32.- El momento cautivado

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La electricidad cargaba el aire. Tenía la sensación de que si se acercaba tan solo un centímetro más algo estallaría, la realidad saldría volando en un millón de añicos. 

Se giró despacio, muy despacio, hacia la desbordante presencia que invadía su espacio y amenazaba con colarse en su conciencia. Se sobresaltó al encontrarse cara a cara con el chico. 

Se había agachado junto a ella, al parecer para colocar unos vasos y botellas de agua sobre la mesa. Vestía un uniforme de camisa blanca, pantalones negros y delantal, idénticos a los de la muchacha que los había atendido antes. Debía de tratarse de un camarero, pero la mente confusa de Rose no pudo procesar la información. Porque lo conocía aunque no hubiera llegado a conocerlo. Estaba segura de que lo había visto antes.

Aquel rostro joven de facciones asiáticas, aquella piel pálida en contraste con su cabello oscuro, nada que lo distinguiera de cualquier otro oriental que hubiera visto, salvo tal vez su estatura. Era alto para ser oriental, más alto incluso que Joshua. Y sus ojos... rasgados, dos hendiduras de un brillante azabache, como las ascuas de un fuego que no perdía su llama. 

Lo conocía aunque realmente no lo conociera. Lo había observado de lejos, se habían cruzado una vez en la calle, en un paso de peatones concretamente. Aunque no hubiera reconocido su rostro, su silueta ni sus ojos, hubiera reconocido su presencia, aquella extraña energía que los conectaba, en cualquier lugar. Como la atracción entre los polos opuestos de un imán o la tensión de la electricidad estática entre dos objetos... solo que si llegaban a tocarse Rose presentía que ocurriría algo mucho más grande que un simple calambre. Algo que podría cambiarlo todo.

Y no estaba segura de querer un cambio en su vida, no en aquellos momentos.

¿O tal vez estaba pensando demasiado? Después de todo aquel chico no podría ser mucho mayor que ella y era humano, absolutamente e inequivocablemente humano. Puede que los acontecimientos de las últimas semanas la hubieran trastocado. Ahora estaba más alerta que nunca ante el más mínimo indicio de magia, sin contar con que la sangre vampírica que corría por sus venas maximizaba sus sentidos.

Rose volvió el rostro hacia él para observarlo mejor y se encontró frente a frente con sus ojos. Aquellas hendiduras de fuego oscuro... Por un instante se abrieron de par en par, como sorprendidos, pero rápidamente volvieron a la normalidad. ¿La había reconocido? ¿O se había imaginado la expresión asombrada de sus ojos? Puede que tan solo se sintiera intimidado por su cercanía. Después de todo estaban tan cerca que sus narices casi se rozaban, que si abrían la boca respirarían el aliento del otro. Rose se sentía incómoda pero al mismo tiempo se sentía reconfortada. La parte racional de sí misma, esa a la que raramente escuchaba, quería echarse atrás y alejarse lo antes posible de aquella misteriosa energía que la atraía hacia lo inevitable. Otra parte, una que hasta entonces desconocía, quería acercarse aún más, hasta aspirar el carbono dióxido que él espiraba. La lucha entre sus dos partes se había desatado de improviso, dejándola inmóvil, incapaz de reaccionar. De pronto se sentía perdida, ajena, desconectada... Y entre tanto los ojos oscuros del chico no la dejaban escapar.

Él fue el primero en reaccionar. Con un parpadeo rompió el extraño hechizo y con un movimiento fluido, entrenado sin duda por su experiencia como camarero, recogió la bandeja de la mesa y se puso en pie. Rose tuvo que alzar el rostro para no perderlo de vista. El cambio de perspectiva lo hacía parecer incluso más alto. Y de pronto se sintió insignificante. Pequeña. Vacía. Drenada por la tensión acumulada que no había llegado a explotar. Extraviada sin esa conexión que los unía con una fuerza desconocida que adelgazaba con la distancia. 

Sus ojos volvieron a encontrarse, era inevitable que se encontraran, Rose estaba convencida de ello. Pero el chico apartó la vista rápidamente y la fijó en un punto tras ella. Sonrió, pero la sonrisa no alcanzó sus ojos. Se diluyó en una neblina de confusión. ¿O aquello también lo estaba imaginando?

-¿Y bien? ¿Queréis que os saque una foto a los tres juntos?- preguntó.

-Es una buena idea. Hace siglos que no nos sacamos una foto todos juntos- la voz de Sophie la sobresaltó.

Se volvió hacia ella estupefacta. Por un momento había olvidado que estaban allí. Había quedado tan absorta en el momento que había olvidado dónde estaba y con quién. Se sintió avergonzada, pero ninguno de sus amigos parecía haberse dado cuenta. Sus sonrisas eran risueñas, como si no hubieran sido testigos del instante que el camarero y ella habían compartido. Lo que a ella se le había hecho una eternidad no habrían sido más de unos segundos. El tiempo era tan relativo... O quizás estaba perdiendo la razón definitivamente.

Sophie la miró.

-¿Tú qué dices Rose?

Sus palabras terminaron de sacarla de su estupor. Sonrió regresando a la realidad.

-Claro, quiero un recuerdo de todos juntos en nuestro último verano antes de la universidad- contestó.

Alargó el brazo y le tendió el móvil al camarero. 

-Gracias- musitó.

El joven aceptó el teléfono con una sonrisa, esta vez sí se reflejó en sus ojos. El corazón de Rose dio un vuelco.

Se apresuró a gatear hasta el otro lado de la mesa y se hizo un hueco entre Joshua y Sophie. Pasó el brazo sobre los hombros de cada uno de sus amigos, sintió el cuerpo de Josh tensarse ante el más mínimo contacto físico y la presencia de la cámara y a Sophie relajarse contra su abrazo. 

-Bien- dijo el camarero alzando la cámara hasta el nivel de sus ojos y apuntando hacia ellos- Decid pa-ta-ta.

Rose se rió nerviosa y obedeció.

-Pa-ta-ta

El click de la cámara al tomar la foto la pilló con la mirada perdida. Estaba segura de que había capturado sus ojos atravesando la lente, intentando alcanzar al hombre que se escondía tras ella. 

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NOTA DE LA AUTORA: ¿Y a vosotros? ¿Os ha tomado tan de improviso como a Rose? Creo que podéis presentir que iniciamos algo diferente. ¿Adónde nos llevará este encuentro fortuito? 

Como siempre, un millón de gracias por el apoyo que me dais. Cada comentario me empuja a querer escribir más y más. ¿Os he dicho ya que vuestra paciencia es infinita? 

Y un especial agradecimiento a Suleimajtr por reseñar mis historias en su blog "El Paraíso en Letras"  (http://elparaisoenletras.blogspot.com.es/2013/11/cap-2-pacto-de-sangre-letras-para-el.html?spref=fb). Si no sabéis que leer ella os da ideas. ;)

El Hilo RojoWhere stories live. Discover now