Ariel y sus preguntas

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Drake POV

Había terminado la reunión, charla, asamblea, como quieran llamarle y Ariel y yo estábamos saliendo de la cancha.

— No sabía que eras tan popular. –me dijo Ariel.

— Es una de las desventajas de ser hijo de una leyenda.

— Bueno... Supongo que sí. –Ariel hizo una leve pausa, suspiró y me preguntó– Drake, ¿por qué no podemos ir al sótano? ¿Qué hay ahí?

— No sé... en las profundidades del sótano hay una especie de cueva y una puerta de madera negra, nadie ha podido abrirla ya que a la vez que entras al sótano, te vuelves humano y te vas debilitando bastante rápido. Es muy peligroso entrar ahí, pocas habilidades sobrenaturales perduran a más a fondo en el sótano, pero cuando llegas a la puerta, sientes una presencia la cual te debilita completamente hasta posiblemente la muerte.

— Me gustaría investigar, quiero saber qué se encuentra ahí abajo. Siento que algo me llama y me dice que debo hacerlo, a mí no me pasaría nada, soy humana así que eso no me hará efecto supongo.

— No, Ariel, yo entre ahí simplemente porque estaba sacando unas cosas. No debes de entrar ahí, no sabemos qué le pasaría a un mortal. Nosotros con nuestra inmortalidad y habilidades, no podemos durar más de cinco minutos.

— ¡Que va! Murcielaguito, deberías de preocuparte menos por mi y más por ti, sé defenderme y soy una adolescente, tengo ya 17 años. –Ariel me miró seriamente– Oye, ¿Cuántos años tienes tú? Pareces de mi edad...

— Tengo 137 años, llevo vivo más tiempo que tú Ariel. Aún así Ariel, estás en mi mundo y he vivido más que tú en ambos mundos. Eres una chica independiente y arrogante pero no eres inmortal.

— Si es cierto que tienes 137 años, ¿cómo es posible que eras joven a la misma vez que tus amigos y estudiaste junto a ellos?

— Ariel, no solamente los vampiros somos inmortales en este mundo. La realidad es que todos envejecemos de una manera más lenta que los humanos. Esta escuela no lleva fundada tanto tiempo tampoco. Kiaraliz y yo estudiamos en escuelas mortales, al pasar de grado, nos íbamos a otro lugar. Una vez nuestros cuerpos crecían y parecíamos un poco mayor, íbamos al siguiente grado. Una vez fundada Blood Born High, estudié junto al resto de mis compañeros pero podrías decir que Kiaraliz y yo somos mayores que mis amigos en cuestión de que pronto pareceremos de unos 20 años o más de físico. Llevo unos 30 años con el aspecto de 18 años, se supone que mi crecimiento físico sea hasta los 40 años humanos. No sé si me entiendas, es algo complicado.

— No entendí nada...

Salimos de la escuela y nos dirigimos al autobús para ir al mundo humano. Al tomar asiento, Ariel comenzó a hacer una serie de preguntas.

— Oye Drake, ¿por qué vives en el mundo humano y no en Lainat? Tu padre es el gobernador después de todo.

— Yo quería vivir como humano, mi madre... También quería lo mismo para mi así que a mis 71 años decidí irme al mundo humano, para ti sería a mis 9 años más o menos de apariencia. Vivir en paz con los humanos, conocerlos y no solo saber los cuentos de mi padre sobre cómo los humanos nos perseguían para matarnos, era mi sueño ver con mis propios ojos lo que era el mundo humano.

— ¿Quién es tu madre Drake?

— Mi mamá... Nunca la conocí. Solo hablaba con ella por llamadas o por cartas. No la he visto en persona, ni en fotos... Mi padre siempre me dice que lo abandonó y que ella fue el peor error que él cometió, para mi es viceversa, mi padre fue el peor error que ella cometió.

— Lamento escuchar eso..

— No te preocupes, abandonó a mi padre, no a mi.

Ariel se mantuvo callada por el resto del camino hasta que antes de llegar me hizo una pregunta peculiar...

— Drake, ¿Alguna vez has tomado sangre humana...? Eres vampiro, supongo que es una pregunta estúpida.

— Mmm... No, jamás he probado sangre humana.

— ¿Te gustaría una probadita? –dijo mientras recogía su cabello y se lo acomodaba detrás de su oreja– Te puedes dar tu primera probadita de lo que es una humana.

— Ariel... No debería de hacer eso... –dije mientras el aire se escapaba de mis pulmones y podía sentir su sangre recorriendo por su cuerpo.

— No era en serio murcielaguito, jamás te daría de probar de mí, no sé cómo eso te habrá cruzado por tu mente. –dijo Ariel riéndose.

— Está bien... –me percate que estábamos a punto de llegar a casa y podía escuchar mucho movimiento– Ariel, ponte estos lentes de contactos, no te preocupes, son a tus especificaciones, me prepare para una circunstancia como esta. No te los quites.

— ¿Por qué debería de hacerlo? ¿Y por qué no puedo quitármelos?

— Solo hazlo, no tengo tiempo de explicar ahora mismo.

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