primera vez

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-¿Qué se supone que haremos? -Pregunta -no pienso caminar toda la noche bajo la lluvia.

-Conseguir un coche, el cual tu conducirás porque yo no sé hacerlo, un poco de dinero y después divertirnos.

-¿A qué exactamente te refieres con "conseguir"? -dice parándose en seco.

-¿Cuál te gusta? - le digo señalando los autos que están estacionados en la cuadra.

-Aaaah no, no no no -niega con la cabeza -no pienso robar un auto.

-Tu no pero yo si, si nos atrapa alguien estaremos unas horas en prisión y luego nos soltaran, somos menores, no nos pueden tener mucho tiempo, ahora, ¿Cuál quieres?.

-Me da igual, pero si nos atrapan diré que me secuestraste. -Por su tono parece que habla en serio.

Me rio y asiento. Caminamos hasta un Toyota blanco e intento abrirlo, por más ilógico que sea hay gente que los deja abiertos, en estos lados de la ciudad son todos muy confianzudos, pero este no es el caso, así que paso al auto de adelante, que es un viejo modelo de un Chevrolet,         -este si- susurro. Esperaba tener que intentar en algunos más pero parece que estamos de suerte. Entro, me fijo si tiene las llaves puestas, no las tiene, entonces retiro el plástico que cubre los cables y pelo algunos, Luke me enseñó a hacer esto una noche que salíamos de un Bar y no recordaba donde había estacionado, así que entramos al primero que pudimos. Después de varias chispas el auto arranca y me paso al asiento del acompañante.

-Sube -le digo y me pongo a revisar todo el interior buscando un poco de dinero.

-¿y ahora? -pregunta

-Tienes que dejar de hacer tantas preguntas y disfrutar un poco más de la vida. Solo conduce.

No dice nada y sale del aparcamiento. Después de revisar un par de compartimentos abro la guantera y encuentro un fajo de billetes debajo de unos papeles.

-Bingo -digo y le muestro el dinero. Está nervioso parece que se va a desmayar. -¿Estas bien? -le pregunto.

-Sisi, solo un poco nervioso. ¿Qué pasara después? Osea después, con el Auto. -dice cambiando su mirada del frente a mí y de nuevo al frente, tiene los anteojos mojados por la lluvia. Se los saco, los seco con mi remera y vuelvo a ponérselos. -Gracias -dice y yo asiento.

-Nada, no pasara nada, volveremos, lo estacionaremos donde estaba antes y volverás a dormir sano y salvo. -Asiente -¿conoces algún lugar que esté abierto un lunes por la noche? -pregunto.

-Mira a quien se lo preguntas -dice con una sonrisa. Tiene una mano en el volante y la otra en su muslo. Asi, vestido de negro y despeinado, hasta parece ser normal.

-Cierto, iremos a Gigante, en la próxima cuadra dobla a la izquierda.

Hace un saludo de soldado y sigue mis indicaciones, después de diez minutos llegamos a un edificio sin ventanas que al contrario de su nombre es diminuto, está pintado de negro y tiene un cartel luminoso con su nombre. Paramos en el estacionamiento de enfrente y cruzamos la calle. En la entrada el patovica está parado bloqueando la puerta.

-¡Gio! Tanto tiempo sin verte -dice levantándose los anteojos de sol. No entiendo porque los usan si es de noche.

-Sí, tanto -le digo mirando a Zack -eeeeh, ¿nos dejas pasar?

-No lo sé, no quiero meterme en problemas.

-Si bueno, prometo estar tranquila ¿sí?.

-¿Y él? -pregunta señalando a Zack.

OPUESTOS (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora