8-. Oso Pardo

1K 107 16
                                    

De un momento a otro, volvía a estar de pie en medio de la biblioteca. Aquellos enormes estantes de madera me rodeaban, y la tenue luz del candelabro, como de costumbre, le daba un toque de suspenso a la escena. Una vez más, noté que no estaba solo, y segundos después, uno de los encapuchados se aproximó a mí. Este permanecía en su forma humana, y sus característicos ojos amarillos analizaban mis movimientos con cautela.

—¿Eres el Alfa? —inquirí, dando un paso hacia él.

—No, soy Darwins. Me encargaron ser tu mentor —explicó—. Debo asegurarme de que aprendas a utilizar tu don a plenitud.

—¿Te refieres a entrenarme?

—Algo así. Te esperaré a las ocho en el bosque —hizo una breve pausa y su mirada se encontró con la mía—. Si sabes lo que te conviene, serás puntual.



Ya eran las ocho en punto, y tal como Darwins había especificado, me encontraba solo en las profundidades de la Bahía de Hudson. Sin embargo, no fue hasta quince minutos después que escuché unas pisadas acercándose. Entonces, vi un enorme lobo de pelaje marrón dando largas zancadas hacia mí, para luego adoptar una transformación intermedia.

—Disculpa la demora, Hunt. Mi auto no quiso encender y tuve que esperar un taxi —explicó, irguiéndose.

—No te preocupes por eso, mejor empecemos a entrenar —respondí ansioso por hacer algo más que leer libros acerca de la licantropía.

Él asintió sin decir nada, y se acercó más a mí. Aquellos orbes amarillos no paraban de escrutarme mientras que olfateaba el aire con detenimiento. No parecía estar muy contento de tener que lidiar conmigo, pero era obvio que no contaba con muchas más opciones.

—¿Has podido transformarte por tu cuenta? —interrogó, dando vueltas a mi alrededor.

—Aún no, se me hace muy difícil —me encogí de hombros.

—Eso pensé —se rascó la oreja—. Quizá deba darte algo de motivación para que lo hagas, sígueme.

Comenzamos a caminar hacia las profundidades del bosque, y poco a poco, la cantidad de árboles aumentó hasta el punto en el que opacaron la luz de la luna. Darwins andaba con paso ligero, y yo hacía lo posible por seguirlo de cerca y no tropezarme con las numerosas raíces que sobresalían de la tierra. 

De improviso, mi mentor se detuvo y se llevó el índice a los labios para indicarme que permaneciera en silencio.

—¿Ves eso de allá? —señaló una enorme silueta que deambulaba por la zona, muy cerca de nosotros.

—Sí, ¿qué es?

—Eso, Hunt, es un Ursus Arctos —respondió, agazapándose.

—¿Un qué?

—Un oso pardo —aclaró—, pesa aproximadamente doscientos kilos y llega a medir hasta un metro setenta y tanto.

—Muy bien, pero ¿qué tiene que ver eso con mi entrenamiento? Se supone que me enseñarás a usar mis poderes, no que me darás clases de biología.

—Parece que no entiendes mi punto —resopló—. Se trata de una hembra, y desde acá puedo ver que tiene crías a su cuidado.

—Espero que no estés pensando lo que creo que estás pensando —tragué saliva.

—Al principio tendrás que recurrir a emociones fuertes para transformarte, ¿y qué mejor manera que enfrentarse a mamá osa?

—¿Estás enfermo? —reclamé, intentando no subir la voz—. Si no logro cambiar de forma, ¡me matará!

—Por eso no te preocupes, estaré observando todo desde aquí —levantó el pulgar, e hizo una extraña mueca a modo de sonrisa.

