31-. La novena bala

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¿De qué serías capaz para proteger a los tuyos? ¿Qué estarías dispuesto a hacer por amor? Cuando un hombre está a punto de perder lo único que ama, se deshace del temor y le hace frente a lo que sea, incluso si eso significa arriesgar su vida.

Meses después de haber eliminado a un grupo de templarios que venían por nosotros, mi familia fue secuestrada por sus compañeros a modo de chantaje, y no me dejaron más alternativa que estar a sus órdenes. Órdenes que incluían exterminar a mi manada.

Lo cumplí, por supuesto, y ahora los licántropos estaban muertos. Cada uno fue asesinado con balas de plata, dejándome solo una de reserva en la recámara. Por desgracia, el suplicio aún estaba lejos de acabar. 


Anduve por la calzada con paso rápido, al mismo tiempo que marcaba el número de Alexandria en mi teléfono, y tan pronto como hubo timbrado por tercera vez, escuché la voz de uno de sus captores al otro lado de la línea.

—Hunt, ¿qué tal va tu encargo? 

—Están muertos, todos y cada uno de ellos —reporté sin dejar de caminar—. Ahora quiero que cumplan su parte: que liberen a mi chica y nos dejen en paz.

—Buen trabajo, mucho más eficiente de lo que imaginamos.

—¿Acaso no entendiste? Mi misión está terminada, exijo que la liberen.

—Oh, eso —hizo una breve pausa—. Creo que no podrá ser.

—¿De qué crees que estás hablando? —me contuve para no gritar—. Si saben lo que les conviene, me darán a Alexandria sana y salva...

—Deberías ir a revisar tu buzón de correo en lugar de amenazarnos —interrumpió—. Dejaremos un regalo para ti.

Dicho esto, la llamada se cortó de golpe, y con el corazón latiéndome a máxima velocidad, empecé a correr hacia mi casa. Si aquel sujeto hablaba en serio, dejarían algo allí. De ser así, era la oportunidad perfecta para interceptarlos, o en su defecto, seguirlos. Solo necesitaba llegar antes que ellos.

Aceleré con las fuerzas que me restaban, y faltando una cuadra para alcanzar la entrada de mi vivienda, divisé la silueta de alguien tratando de meter una caja mediana en mi buzón. 

—¡Oye, tú! ¿Qué haces? —inquirí, estando a unos cuantos metros de la figura que, al oírme, dejó caer el paquete y huyó en dirección contraria. Por mi parte, consciente de que podría ser mi única oportunidad de alcanzar a los templarios, me dediqué a perseguirlo. 

Atravesamos algunos arbustos y lo seguí por el centro de la carretera desierta, agradecido porque a esta hora nadie se atreviera a salir de sus hogares. Poco a poco, la distancia entre nosotros se fue acortando, pero aquel tipo seguía siendo bastante veloz como para permanecer lejos de mi agarre.

—¡Voy a estrangularte, hijo de perra! —rugí.

Di un par de largas zancadas en su dirección, y finalmente logré cerrar mis dedos alrededor de su sudadera. Anclé los pies en el concreto y tiré de ella, y entonces mi objetivo cayó con estrépito. A continuación, apoyé una rodilla en su torso y le conecté varios puñetazos hasta reconocerlo.

—¿Logan? —exclamé perplejo—. Pude imaginarme a cualquiera, ¿pero tú?

—No lo entenderías, Hunt —una sonrisa sangrienta se manifestó en él—. Además, no eres quién para hablarme de honor.

—Yo nunca fui parte de uno de los suyos, ustedes me obligaron a unirme —tensé la mandíbula—. Aunque eso ya es irrelevante. Solo estoy interesado en saber dónde se esconden.

—¿Quiénes?

—No te hagas el tonto conmigo. Necesito saber dónde ocultan a mi chica y al bebé —saqué la pistola de la parte trasera de mi pantalón y la puse en su frente. Todo apuntaba a que tendría que usar la novena bala—. En tu lugar no me reiría, son de plata.

Contemplé el miedo en sus ojos que, segundos después, pasó a convertirse en calma. Estaba dispuesto a dar resistencia, o al menos eso quería darme a entender.

—Me da igual si lo haces por dinero, diversión u orgullo —sentencié, sin dejar de sostenerle la mirada—. Solo me interesa recuperar a los míos.

—Créeme, no es nada personal —tragó saliva—. Debo cumplir con esto para largarme de aquí. No quiero tener nada que ver contigo ni con los lobos, simplemente debo desaparecer del mapa, y los templarios son los indicados para eso.

—Responde a mi pregunta, Logan —le quité el seguro al arma—. ¿Dónde están?

—Si te digo perderé mi recompensa, no puedo arriesgarme.

—Tampoco la tendrás cuando tengan que limpiar tus sesos del pavimento —harto de su negativa a cooperar, le di un golpe con el dorso de la mano libre—. ¡Habla, maldita sea! 

—Está bien, hablaré —masculló—. Pero si vas, será bajo tu propio riesgo.

—Ahórrate las advertencias y no actúes como si no supieras de lo que soy capaz —aumenté la presión del cañón del arma sobre su piel—. Contaré hasta cinco, y cuando lo haga, quiero saber la ubicación de los bastardos que...

—Dos manzanas al este del centro de la ciudad, es la casa de madera del fondo —soltó—.La retienen en el sótano, son tres guardias.

—¿Armas?

—Pistolas comunes, nada extraordinario.

—Eso era todo lo que quería, ¿ves que no estuvo tan difícil? —me quité de encima para permitirle ponerse de pie—. Ya puedes irte, solo camina hacia los árboles en línea recta y sin hacer movimientos bruscos. No dejes de avanzar hasta que te lo ordene, y no te atrevas a regresar —asintió sin protestar e hizo lo que le pedí, así que aproveché la oportunidad y le ordené seguir adentrándose en la vegetación. 

Cuando Logan hubo avanzado lo suficiente como para no ser visible desde la calle y previo a que saliera de mi rango de tiro, le disparé en la espalda y su cuerpo sin vida se desplomó. Acto seguido, lo cubrí con todas las ramas secas que pude encontrar, usé mi encendedor para prenderle fuego y me aseguré de que al menos una parte considerable se consumiera antes de marcharme.

Emprendí el viaje de regreso a casa, y durante el camino, tras corroborar que nadie estuviera siguiéndome, lancé la pistola al interior de una alcantarilla para deshacerme de cualquier cosa que me incriminara. 

Finalmente, regresé a la casa, donde me encargué de recoger el paquete que yacía junto al buzón y llevarlo para adentro. Lo coloqué sobre la mesa del comedor y busqué un cuchillo para abrirlo. En su interior yacía una bolsa plástica negra junto a una nota que rezaba: ''Si sigues interfiriendo en nuestros planes, el tuyo será el siguiente''. Con pulso tembloroso, abrí la bolsa, y vertí su contenido dentro de la caja. 

Inmediatamente, quedé petrificado. Era un feto humano.


Canción: 5 Minutes Alone

Banda: Pantera

Wolfhunt | Shining Awards 2017Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin