12. Nota mental: No es bueno beber tanto...

Почніть із самого початку
                                    

Es un pequeño saloncito separado para el grupo. Está decorado con luces de colores, lámparas de papel y banderines dorados y plateados. Reconozco a algunos de mis compañeros de trabajo, todos usan unos sombreros de cotillón con diferentes motivos. Lore se acerca y pone sobre mi cabeza una corona dorada que tiene escrito con letras azules brillantes "Reina de la fiesta". Mis amigas se encargan de sacarme el tapado y guardarlo, luego me traen un trago de color azul. Tomo la copa y la llevo a mis labios, es dulce pero seco, siento mi garganta picar luego del primer trago.

En medio del lugar hay un espacio para bailar y varios de mis amigos y compañeros de trabajo están ahí danzando. Incluso Esteban está allí; lleva una camisa a cuadros azules, un pantalón negro y zapatos. Su cabeza está coronada por un gorro con forma de jarra de cerveza. Miro a Caro y le señalo la escena.

—Si hubiésemos apostado, en este momento estarías debiéndome mucho —río y vuelvo a mirarlo, está bailando con Vivi—. Pero eso no es todo... ¡oh!, mira, ahí viene.

Señala con el trago que tiene en su mano hacia la puerta al tiempo que sus ojos brillan. Giro la cabeza, disimuladamente, y cuando mis ojos se encuentran con los de él, una sonrisa aparece en sus labios, sostengo la mirada hipnotizada mientras Caro a mi lado ríe.

—¡Eres una desgraciada! —susurro al tiempo que él se acerca con esa exquisita sonrisa y el aroma a pino, cítricos y pimienta me invade.

—¡Feliz cumpleaños, Clara! —me abraza por la cintura y pone un beso en mi mejilla.

—Gracias, Gaspar —exclamo, sintiendo las mejillas arder.

—Luces hermosa —dice, tomándome de la mano para hacerme girar. Mis mejillas arden aún más—. ¡Hola, Caro! Gracias por invitarme, y por la información —le guiña un ojo a mi amiga mientras yo la miro con el ceño fruncido.

—¿Qué información? —pregunto.

—¿Te gustó la sorpresa de esta mañana? —pregunta él y entonces, lo comprendo todo. Miro a Caro con cara de sorprendida. 

—Sí, ahora comprendo muchas cosas... ¡Gracias!, la tarta de chocolate estaba exquisita.

—La hubiese hecho yo mismo, algún día te haré probar mis tartas de chocolate —me guiña un ojo.

—Deben ser irresistibles —contesto con una sonrisa.

—¿Quieres bailar? —pregunta. Yo lo miro con incredulidad.

—¿Todavía quieres que mate a alguien o que te pise?

—Podríamos probar —sonríe y no puedo resistirme a esos hoyuelos.

Toma mi mano y me lleva hasta la pista. Comenzamos a movernos al ritmo de la música, no baila tan mal y creo que me ha estado mintiendo todo este tiempo sólo para hacerme sentir cómoda.

—¡Me mentiste! —le reprocho, acercándome a su oído para que me escuche mejor.

—¿Yo? —pregunta sorprendido—. ¿Por qué lo dices?

—Dijiste que no sabías bailar.

—Y tú dijiste que no sabías nada de moda ni maquillaje, sin embargo, estás perfecta —Pone su mano en mi cintura y un escalofrío me recorre; luego coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja y me contengo por no temblar.

—Sabes perfectamente que no sido yo quién ha elegido la ropa —contesto, riendo nerviosamente.

—Sigues estando perfecta, ¡feliz cumpleaños! —susurra otra vez y me da un beso en la mejilla, pero peligrosamente cerca de la comisura de mis labios.

Te amo, Idiota #1: El café no se toma quemadoWhere stories live. Discover now