4-. Las clavículas del lobo

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Varios pares de ojos amarillos observaban detenidamente cada uno de mis movimientos, a la vez que los latidos de mi corazón aumentaban su velocidad. Sin embargo, mi mayor preocupación no eran ellos, sino el enorme y monstruoso ser que venía pisándome los talones. Fuera lo que fuera, podría jurar que era capaz de acabar con todos nosotros en cuestión de instantes.

Escuché sus pasos detrás de mí, me giré asustado, y lo vi olfateando el aire a pocos centrímetros de mi rostro. Me sentí tentado a huir con la esperanza de que aquellos sujetos lo mantuvieran entretenido, pero antes de tan siquiera poder considerarlo, la bestia comenzó a encogerse, y ante mi mirada incrédula, tomó forma de hombre. Casi de inmediato, le entregaron una túnica para cubrir su desnudez.

—¿Qué se supone que...? —dejé la frase a la mitad sin saber cómo ordenar el montón de ideas que comenzaban a agolparse en mi cabeza.

—Excelente. Ahora que estamos completos, podemos iniciar el ritual —dijo el que parecía ser el líder.

—¿Ritual? —balbuceé—. ¿A qué se refieren?

—Posees la marca de la maldición, Oliver —señaló el lunar en forma de media luna que tenía en el cuello, apenas visible por estar rodeado de tatuajes—. Te guste o no, eso te hace parte de nosotros.

—Es solo una marca de nacimiento, cualquiera podría tenerla.

—Te equivocas, solo alguien destinado a pertenecer a la manada cuenta con ese privilegio —hizo una breve pausa y me miró a los ojos—. Creo que ya entiendes el motivo de esta cita.

Opté por permanecer callado, pensando en cualquier cosa que pudiera sacarme de esta situación, a lo que los encapuchados hicieron un círculo a mi alrededor, dejando a su líder en el centro conmigo.

—Debes entender que actualmente solo tienes dos opciones: unirte, o unirte por las malas —extendió la mano derecha hacia mí—. Perteneces a la manada, Hunt. La sangre llama.

Tragué saliva, y luego de considerar ambas opciones, decidí no hacerlo enojar y estrechar su diestra. Entonces, el sujeto hizo gala de una velocidad sobrehumana, sacó un puñal de su túnica y lo utilizó para cortar mi palma. Solté un alarido de dolor, al mismo tiempo que él hacía lo propio con la suya y me daba un fuerte apretón, logrando así que su sangre se mezclara con la mía.

En seguida, el dolor de la cortada desapareció por completo para ser reemplazado por una sensación inmensa de poder. Un intenso cosquilleo se manifestó en mi abdomen, seguido de escalofríos que bajaban por mi espina dorsal. Era algo muy extraño pero adictivo, y necesitaba mucho más.

—Oliver Hunt, a partir del momento en el que completes la iniciación serás el miembro número trece de la manada —soltó mi mano.

—¿Qué más debo hacer? —inquirí, desesperado por conservar aquella sensación tan peculiar en mi cuerpo.

—Síguenos —indicó mi interlocutor. A continuación, los encapuchados deshicieron la formación, caminaron hacia los árboles en fila india y me condujeron a través de un pequeño trecho que daba a una zona con menos vegetación. 

Sin embargo, lo que captó toda mi atención fue el hombre atado de manos y pies en el centro. Estaba completamente desnudo, sus piernas abiertas en un ángulo de noventa grados, y sus brazos extendidos en forma de cruz. Nos miraba con nerviosismo, aunque no podía decir nada debido a la mordaza en su boca.

La manada formó un círculo a su alrededor y el líder volvió a sacar el puñal. Se arrodilló junto a la víctima, y con un movimiento preciso, cortó la palma de su mano. Inmediatamente, le extendieron una copa dorada, dentro de la cual vertió la sangre que emanaba de la herida. Acto seguido, se puso de pie y bebió mientras los demás esperaban su turno ansiosos.

Wolfhunt | Shining Awards 2017Where stories live. Discover now