Capítulo veinticuatro.

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Abrieron la puerta y subieron por la escalera caracol hasta el último piso.

- E-esto es hermoso.- dijo viendo al piso donde había una alfombra con algunos bocadillos y una botella de lo que creía vino.- ¿Cuánto tuviste tiempo para hacer todo esto?

- ¿Eso importa realmente?- le dijo sonriendo.

Bianca no pudo controlar esas emociones que la hicieron lanzarse de nuevo a sus labios.

Severus retrocedió un poco haciendo esfuerzo para no caerse y la sostuvo de la cintura.

La imagen era perfecta: ver la hermosa puesta de sol mientras comían y hablaban con una deliciosa música de fondo.

La invitó a sentarse en la alfombra, que era verbalmente suave y, por tanto agradable, y descorchó la botella de vino de elfo para servirle en su copa.

- Esto es una maravilla, Sev.- le dijo sonriéndole.

- Sabía que te encantaría.

- Encantar es poco. En verdad, estoy impresionada.

Por los labios de Severus se asomó una pequeña sonrisa. Había organizado un pequeño picnic dentro de ese hermoso faro. La vista era preciosa, y no necesariamente hablaba de la puesta de sol.

- Bueno, yo no tengo mucho que contar. ¿Cómo era el tiempo en el que estabas en Hogwarts cómo estudiante? Obviando, claro, a los idiotas de Sirius, Remus, el idiota Potter y la rata.- dijo, haciéndolo reír.

- Fue una pesadilla. Normalmente pasaba tiempo con Avery y Mulciber...

- ¿Mortífagos?

- Sí. Me juntaba con ellos por sus ideales y otras idioteces.

- ¿Pero tenías otros amigos?

- De hecho, sí. Antes de entrar a Hogwarts, conocí a una niña que también era bruja y entró el mismo año que yo. Se llamaba... Lily Evans.

- ¿Lily? ¿Cómo la madre de Potter?

- En verdad, era ella.- contestó.

Bianca tenía una cara de asombro. Ella no tenía ni idea, ni siquiera pensó en la posibilidad de que Severus fuese amigo de la madre de Potter en su juventud.

- ¡¿Fuiste amigo de Lily Potter?!

- Sí, pero la amistad duró poco tiempo.

- ¿Por qué?

- Razones que no quiero recordar. Cuéntame de tu amistad con MointClaire.

Bianca rió y empezó a relatarle que la había salvado de la acorralada de Drago y sus gorilas que iban siempre con él en el tren.

- ¿Quién diría que ese año terminarían juntos siendo ella hija de muggles y Draco tan especial con el tema de las pureza.

El rostro de Bianca se volvió rojo y comenzó a torcer gracias a un bocadillo que tenía en la boca. No pudo evitar pensar en cómo había encontrado hace unos meses a Potter y a Malfoy cuando caminaba con la azabache por el patio.

- Sí. ¿Quién lo diría, no?

- ¿Estás bien?

- Sí, sólo... recordé algo y ya. Nada importante.

Severus las miró no tan seguro de que fuese cierto pero lo dejó pasar.

El resto de la cena y las puesta de sol fue hermoso y Bianca y Severus estaban seguros de que no lo olvidarían, pero, aunque querían quedarse para siempre, tenían que volver.

La hija del Señor Tenebroso (Severus Snape)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz