Cap-38 (D)

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Damian.

Azim con su traje negro impecable de rallas Rojas camino alrededor de la silla. Pasos pausados, seguros y fuertes. En su forma de caminar se podía ver muchas cosas. Esa seguridad que tenía al dar cada paso. La firmeza con la que lo hacía. La seguridad en la postura de su cuerpo.

           

   

Lo observe tranquilamente mientras daba vueltas alrededor de la chica atada.

 

Podía leer los gestos de las personas, para eso me habían preparado. Tantos años desde joven de entrenamientos en el campo de batalla real. Una extrema y exhaustiva preparación para llegar a ser lo que era yo ahora. Alguien letal y más preparado de todo lo que me rodeaban. Capaz de leer el miedo en los gestos. Ver cómo era la persona con su lenguaje corporal. Tantos galardones y honores. Tantos años invertidos. ¿Para qué?

 

Para estar ahora aterrorizando a un inexperta enfermera, que aún no se había dado cuenta donde entro a hacer las prácticas. A una niña que en su vida vio un arma y que parecía que se le iba a salir el corazón.

 

No era necesario hablar para darse cuenta del miedo que proyectaba por cada poro de su piel. Su cuerpo delgado de piel morena y acaramelada, estaba atado a la silla por los pies y manos. Su cabello largo y de castaños rizos, ahora estaba lacio y empapado.

 

El cubo de agua helada se le vacío sobre el cuerpo y grito de nuevo.

 

— ¿Porque le pusiste la inyección?- gritó Azim de nuevo con los ojos inyectados en sangre.

 

El chico parecía tener todo bajo control, era fuerte, listo, rápido, pero los nervios los perdía con extrema facilidad.

 

—Yo...yo no s...s...se la puse- dijo la chica tartamudeando.

 

—Mientes- volvió a gritar el agente- ¿Porque lo hiciste?

 

—Yo no estaba- siguió ella - llegue más tarde.

 

Azim me miró entonces pidiéndome permiso para hacer la siguiente parte de la tortura.

 

Asentí con suavidad mientras permanecía sentado en otra silla sin quitarles la vista de encima.

 

La dura mandíbula del muchacho se dibujaba con suaves líneas bajo la tenue luz de la pequeña lámpara que colgaba. Su piel blanca en contraste con su traje le hacía parecer más fiero y sus ojos rasgados le daban un toque felino.

 

Saco de su cinturón la pistola eléctrica y la acercó a la chica

 

— ¿Ves esto?- preguntó señalándole la pistola a la chica y seguidamente la encendía para que las chicos de energía se oyeran- no te va a gustar nada en conjunto con el agua.

 

—Yo no fui- la chica empezó a llorar mientras miraba a Azim y después pasó sus castaños ojos a mí- yo no le puse nada. Cu.. cuando llegue ya es...estaba dormida y.. y - se volvieron a oír las chispas de la pistola y Azim empezó a acercarla a su delgado cuerpo.

Agente Shao _Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora