ANXIETY

0.1 一つ

Tyler se encontraba sentado en el banquillo de su mesa de reunión, intentando decidir que comería hoy. Tenía comida regada, dulces y sodas, por toda la mesa de receso. Estaba pensando que si comía primero algunos chocolates, o frituras, su estómago dolería, y se le haría incluso más difícil regurgitar la comida. Sin embargo, si empezaba por lo más ligero, el ácido estomacal, a la hora de devolver la comida, no dañaría mucho su sistema bucal. Si embargo, eso no importaba en lo absoluto.

Sus manos comenzaron a temblar, e inmediatamente a sudar, en realidad no quería comer nada de eso que estaba sobre la mesa, pero no había comido nada en toda la tarde noche del día anterior. Así que tomó una gran bocanada de aire, pasando saliva constantemente, tomó entre sus manos, una bolsa de chocolates en forma de triángulo, los observó un rato, y después los llevó directamente hasta su boca, tragando todos de un solo bocado. Por un momento, esa ansiedad disminuyó, Tyler se sintió satisfecho, pero en cuestión de segundos, aquella ansiedad lo orillo a tomar cuantos dulces cupieran en sus delgadas manos.

Desenvolvió uno por uno, metiéndolos de un golpe a su boca, casi se atragantaba, pero eso no importaba ahora, lo único que importaba, era continuar con aquella dieta, que lo llevaría a la figura perfecta. Se sintió tan bien comer esos dulces, que grandes dimensiones de comida rápida, helados, entre otras cosas cruzaron por su mente, Tyler sintió un asco, asco placentero, esa sensación de devolver la comida que ya había ingerido.

Tyler observó las porciones de comida que aún le faltaban por consumir, esas grandes porciones de carne asada, envueltas en pan integral de trigo. Su estómago dio un giro, revolviendo cada parte de el, sin embargo, prefirió ignorar y seguir consumiendo como un animal en mal estado de salud nutricional. La verdad es que no le importaba que parecía, tan solo quería llegar a su propósito. El castaño soltó un suspiro, estirando su mano para tomar esa gran hamburguesa, pero se detuvo al escuchar la fastidiosa voz de uno de sus "mejores amigos".

-Hey, enano -Patrick habló dejando caer su mochila sobre la mesa que estaba llena de dulces y comida, tirando cada uno.

-Maldición Patrick -Tyler bufo, levantando las cosas que se habían caído.

-Oh no, por favor no -Brendon soltó una risita, tomando las envolturas que había sobre la mesa.

-¿Qué? -Tyler gruñó, quitando las envolturas de las manos del frentón, guardándolas en su mochila.

-¿No me digas que aún sigues con tus dietas, princesa? -Patrick soltó una carcajada, inundando la cafetería por completo.

-No son "dietas de princesas" y yo tampoco soy una princesa, estúpido -hizo comillas-, tan solo me cuido, que tú no lo hagas, no es mi problema -Tyler se levantó de su asiento.

-Hey, relájate, no te enfades hermano, sabes que sólo es una broma -Brendon se levantó a la par, deteniéndolo del pecho, con la palma de su mano.

-No me toques, frentón -escupió Tyler, quitando la mano del frentón, con brusquedad.

-Tyler, relájate -Patrick suplicó.

-No, estoy harto -y fue lo único que dijo antes de marcharse, para poder seguir comiendo sus cosas a gusto.

Tyler detestaba todo tipo de comentarios respecto a su figura, lo único que él quería, era llegar a su peso programado, aquellos perfectos 20 kilos, y aún le faltaban 20 kilos por bajar. Se sentía nefasto pesando esos horrendos 40 kilos, porque sin duda alguna, lo hacían lucir como un saco de grasa, y él no se quería sentir de esa forma. O al menos, era lo que su mente deformada, le demostraba cada vez que se miraba al espejo, o se paraba sobre la báscula.

Esto es algo diferente. Leí un informe acerca de la bulimia (sé que el título no tiene nada que ver), y como joshler trash que soy, decidí hacer algo sobre esto, dando explicar sus riesgos, entre otras cosas, es una historia ficticia. Sé que habrán muchas chicas que se identifiquen, pero no quiero inducir a nadie a hacer esto, tan solo, es una fic.