Asentí con resignación, respiré hondo, y comencé a planear una estrategia en caso de que todo se descontrolara y tuviera que huir. No obstante, Darwins prefirió acelerar las cosas, me dio un fuerte empujón y aterricé de pie a pocos metros de las crías. Tal y como esperaba —,o incluso peor—, la osa se irguió de manera desafiante y dejó salir un gruñido de su garganta. Alcé ambas manos lentamente en un gesto conciliador e hice amago de retroceder, pero el animal se me adelantó y dio varios pasos cortos hacia mí.

Sentí un enorme pánico recorriéndome el cuerpo y un fuerte cosquilleo subiendo por mi abdomen. Aquella criatura podía acabar conmigo sin mucha dificultad y todo por culpa de una maldita transformación.

De repente, mi piel empezó a cubrirse de pelo, y la musculatura de mi pecho aumentó de forma casi imperceptible. El animal volvió a gruñir y se abalanzó hacia mí tan rápido como pudo. Gracias a los reflejos que me daba esa condición, fui capaz de evadir aquellos zarpazos y ubicarme a una distancia prudencial de mi atacante.

—Tranquila, no pienso dañar a tus crías —retrocedí despacio y la bestia lanzó un zarpazo contra mi rostro. 

Logré evadirlo por cuestión de segundos, y consciente de que un enfrentamiento era un suicidio, corrí tan rápido como pude. La osa, decidida a no dejar las cosas a medias, comenzó a perseguirme. Era mucho más veloz que yo, y antes de darme cuenta, estaba pisándome los talones.

Otra descarga de adrenalina recorrió mi cuerpo y su musculatura volvió a aumentar. Gracias a ello, conseguí acelerar, y tras una breve pero intensa carrera para mantenerme con vida, fui dejando atrás a mi perseguidor; el cual terminó desistiendo y regresando por donde había venido.

—Veo que funcionó —dijo Darwins a mis espaldas—. Casi logras una transformación intermedia, ese es un muy buen avance. Toma aire y continuaremos en unos minutos.

—¿Estás enfermo? ¡Casi me matas! —jadeé mientras que la adrenalina me abandonaba por completo.

—Sé positivo, no fue en vano. Superaste mis expectativas. Es más, ni siquiera creí que pudieras huir, ya estaba preparado para salvarte el culo.

—No es suficiente para mí, Darwins. Necesito mucho más poder que esto.

—Calma, Hunt, todo a su tiempo —puso una de sus enormes manos en mi hombro—. Puedo oler que eres un hombre muy ambicioso, pero debes controlarte si quieres surgir en la licantropía. De lo contrario, te frustrarás antes de cumplir tus objetivos.

—Supongo que tienes razón —suspiré con pesadez—. ¿Es muy complicado convertirse en un Alfa?

—Primero que nada, debes dominar a la perfección el uso de tus transformaciones, entonces podrás enfrentar al Alfa para tomar el control absoluto de la manada. También puedes progresar a tu paso, aumentar de rango, y al cabo de varios años, e incluso siglos, podrás ascender al poder.

—Prefiero optar por la primera opción.

—Debes entender que enfrentarse a un Alfa no es cualquier cosa. Son criaturas que llevan muchísimos años de entrenamiento, saben luchar en cualquiera de sus formas y tienen un control casi absoluto de sus poderes. Es casi imposible que un novato logre derrotarlos limpiamente.

—¿Puedes hacer trampa en el enfrentamiento? —Una pequeña sonrisa se manifestó en mi rostro.

—Es un combate a muerte, todo es válido. Aunque recurrir a engaños no ayudará a ganarte el respeto de la manada.

—Tal vez no, pero prefiero una victoria sucia que una derrota elegante.

—Queda de tu parte, Hunt, pero mientras más respeto te tengan, más difícil será que intenten derrocarte —quitó la mano de mi hombro y se dirigió de nuevo al interior del bosque—. Ahora muévete, debo enseñarte a hacer viajes astrales.


Canción: The Past is Gone

Banda: Beartooth

Wolfhunt | Shining Awards 2017Where stories live. Discover now